EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Una cuentista con músculo

Federico Vite

Marzo 20, 2018

El matrimonio de los peces rojos (Páginas de Espuma, España, 2013, 121 páginas), de Guadalupe Nettel, reúne cinco cuentos (El matrimonio de los peces rojos, Guerra en los basureros, Felina, Hongos y La serpiente de Beijin) que muestran el pleno dominio del oficio narrativo de esta escritora mexicana.
Son cuerpos narrativos bien trabajados, textos de músculo literario. Nettel comprime, a pesar de que varios de estos cuentos abarcan lapsos extensos, con acierto las historias. Trabaja la narrativa en corto con muchos registros, pero esencialmente logra acertadas comparaciones entre los animales y los humanos que conviven en los textos. Tal vez, y eso siendo riguroso, los relatos carecen de una ingeniería imaginativa profunda, pero de ninguna manera son predecibles. Poseen registros intimistas y consuman la indagación estética de la soledad mediante símiles. Por ejemplo, en el texto que da nombre al libro se expone la semejanza entre un matrimonio de peces bettas y un matrimonio heterosexual en crisis, donde el hombre lleva la batuta en el desastre marital. Es francamente un patán (a eso me refiero con la poca imaginería imaginativa, un estereotipo machista y etc., pero bien trabajado pues) que hace más grande la herida emocional de una abogada que experimenta la maternidad.
En Guerra en los basureros, una plaga de cucarachas invade a una familia de clase media y ese hecho determina la vocación de un jovencito, quien establece un vínculo profundo con un bicho. La voz de ese muchacho, ahora un profesor universitario de biología, cuenta una guerra emprendida para exterminar a las cucarachas y mezcla esos hechos con la eterna ausencia de sus padres, quienes por miedo o por desidia no lo criaron. Es el cuento, con todo y sus tintes costumbristas, que mejor fusiona los símiles, en este caso, entre insecto y humano. Texto que logra una plausible introspección de la soledad. “La única compañía que tuve en ese momento fue la de una cucaracha muy pequeña que permaneció toda la noche junto al buró de la esquina”, dice el narrador y cierra con elegancia el texto.
En Felina se genera un vínculo entre la protagonista y dos gatos (hembra y macho). Es una relación estrechísima entre mascotas y personas, a tal grado que las necesidades de afecto son las mismas. La autora aborda, en voz de una estudiante universitaria, el embarazo no deseado, el aborto y la maternidad no idealizada.
En Hongos, las relaciones extramaritales se manifiestan como una enfermedad (justamente un hongo que simboliza el amor pasional). Una concertista es la encargada de transmitir en primera persona la relación a distancia que mantiene con un músico célebre. El anhelo del próximo reencuentro, a pesar de los compromisos matrimoniales que los músicos tienen en sus lugares de origen, es tan evidente como el hongo que atesora la narradora, es tan poderoso que termina rompiendo el equilibrio de los dos matrimonios. Un hongo, un organismo cultivado en la clandestinidad, condensa y resume la relación entre dos músicos.
La soledad, el remordimiento y la infidelidad son los temas del último cuento: La serpiente de Beijín. Me parece el menos afortunado, pero mantiene el buen nivel técnico y una resolución literaria solvente. La historia es contada por un chico con padres de distintas nacionalidades. La voz narrativa consuma una reflexión interesante sobre el autocastigo, sobre la manera de enfrentar los equívocos vitales. Una serpiente venenosa funciona como el catalizador emocional de un dramaturgo que languidece.
El paralelismo entre los organismos vivos (animales, insectos, hongos) y los personajes de los cuentos consuma la estética de este libro. Finalmente, se trata de símiles. No es que el libro sea novedoso en cuanto al tema, pero sí en la construcción de los cuentos. Pues la narradora urde con buenos resultados las dos historias que atraviesan cada texto. Logra una trama compacta, fusiona el destino de los animales y de los humanos en una narración breve. Este, me parece, es el gran trabajo realizado por Nettel en el libro que tuvo la fortuna de recibir el Premio Ribera del Duero en 2013.
Todos los cuentos de este volumen tienen sus raíces en el costumbrismo, pero se nutren y fortifican justamente con los símiles entre los organismos vivos y los personajes. La propuesta narrativa se enriquece gracias a la comparación entre los elementos del cuento.
El libro no trata de violentar lo cotidiano, o lo doméstico, sino de agrandar los registros de una experiencia habitual, ese justamente es el hallazgo del libro, singularizar cada historia. En cierta forma, y espero no verme exagerado, se trata de una visión naturalista. Cada una de las voces narrativas de este libro presencia un fenómeno ajeno a él y lo describe minuciosamente, con esa descripción comprende aspectos de sí mismo que ignoraba. Que tengan un gran martes.