EL-SUR

Sábado 04 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Viernes 13 con Emmanuel Carrère

Adán Ramírez Serret

Agosto 04, 2023

 

La sociedad occidental adolece de muchos males. En especial cuando se trata de entender al otro parece nacernos una barrera en la cual una persona completamente racional, se transforma en una pared infranqueable a cualquier argumento. Incluso, muchas veces, no es solamente un ente hermético y maniqueo el individuo cerrado a otra forma de pensar, porque esa pared se transforma en odio, en desprecio, en cárceles o en bombas que la mayor parte de las veces explotan sobre gente totalmente inocente.
La xenofobia, el odio a los extranjeros (¿quién lo es en realidad y en dónde?) es uno de los problemas más profundos en la actualidad. Para las personas que sufren xenofobia, un color de piel, una barba abultada o un acento, significan odio y miedo.
Miles y miles de personas sufren la xenofobia en cárceles, en violencia física y verbal, ahogándose en los océanos o errando en los desiertos. Ya sea por pobreza, violencia extrema en su lugar de origen o simplemente por querer otra vida sufren una vida inhumana en nuestras narices.
Esta xenofobia también se convierte en nacionalismo que justifica tirar bombas a otro. Allí, lo que decidan gobernantes – sin que la población tenga nada que ver–, hace enemigos a los habitantes de otro país.
Entre estas ideologías monolíticas están los individuos que se pueden mantener lejos de ambas, o adscribirse a cualquiera de ellas. Lo cual creará enemigos en una sociedad formada por gente que no se conoce, pero se odia. Viven con tanto desprecio y odio por el otro que son capaces de no dejar entrar a una persona a un lugar por su color de piel o en tomar un arma de alto calibre, ir a una sala de conciertos y asesinar a diestra y siniestra a personas completamente inocentes sorprendidas de que en pleno París les disparen sin la mínima razón y con mucho menos piedad. Y que estos hombres armados hasta los dientes, una vez que han matado a tanta gente cuanta han podido, cuando la policía está por someterlos, prendan fuego a los explosivos con que se han cubierto y vuelen por la sala de conciertos en mil pedazos.
Las imágenes son tan violentas que es imposible no odiar a estos terroristas que son una mutación patológica del islam. La prensa ofrece la información, los países se pronuncian y la reflexión brilla por su ausencia. Y es aquí, en donde entra la literatura, la pluma de Emmanuel Carrère (París, 1957) quien se pone el chaleco de periodista para internarse en el juicio a los terroristas. No a los perpetradores directos, pues o se han explosionado o han sido abatidos.
Carrère observa el juicio como el escritor de ficción que es adicto a la realidad. A los hechos feroces de asesinos, tsunamis y esquizofrenias. Se lanza a los tribunales con la curiosidad, la fascinación, respeto o perplejidad que causan víctimas y victimarios.
Los terroristas les dicen a los jueces que no son capaces de entender porque sólo ven una parte de la historia y no las bombas en Siria. Carrère intenta escuchar, dice seguir “el gran precepto de Spinoza: no juzgar, no deplorar, no indignarse, únicamente comprender”. Y agrega adelante: “La posición opuesta la ha defendido nuestro primer ministro de la época, Manuel Valls, en estos términos virtuosamente indignados: ‘comprender ya es disculpar’, no estoy de acuerdo con Manuel Valls” concluye categóricamente Carrère. Porque sin duda a quien se entiende por completo es a las víctimas. Pero en el juicio, mientras se lee el libro, es importante escuchar, incluso a los asesinos o cómplices.
Hay un caso, por ejemplo, que dice muchísimo. En el capítulo Dos padres, Carrère cuenta la historia del padre de una víctima y el de uno de los terroristas. Dos hombres que escribieron en conjunto un libro, Il nous reste les mots (Nos quedan las palabras) en donde reflexionan sobre el hecho de ambos ser víctimas de un mundo complejo y dividido.
Porque lo que nos queda son las palabras, porque el viernes 13 no es un asesino solitario, son ideologías opuestas que se niegan a escuchar.
Emmanuel Carrère, V13: crónica judicial, Ciudad de México, Anagrama, 2023. 263 páginas.