Humberto Musacchio
Diciembre 12, 2024
El pasado 11 de septiembre, Martín Alonso Borrego Llorente, entonces jefe de la oficina de la Cancillería, solicitó la sede del Museo Nacional de Arte para contraer ahí matrimonio con Ionut Valcu, funcionario de la embajada de Rumania en México, lo que ocurrió con la presencia de doña Alicia Bárcena, entonces secretaria de Relaciones Exteriores y hasta hoy secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Nada hubiera tenido de extraordinario el caso, pues el lugar solicitado se alquila y todo ciudadano, incluidos los funcionarios públicos, mediante el pago correspondiente tienen derecho a usarlo para ceremonias particulares, y eso precisamente hizo Borrego Llorente. Sin embargo, el asunto se ha convertido en un gran escándalo.
El error cometido por el funcionario fue haber solicitado el espacio en papel membretado de la Cancillería y argüir que era para conmemorar el octogésimo noveno aniversario de las relaciones diplomáticas con Rumania, algo que, visto desde el ángulo de los contrayentes, cabría celebrar con su matrimonio –un mexicano con un rumano–, una boda gay que es perfectamente legal en la Ciudad de México.
A Martín Borrego, quien presentó su renuncia como coordinador de Contacto con la Ciudadanía de la Semarnat con fecha 9 de octubre, también se le acusa de no haber avisado debidamente a la Canciller, pero ahora el recién casado está sujeto a una investigación por supuesto mal uso del Munal y probablemente por “tráfico de influencias y mal uso de instalaciones oficiales”, lo que magnifica un hecho que es falta administrativa, pero no delito.
Lo curioso es que en este asunto no hay más abuso que el empleo de papel membretado de la SRE, pero no tráfico de influencias, pues el Munal se alquila a quien paga para realizar ahí actos de carácter privado, a condición, debemos suponer, de respetar determinados espacios, como efectivamente ocurrió.
Pero doña Claudia Sheinbaum, al condenar el hecho, dijo que “no deben usarse espacios públicos para ninguna conmemoración, celebración, actividad”, aunque aclaró que “evidentemente, hay actividades de Relaciones Exteriores o de otras secretarías que tienen que ver con reuniones protocolarias que se realizan, pero no, digamos, fiestas o acciones”.
Ignoramos a qué “acciones” se refería la mandataria, pero hasta donde sabemos no hay legislación que prohíba realizar fiestas privadas en espacios públicos que se alquilan a quien está dispuesto a pagar, y Borrego o su pareja pagaron con recursos propios por ocupar el Munal, por lo cual no se incurrió en “el influyentismo, el nepotismo, la corrupción y la impunidad” que también condenó la jefa del Ejecutivo.
Hace mal la titular de la Semarnat y ex canciller Alicia Bárcena en convalidar las acusaciones contra quien fuera su colaborador en ambas dependencias públicas. Para ella, lo ocurrido es “un grave error que contrasta con la vocación austera, rigurosa e igualitaria que ha de ser el sello de las administraciones de la cuarta transformación”, por lo cual solicitó la renuncia de Borrego Llorente.
La señora Bárcena cuenta con bien ganado prestigio de funcionaria eficiente. No tenía necesidad de avalar las acusaciones contra su ex colaborador, menos aun ondeando como bandera la más que dudosa “vocación austera, rigurosa e igualitaria” del bando cuatrotero, lo que implica que los morenistas han de adoptar un comportamiento monacal, mientras por ineptitud para calcular los costos se derrochan millonadas en las obras faraónicas e inconclusas del anterior sexenio.
Y mientras la gobernadora Layda Sansores campechanamente nombra parte de su equipo a José Luis Lavalle Maury, un ex panista que porta brazalete electrónico, pues está sometido a juicio por cohecho y lavado de dinero en el caso Odebrecht, hay un desgarramiento de vestiduras por un asunto muy menor, lo que más bien parece parte de una campaña encaminada a dañar a la señora Bárcena, pues sobran los interesados en ocupar el cargo que ahora tiene. El jaloneo interno se hace cada día más evidente y nada raro será que presenciemos una ruptura de Morena ante las elecciones de medio sexenio, momento en que también penderá como espada de Damocles la revocación de mandato, pues de seguir como vamos…