EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

¿Usted padece el síndrome de Lady Carbury

Federico Vite

Septiembre 10, 2019

 

Lecciones enormes podemos encontrar en la novela más conocida del escritor inglés Anthony Trollope, me refiero a The way we live now, libro que fue publicado en el siglo XIX y desde ese momento, 1875, casi como una broma de mal gusto, prefiguró la modernidad del continente literario y empresarial. Trollope recurre al costumbrismo para criticar los usos y las costumbres de la eterna hoguera de las vanidades. Utiliza el sarcasmo para agrandar el cinismo de una época que se niega a morir.
A mí me parece coqueta la idea de redescubrir autores que no están en la palestra de novedades, justamente por este placentero motivo, el de hurgar en la memoria literaria, debo decir que en The way we live now el lector conoce a Augustus Melmotte, un banquero recién llegado a Londres, quien vende a los inversionistas un producto sin valor. Crea una burbuja que hace subir el precio de las acciones y acapara así todos los beneficios.
El relato está ambientado en Londres, a finales del siglo XIX, y su origen es realmente deprimente, pues Trollope, tras regresar a Inglaterra después de conocer Australia y Nueva Zelanda en 1872, quedó horrorizado por la deshonestidad y el abuso de poder que encontró en su país. Se puso a escribir esta obra en la que critica y se burla magistralmente de los políticos, de los banqueros, aparte, claro (quizá como un guiño a la invención de la modernidad) del mundillo literario. Señaló las siniestras similitudes entre los corruptos empresarios y los escritores sin talento.
Con esta novela, Trollope afirma que tanto en la literatura como en los negocios lo importante es la fachada, el oropel, el bluff y la corrección política. Así que lo risible de un engaño mayúsculo (desarrollado en toda la trama) es el pacto tácito de los ricos londinenses (pueden ser los ricos de México, de Egipto o de Paraguay, cualquier grupo de multimillonarios del mundo), quienes descubren el fraude que se está realizando, pero en vez de denunciar el delito se arriman a la fuente de la corrupción para alimentarse a granel de ese banquete inagotable.
Melmotte compra una casa en un sitio exclusivo de Londres: Grosvenor Square. Se propone cortejar a los empresarios más ricos organizando una fiesta opulenta. Descubre una forma de inversión apropiada cuando platica con el estadunidense Hamilton K. Fisker; así que inventa una empresa que construirá una nueva línea de ferrocarril que va desde Salt Lake City, Estados Unidos, hasta Veracruz, México. El objetivo de Melmotte es aumentar el precio de las acciones sin utilizar su dinero; no le importa si el ferrocarril se construye, sólo le interesa aumentar su capital.
Uno de los personajes más atractivos del libro es Lady Carbury, quien tiene anhelos creativos e inicia una carrera literaria. Ella no quiere escribir una buena novela sino que los críticos literarios y sus amigos digan, no importa si los lectores le creen o no, que ha escrito una obra maestra. Ese personaje camina entre la delgada línea de la fama y la notoriedad. Es hábil para grillar a otros colegas y a otros editores; su verdadero talento es denostar la obra de alguien hablando mal del autor. Se revela como ejemplar maledicente que explota la vida privada de los otros y con ello granjea amistades “importantes en el mundo literario”. Insisto, a ella no le interesa escribir una buena novela, a ella le basta con una frivolidad superlativa: la gente debe creer que escribió una novela perfecta.
En las anotaciones de Trollope se descubrió que el esquema original de The way we live now tenía a Lady Carbury como protagonista (Trollope llamaba a ese proyecto La novela de Carbury). Planeó este libro con la intención de hacer una sátira del mundo literario; las subtramas que involucran a los hijos de Lady Carbury (el esquema para el triángulo amoroso Hetta Carbury, Paul Montague, Roger Carbury) están presentes desde las primeras notas. Trollope imaginó a Melmotte, originalmente destinado a ser un personaje secundario, como estadunidense, luego como francés. Se han propuesto varias figuras de la vida real como inspiración para Augustus Melmotte: el economista francés Charles Lefevre, así como el estafador irlandés John Sadlier, quien, como Melmotte, recurrió al ácido prúsico para resolver sus problemas. Otro personaje que pudo ser el modelo de Melmotte es King Hudson, un inversionista ferroviario cuya prodigiosa riqueza le permitió vivir en un hogar ostentoso en Knightsbridge, donde entretuvo con fiestas interminables a los miembros más acaudalados de la aristocracia inglesa. Fue desacreditado por sus actividades comerciales y huyó de Londres; murió en el extranjero en 1871, un par de años antes de que Trollope comenzara a trabajar en The way we live now.
El protagonismo de Melmotte hace resonar de manera jocosa la novela, pues con un banquero corrupto y cínico a la cabeza de la trama, el autor  abre un rango de crítica asombroso, prácticamente total. Trollope reproduce los esquemas de valoración del mundillo literario en el empresarial y los del ancho orbe de los multimillonarios en el gremio de los novelistas. Si alguien publicara un libro así en estos tiempos, con tanto humor negro y con tanto sarcasmo, no le iría muy bien porque lo único que no tolera el continente literario es que critiques al continente literario. Esa es una máxima que he aprendido desde hace algunos años. Trollope simple y sencillamente ya dijo todo al respecto. Si usted no conoce The way we live now, créame, se pierde de algo importante.