EL-SUR

Lunes 06 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Viejas soluciones, etiquetas nuevas

Efren Garcia Villalvazo

Mayo 25, 2019

Recuerdo hace años que se vino a instalar la empresa Aca Verde presentando como tecnología de punta los rellenos sanitarios. En los albores de la preocupación por la disposición de la basura, esta era una idea revolucionaria contra la disposición a cielo abierto que entonces era lo más común. No era raro ver barrancas repletas de basura a donde acudía la gente a dejar sus desechos, saludando a sus vecinos y aprovechando para convivir mientras vaciaban sus basureros directamente al suelo. No es que ya se haya dejado de hacer al 100 por ciento, pero en aquel entonces era “casi” bien visto.
Recuerdo también una reunión que promovió esta empresa en unas oficinas elegantes y con personal sonriente. El expositor era un extranjero, inglés me parece, quien haciendo uso de diapositivas, explicó como la basura se distribuía en celdas enormes excavadas en el terreno aisladas con plástico grueso para contener derrames de líquidos y a continuación se les cubría con gruesas capas de tierra para sellar olores y hedores. El tema de la separación de algunas fracciones de la basura existía también, aunque no había una insistencia especial en llevarlo a cabo.
Aún así se nos platicó de la experiencia en Europa con la separación de basura. En Alemania se formaron cuatro categorías con recipientes de diferentes colores y costos de disposición. Los de basura poco contaminante costaban algo así como 50 dólares cuando se llenaban. Había uno negro en donde se disponía de materiales altamente contaminantes tales como baterías o tubos fluorescentes; ese costaba 200 dólares. Y había inspectores de los recipientes de basura. Si en la revisión aparecía un elemento altamente contaminante en uno de los recipientes de basura “normal”, de manera fulminante se aplicaba una multa. Y además recogían todos los recipientes normales y ponían cuatro recipientes negros debido a que era un ciudadano en que no se podía confiar para hacer la separación de su basura. El expositor remató que en Inglaterra separar a un grado aceptable la basura para su disposición final les llevó algo así como 10 años. En Alemania al día siguiente toda la gente lo hacía de la manera correcta, como si siempre lo hubieran hecho así.
Cada país separaba en tantas fracciones como les parecía conveniente, pero había uno que era una exageración: Holanda. Separaba en 20 categorías diferentes tales como vidrio café, vidrio azul, vidrio verde, papel blanco, papel de sobres, etc. Incluso mostraron una foto de una caseta con multitud de recipientes para poder hacer esta detallada separación.
Surgió una pregunta entre el público –un servidor– impulsada por un ordinario y plano sentido común: “¿y porqué, si se sabe que hay materiales difíciles de reusar o reciclar, simple y sencillamente los dejamos de fabricar y sólo producimos lo que sea más fácil y barato de procesar?”. Ah, vino rápido la respuesta. Por motivos económicos y mercadológicos. Si una botella coloreada vende más que una sin color se va a fabricar a pesar de que se sepa que es más contaminante. La base de lo que ahora se conoce como Economía Lineal. Tomar, hacer, usar, desechar.
A finales de la Segunda Guerra Mundial mi papá y su familia migraron de la ciudad de Puebla al bello puerto atendiendo recomendaciones médicas al abuelo Adrián, el cual sufría de una herencia no solicitada de males cardíacos. Migrantes españoles todos ellos, llegaron a México con una mano atrás y otra adelante pero eso sí, con muchas ganas de trabajar y salir adelante en un país en donde se les daba una segunda oportunidad. Como buenos hombres de avanzada, su ventaja en el trabajo es que conocían el manejo de la electricidad, siendo el oficio principal de mi papá durante toda su vida. Llevaba a cabo terroríficas verificaciones en los tomacorrientes usando sus dedos como probadores del paso de la electricidad. Tuvieron la oportunidad de trabajar en la instalación del cableado eléctrico del edificio Oviedo, el cual en su mayor parte lo hicieron con cable de aluminio, pues el cobre y el hierro eran metales escasos al final de la Gran Guerra. Fue la época en donde se hacían las cosas con lo que hubiera a mano, se reusaba prácticamente todo y hasta reciclaje se hacía de vez en cuando. No había desperdicio, todo se volvía a usar. Es la base conceptual de la Economía Circular. Mucha reusabilidad, cero desechos.
Los mexicanos somos grandes “reusadores”. Basta voltear a ver los Swap Meet de la frontera. Yo conozco bien los de Tijuana, inmensos, se encuentra de todo y están a la cabeza de los grandes negocios de reúso que son las pacas de ropa, entre otras cosas. Muchísima gente se hace de sus cosas en estos lugares y se abastecen con mucha regularidad de los grandes desperdiciadores de este planeta que son los estadunidenses. Se puede ver que el chip de la economía circular, sobre todo en la frontera, lo traemos a flor de piel.
Ahora se ve que siempre fue la mejor solución y que lo que estamos viviendo fue por impulsar un sistema económico que tenía como objetivo principal el consumo desaforado de los recursos naturales a mano para fabricar nuevos enseres con vida útil corta y de gran durabilidad como desperdicio. No había límites ni para producir ni para desechar.
Suponiendo que el objetivo colectivo sea el de sobrevivir y más aún con cierto nivel de calidad de vida, tenemos que volver a esa era pre-consumidora de antaño. Que todo desperdicio que caiga al suelo o al agua se degrade de manera inofensiva en un tiempo menor a un centésimo de generación, como antes también ocurría. Habrá de ser un criterio de diseño que la vida útil de los artículos se incremente para que sea usado por varias generaciones y los diseñadores de moda desaparecerán de la sociedad por ser impulsores del consumo excesivo por motivos vanos. Gran reto para una generación en que su mundo sale de la pantalla de un teléfono inteligente y que está totalmente desconectada del medio natural.

Twitter: @OceanEfren

* El autor es oceanólogo (UABC), ambientalista y asesor pesquero y acuícola. Promotor de la ANP Isla La Roqueta y cofundador de su museo de sitio, además de impulsor de la playa ecológica Manzanillo.