Aurelio Pelaez
Abril 09, 2005
CORRILLOS
Los últimos días de las vacaciones de Semana Santa, el coordinador de la fracción parlamentaria del PRI en la Cámara de Diputados, Emilio Chuayffet Chemor los pasó en Acapulco, acompañado de su esposa.
Guardaba fuerzas para la tormenta que se venía, ya tomada la decisión de los priístas de votar a favor del desafuero del jefe del Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador. O más bien, ya triunfante su postura de votar por eliminar de la carrera por la candidatura a la Presidencia de la República al candidato opositor –al PRI y al PAN– más fuerte, el perredista López Obrador.
La víspera de un desayuno con el senador priísta Héctor Vicario en uno de los restaurantes 100% Natural de la ciudad, Chuayffet fue detenido en un centro comercial, acompañado por su esposa, por una acapulqueña.
–¿Usted es Emilio Chuayffet?
–Sí, señora –respondió éste con una sonrisa.
–¿El diputado federal?
–Sí señora –volvió a decir en actitud oronda el ex secretario de Gobernación que cayó tras la matanza de Acteal.
–¿Usted es el que quiere desaforar a López Obrador?
–Señora, nosotros…
–Pues oiga, si lo desafuera donde lo encuentre le corto los huevos –le dijo la acapulqueña antes de permitirle cualquier justificación.
El episodio lo contaba el propio Chuayffet al día siguiente. “Son bravas las guerrerenses, ¿verdad?”, le contó a su interlocutor.
Y conocidas las tendencias de que más del 60 por ciento de los mexicanos se oponía a la demanda de la Procuraduría General de la República de enjuiciar y encarcelar a López Obrador, para así impedirle competir por la Presidencia de la República, los priístas, los panistas, y Chuayffet, se embarcaron en la aventura que en los mismos diarios de Estados Unidos se define como una decisión que atenta contra la democracia.
Golpe de mano, golpe de Estado con anticipación, va. Pero Chuayffet corre sus riesgos al andar tranquilo por ahí como cualquier ciudadano.
-0-
La noche misma del jueves, la del desafuero, segundos después de que en el noticiero del canal 52 –de paga– de Javier Solórzano, a eso de las 10 de la noche, una de sus reporteras informara que la fracción perredista en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal presentaría una controversia constitucional contra la Cámara de Diputados por su decisión de desaforar a López Obrador, el periodista Miguel Angel Granados Chapa, presente en el panel para analizar el momento político junto con la politóloga Denisse Maerker, enfriaba los ánimos:
–Pues es un buen ejercicio de imaginación, pero sin ningún futuro.
Y es que en la Asamblea, los perredistas no distaron mucho de diferenciarse en su manera de comportarse a los diputados federales priístas y panistas. Como mayoría, aplastaron a la minoría de asambleístas opositores. Los desdeñaron, los ignoraron, los regañaron.
–Esta no es la federal –decía sin mirarlos Lorena Villavicencio, la coordinadora de la fracción del PRD, a los opositores que le pedían la palabra.
–Aquí estamos arreglando el desaseo de ustedes en la Cámara de Diputados –regañaba.
Victoria pírrica, según parece.
Este viernes, los asambleístas del PRD, en nombre de la ALDF, presentaron una demanda de juicio de controversia ante la Suprema Corte de Justicia, en contra de la decisión de la Cámara de Diputados (del PRI y del PAN). El documento fue llevado entre porras, gritos y aplausos, aunque en corto, la dirigencia nacional perredista tampoco le ve futuro, porque la Asamblea no es Cámara de Diputados como en los demás congresos. Se trata al menos de hacer tiempo, en un conflicto esencialmente político.
-0-
En el Zócalo de la ciudad de México, un día después de que López Obrador mandó de regreso a sus casas a los casi 400 mil manifestantes al mitin en contra del desafuero, una pequeña carpa de información se instaló, casi enfrente del edificio en donde están las oficinas de la jefatura de gobierno, a la cual y tras cuatro años y medio de dar conferencias de prensa mañaneras, por segundo día ya no asistió a ofrecerlas el todavía jefe de Gobierno.
A unos metros, otro mitin, de Antorcha Popular, despotrica contra el PRD y López Obrador, por no apoyar su gestión de vivienda. Son unos cien, que protegen, escudos, cascos y tolete en mano, unos 50 policías. Lo de Antorcha parece una vil provocación, pero así ha sido este grupo siempre ligado al PRI (como Antorcha Campesina y Antocha Revolucionaria), y cuya creación se atribuye a Raúl Salinas de Gortari, el encarcelado hermano del ex presidente Carlos Salinas, a quien López Obrador responsabiliza del complot en su contra.
En la ciudad de México se observa la normalidad de un día laboral cualquiera. La gente vuelve a sus trabajos. Los perredistas y simpatizantes del Peje, en espera del llamado a la resistencia civil, que prevé reuniones de información todos los domingos en las plazas públicas de las ciudades del país. Los periódicos, más que los medios electrónicos, dan cuenta de la amplia movilización, a excepción de La Crónica, el diario cuyo origen y financiamiento se ubica en el presidente Salinas. Habla de que hubo unos 70 mil en la mega marcha. Como periódico, como empresa, en una ciudad que reincide ya dos veces en votar por un jefe de gobierno perredista y que apunta por insistir en un tercero, no tiene futuro. Por eso se vende en el Metro a 2 pesos, como “oferta”. Como panfleto, ahí va a seguir, en espera de que con el desafuero, esto haya sido todo para López Obrador, a quien, su director Pablo Hiriart, odia desaforadamente, según se nota en sus comentarios diarios.