EL-SUR

Miércoles 17 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Vivir en la raya

Ana Cecilia Terrazas

Junio 27, 2020

AMERIZAJE

 

Dice la Academia Mexicana de la Lengua que la expresión “morirse en la raya” es una locución verbal propia del ámbito coloquial empleada en México y Puerto Rico (…) definida en el Diccionario de mexicanismos como “hacer hasta el último esfuerzo por cumplir con lo prometido. Ejemplo, se me hizo tarde, me muero en la raya pero yo llego”*.
Vivir en la raya sería, paradójicamente y de acuerdo con esta columna, algo parecido pero desde una perspectiva vital. Es decir, significaría ofrendarlo todo hoy, pensando que no puede aplazarse o demorarse la entrega hasta un mañana.
La expresión del título hablaría, asimismo, de redimensionar e intensificar el sentido y el deber de la existencia misma; remitirse al presente puesto que el futuro está comprometido a manos de un tiempo que ya no llegó o que cuando menos se encuentra de lo más incierto.
El vivir en la raya de este Amerizaje está asociado a otro tipo de energía o impulso; está vinculado a la gravedad y nobleza de saberes, indagaciones –que pueden haberse venido haciendo con calma, con tiempo– sobre qué es eso de vivir, qué es eso de existir, quiénes somos, de qué se trata esto, cómo se hace de mejor manera, por qué, para qué.
Vivir en la raya ahora es igual o equivalente al “imperativo pindárico”. Píndaro fue un poeta griego, aristócrata, quien se supone vivió cerca del año 518 antes de nuestra era.
Los versos nada simples del poeta solían ser dedicados sobre todo a la crónica de juegos deportivos, a quienes vencían en las batallas –a él le toca vivir la invasión persa a los griegos–, a la investidura de dignidad que se adquiría en un campo de tensión o de lucha.
El significado del imperativo pindárico ha venido evolucionando a lo largo de la historia hasta resumirse hoy como, una vez que sabes quién eres o qué quieres ser, ¡dedícate a (o logra) ser quien eres!
Uno de los pensadores vivos favoritos de esta columnista, Alberto Moreiras, hace poco dijo con sus propias siempre otras palabras que, si algo arroja la pandemia de Covid-19 es el forzarnos, desde esta orilla de la vida, a valorar la existencia misma y colocarla en primer plano, a habitarla completamente, a mirarla con lupa y consecuentemente a consagrarnos a la hechura, construcción o consecución de ser quien somos.
Entonces, el mundo, los continentes, los países, las sociedades, comunidades, pueblos, barrios, condominios y el individuo, las personas, estaríamos teniendo que hacer un resumen urgente sobre quiénes somos y tratar de entregarnos cuanto antes a ello.
Sobre la oportunidad invaluable de las situaciones límite como a la que nos obligan los rondines del Covid-19, hablan tres psicoanalistas expertos.
El doctor Alfredo Zúñiga, psiquiatra, psicoterapeuta especialista en trastornos de sueño y depresión, ha notado que algunos de sus pacientes han replanteado toda su existencia, sus metas, sus hábitos de consumo, para reencontrarse con lo básico, con aquello generador de felicidad, con la familia, los amigos.
De acuerdo con la doctora en tanatología, Hanae Nishizawa, la pandemia “nos sentó a tomar un café con el tema tabú de este siglo posmodernista, la muerte” y nos fuerza a encontrar “razones para no rendirnos”, a recobrar un sentido de dignidad para cualquier momento de la vida.
Especialista en terapia de grupo, la psicoanalista y teórica crítica, Bertha Gutiérrez Sanromán, se auxilia de Heidegger para comentar que esta época de contagios y encierros nos hace más conscientes “de lo efímero de la existencia, para así vivir con mayor atención en eso que es ‘ser’”.
Sin embargo, de pronto resulta casi intuitivo que aunque parezca sencillo el imperativo pindárico “¡llega a ser quien eres!”, pues no lo es tanto.
Lo anterior se debe a que implica dos conocimientos que quizá no tengamos tan a la mano: cuánto nos falta para llegar a ser aquello que queremos y qué es eso que queremos ser.
Entonces el reto está echado para quien aún no se haya planteado quién es o quién quiere o debe ser y cómo se dan los pasos para lograr eso. Es una hélice doble de pensamiento y acción.
Lo que vale destacar por último es que, ser los seres que queremos ser, convertirnos en la humanidad que queremos, no es algo igual a morir en la raya. El imperativo pindárico implica una actualización existencial llena de fuerza y de dignidad, es mucho más cercano al vivir en la raya.

@anterrazas

*http://www.academia.org.mx/espin/respuestas/item/morir-en-la-raya