Adán Ramírez Serret
Mayo 12, 2023
Cuando se escribe siempre se busca o se huye de una genealogía. Decía Arthur Rimbaud en su poema Mala sangre: “He heredado de mis antepasados galos, el ojo azul claro, la frente estrecha y la tormenta en la lucha”. Se busca una parentela para continuar un camino o para desandarlo.
Es lo que hacen Sara Uribe (Querétaro, 1978) y Verónica Gerber Bicecci (Ciudad de México, 1981), en el libro homenaje, análisis y discusión Rosario Castellanos: materia que arde.
Uribe escribe y Gerber ilustra y en una nota introductoria precisan: “Este libro es nuestro intento por recontar el relato que existe sobre Rosario Castellanos: escuchándola, pensándolo desde sus palabras”.
En efecto, esto hacen. Pues van contando, dialogando y analizando la vida de Castellanos a partir de su obra. De sus diarios, poemas y novelas las cuales también analizan y discuten.
Abren con estos versos de Castellanos: “Tal vez cuando nací / Alguien puso en mi cuna / una rama de mirto y se secó”. Le sigue una ficha biográfica sobre Castellanos, dónde y cuándo nació y, de inmediato, comienzan a charlar con ella, a intimar a partir de los versos de Rosario: “Pronto te darás cuenta de que haber sido niña y no niño es [entran las cursivas que son las palabras de Castellanos] más bien decepcionante para los espectadores y cuarenta y seis años después escribirás me encanta estar naciendo”.
En la siguiente página se van a la raíz del libro, sobre quién es el libro, Rosario, y quiénes lo escriben, Sara y Verónica. Dicen las palabras de Castellanos: “En mi genealogía no hay más / que una palabra: soledad”.
Es interesante detenerse en la soledad, pues no solamente se trata del aislamiento intrínseco de todo escritor, sino de la particular y casi obligada que vive una escritora en el patriarcado. Porque no sólo es censurada por pensar en sí misma, en su obra y no estar centrada en una familia, también dentro del canon literario las mujeres están solas. Está Sor Juana, por supuesto, pero es la excepción.
Es por esto que tanto Uribe como Gerber, toman a Rosario en esta genealogía, y lo hacen de una forma activa, actual; Castellanos no está muerta, sino haciendo agencia desde su poderosa obra.
Sara Uribe es una de las autoras más potentes de la literatura mexicana actual, con obras como Antígona González, en donde pone en crisis y enfrenta las desapariciones forzadas que ha vivido México en los últimos años. Cuestiona si acaso la poesía debe apropiarse de las historias de todas esas personas que sufren día a día la desaparición de familiares, y enfrenta el problema al cuestionar la numeralia, ¿los desaparecidos son números?
Por su parte, Verónica Gerber se describe como una artista visual que escribe. Ha expuesto en gale-rías muy importantes, escrito ensayos sobre la relación entre imagen y palabras y escrito la novela Conjunto vacío.
Uribe redacta el texto y Gerber se va moviendo en imágenes, en formas que redimensionan las palabras de Uribe y Castellanos.
Rosario Castellanos: materia que arde es un libro esencial, porque acerca a quien lo lee a una de las escritoras más talentosas que ha habido en México, y que ahora está viva, pues habita toda una genealogía que vive en las escritoras actuales.
Y este libro es también, la experiencia en carne propia de ser mujer y escribir en México.
Sara Uribe y Verónica Gerber Bicecci, Rosario Castellanos: materia que arde, Ciudad de México, Lumen, 2023. 278 páginas.