EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Una mirada a cuatro narraciones ejemplares

Federico Vite

Agosto 25, 2020

(Cuarta parte y última)

La prosa de Ann Beattie es concisa. Sus cuentos adquieren las dimensiones sólidas de un bloque bien ensamblado: elegantes y expresivos. El tema que eligió analizar es justamente la feminidad. Escudriña el comportamiento de las mujeres y lo critica. Aunque técnicamente, Beattie acierta siempre en el punto de vista (desde qué posición, tanto espacial como temporal, y con qué nivel de conocimiento se narran los hechos) que elige para las voces narrativas que cuentan sus historias; ya sea en novela o en cuento. Para ilustrar lo señalado hablaré de Weekend * (1976), texto con varias peculiaridades; por ejemplo, los diálogos. Usualmente vemos a los diálogos marcados por guiones largos. En este caso no es así. Las conversaciones forman parte de un mismo corpus narrativo y sólo se encierran con comillas. Digamos que se trata de la primera valoración de estilo. Pero iniciemos. Así arranca el cuento: “Lenore vive con George. Tienen un bebé y una niña de 5 años llamada María. George invita a jovencitas guapas y elocuentes, con sus amantes o novias, a su casa durante el fin de semana. Casi todas son alumnas antiguas; él fue profesor de inglés. Una vez, Lenore escuchó a escondidas que George le dijo a una de las visitas que ella, Lenore, se quedó con él porque era simple. La lastimó mucho. Él le dedica poco tiempo a ella y a los niños, a pesar de que no ha trabajado desde que dejó la universidad, hace dos años, después de que le negaran la plaza. Una vez ella le dijo que deseaba que hablara más, que confiara. ‘¿Confiar qué?’, él dijo. Pero le encanta hablar con las mujeres jóvenes. Este fin de semana Sarah y Julie están de visita”.
Cuestión aparte y sumamente destacada es la voz narrativa omnisciente. Una voz que se encuentra muy cerca de Lenore, prácticamente a un lado de ella. Y se mantiene ahí durante todo el cuento. Construye de esa forma la intimidad en un texto que produce escalofrío, pues contemplar la nula autoestima de la protagonista es horroroso. Cito un fragmento que contextualiza el daño: “Antes de que llegaran, Lenore le preguntó a George si Sarah era su amante. ‘No seas ridícula’, dijo él. George tiene 21 años más que Lenore”.
El punto de vista que usa Beattie es afortunado. En esa herramienta descansa toda la proeza de esta narración. Desde ahí enuncia el conflicto entre los personajes principales. Obviamente George es el antagonista. A pesar de que esa pareja tiene vínculos muy fuertes, los hijos, realmente no existe relación entre ellos. Lenore funge de sirvienta; a ella le duele que George reciba mujeres en la casa, y las pasee, porque no sabe cómo comportarse en una situación así: abusiva y deshonesta. George es un hombre de 55 años, alcohólico y egoísta; sólo le preocupa alimentar su ego de macho alfa, conquistador y bohemio. Lenore oculta toda emoción; encierra lo que siente en un comportamiento de aparente normalidad, finge que todo está en orden. Es un personaje rico en contradicciones. Beattie saca muy buen partido de esa exploración femenina. Si se contara la historia a través de los ojos de George, el lector creería que Lenore es en realidad una mujer “sencilla”. Aunque ese adjetivo es una mera apariencia.
Recordemos que Sarah y Julie están de visita. Lenore entabla una conversación con Julie, porque la ve como una igual: “Lenore siente que es como Julie: el rostro de Julie no revela emoción, incluso cuando está interesada, incluso cuando se preocupa profundamente”. La intensidad del cuerpo del relato incrementa porque Lenore oye frases de la conversación entre George y Sarah. Repentinamente, ellos salen a pasear. Lenore se obsesiona por saber qué ocurre. ¿Qué pasa con todas las chicas que llegan de visita? ¿Todas son parte de un juego de seducción? Cae la lluvia. Sarah y George no regresan. Julie sale a buscar a la pareja, pero no la encuentra. Julie vuelve a casa. No tiene más remedio que charlar con Lenore, quien le muestra a Julie fotografías de alto contraste que George tomó de su rostro. En todas las imágenes se ve muy triste. Se acentúan los 55 años de edad. Una de esas instantáneas es el autorretrato de un hombre agonizante, un viejo a punto de gritar. George y Sarah regresan borrachos a casa; George dice que está enamorado de Sarah. Sarah sale corriendo de la habitación; llora. Julie y Sarah abandonan la casa. Más tarde, durante la noche profunda, ocurre la verdadera revelación del cuento. Cito el párrafo completo, pero debo pedirle que no pierda de vista la técnica usada por Beatti para describir esta epifanía: “‘Esa maldita perra’, George dice. ‘Yo pude haber visto que era una niñita estúpida’. ‘Tú fuiste demasiado lejos’, Lenore dice. ‘Yo soy la única con la que puedes ir demasiado lejos’. Ella piensa en otro tiempo, cuando hacía calor. Ellos estaban caminando en la playa, juntos, poco tiempo después de que se conocieron, recogían conchas. Olas pequeñas estaban creciendo. El sol se ocultó tras las nubes y hubo un momento ilusorio en el que las nubes estuvieron estáticas y el sol fue hacia adelante de estas. ‘Atrápame’, él dijo, escapando. Ellos habían hablado calladamente, reuniendo conchas. Ella estaba tan sorprendida de que él se alejara abruptamente que corrió con toda su fuerza y lo atrapó extendiendo su mano y agarró el resorte de su traje de baño mientras él se metía al mar. Si ella no lo hubiera detenido, ¿él podría haber corrido lejos hacia el mar, hasta que ya no pudiera seguirlo? Se volvió hacia ella, tan abruptamente como había escapado, y la agarró, la abrazó con fuerza; la cargó en todo lo alto. Ella se había aferrado a él; lo abrazó. Había intentado lo mismo con Sarah cuando regresaron del paseo, pero no funcionó. ‘No me importaría si su coche se saliera de la carretera’, dijo él con amargura. ‘No digas eso’, ella contestó. Ellos se sentaron en silencio oyendo la lluvia. Ella se deslizó muy cerca de él, puso la mano sobre el hombro e inclinó la cabeza hacia adelante, como si él pudiera protegerla de las terribles cosas que deseaba”.
El punto de vista, insisto, hace de este texto una pieza única. Lamentablemente, la obra de Ann Beattie circula muy poco en español. Sirva Weekend para invitarlos a conocer el trabajo de esta mujer que posee un gran oficio narrativo.
Espero que los cuentos reunidos en estas entregas de agosto agranden el horizonte narrativo de los lectores que intentan salirse del cauce habitual de la literatura edulcorada e inflada por tanta y absurda publicidad.
* Traduje los fragmentos de Weekend que utilicé en este artículo para rejuvenecer la mirada sobre este cuento.