Abelardo Martín M.
Agosto 25, 2020
Combatir la corrupción no ha sido tan fácil ni tan rápido como se pensó, en un primer momento, en el actual gobierno. La resistencia al cambio, el desconocimiento de que sí existe otro mundo, reaccionan con virulencia ante una ciudadanía desinformada, confundida y maleable según sus cálculos, pues se apuesta a igualar o utilizar el mismo rasero para todos los políticos. Sin embargo, una y otra vez, el presidente Andrés Manuel López Obrador dice y confirma en los hechos que la batalla anticorrupción sí va en serio y al fondo.
Lo primero que la oposición, organizada o no, establecida o informal, hace, es sacar de “los archivos” cuanto video simule que los de antes y los de ahora “son iguales”, sin hacer caso a lo que el propio presidente no se cansa de repetir: “No somos iguales”.
En efecto, lo fácil es sembrar la duda de que los políticos de antes (PRI y PAN, especialmente) y los de hoy no sólo se parecen sino son idénticos y actúan de la misma forma, es decir roban, mienten y traicionan. Es natural, décadas de negocios turbios, enriquecimientos ilícitos e intereses cruzados, no se desmontan por sí solos ni de un día para otro.
Muestra de ello son las aduanas y puertos del país, que luego de sucesivos intentos de limpiar su funcionamiento, finalmente el Presidente ha decidido entregar su administración y operación al Ejército y a la Marina Armada, porque las gerencias civiles no lograron terminar con mordidas, contrabando y presencia del crimen organizado.
Ahora, las denuncias conocidas hechas por el exdirector de Petróleos Mexicanos, Emilio Lozoya, seguidas de un video donde se visualiza una entrega millonaria de dinero, han dado cuenta de cómo se financió y se pagaron favores de la campaña política del anterior Presidente, y cómo a esa paraestatal la invadió la corrupción y fue objeto de saqueo impune desde hace muchos, muchos años.
Testigo mudo, la sociedad se acostumbró a que las instituciones fuesen saqueadas, los funcionarios y empleados de gobierno, por fortuna muchos menos de la mayoría, también vieron “normal” el abuso, la componenda, el negocio y el saqueo.
Tan duele lo que ha implementado este gobierno que muchos gritan y vociferan, mientras otros siembran fake news o videos de supuestos actos de corrupción de funcionarios de la 4T.
Como en política se cumple la ley de la física de que a toda acción corresponde una reacción, lo que ha seguido es la publicación de otros materiales, uno de los cuales involucraron a un funcionario de la 4T y a un hermano del Presidente, lo cual ya ha generado respuestas de éste.
Todos estos elementos han servido para producir oleadas y choques en las redes sociales, a partir de las posiciones y visiones de cada quien y de los infaltables bots.
Lo cierto es que todo esto apenas empieza, pues por un lado las investigaciones y procesos judiciales que en su caso se generen, llevarán su tiempo, y por otro el ambiente político se irá calentando a medida que se aproxime el desenlace del proceso electoral de 2021, alrededor del cual se desplegarán estrategias y habrá seguramente más acusaciones cruzadas.
Ese ambiente caldeado ya se percibe, por ejemplo en Guerrero, en protestas como el cerco de mujeres que impidió al gobernador de Guerrero inaugurar un centro de salud en el municipio de Florencio Villarreal, supuestamente porque no quieren una instalación pequeña sino un hospital, pero en donde el gobierno estatal advierte intereses de grupos opuestos al régimen. En el mismo orden se ubica la retención que han hecho policías comunitarios de Teloloapan del alcalde en el palacio municipal, a la par que han bloqueado la carretera que comunica a la cabecera con Ciudad Altamirano e Iguala, así como una mina cercana.
Otros hechos violentos son más graves y lamentables, como el asesinato de Herón Sarabia Mendoza, excandidato a la alcaldía de Arcelia, por la cual, se dice, aspiraba a contender nuevamente. Pero no todo es negativo. Pese a éste y otros hechos criminales de gran impacto, las cifras muestran que la ola delictiva en el estado va a la baja, situación que reconoció el Presidente de la República en su pasada visita al estado. En homicidios dolosos, el cual Guerrero llegó a encabezar a nivel nacional, actualmente se está en séptimo lugar, en tanto en otros delitos de menor calibre el estado se ubica en los últimos lugares de la tabla.
En la misma ocasión se dio constancia de que el programa de entrega gratuita de fertilizantes a los agricultores de la entidad, que el año pasado fue caótico y problemático, esta vez pese a las dificultades introducidas por la pandemia del Covid-19, se ha cumplido ya en una cifra superior al 99 por ciento y de la pandemia misma también hay buenas noticias, pues en lo que va del mes los rubros de contagios y fallecimientos van notablemente a la baja, y la entidad está en los mejores niveles en cuanto a disponibilidad de camas de hospitalización y equipos de ventilación.
En este escenario de claroscuros transcurre la vida en Guerrero, donde también se calientan los ánimos rumbo a la sucesión en el gobierno estatal, lo cual nos dará materia en las siguientes semanas y meses. La temporada electoral ya llegó y la guerra de lodo apenas empieza. Esta será una campaña de videos, a cual más de escandaloso. La ciudadanía tendrá que aguantar y distinguir lo genuino de lo falso, pero sobre todo verá muchos lobos disfrazados de ovejas. Otra vez.