EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Vivir en paz

Jorge Camacho Peñaloza

Octubre 20, 2017

La gobernabilidad del país no puede depender de grupos a los que el país no les importa. Fernando Savater.

Sí claro, gobernar Guerrero es gobernar un estado bronco, desarticulado, desesperado por la pobreza, que por más esfuerzos que se hagan aun hay mucho camino por recorrer por el gran rezago ancestral en alimentación, bienestar, patrimonio, ingresos, para poder vivir precisamente en paz, y ese sigue siendo el gran reto del gobernador Héctor Astudillo Flores.
Ciertamente, a dos años de su gobierno, hoy Guerrero no es el estado amenazado en su gobernabilidad proveniente de la beligerante reacción de los sectores golpeados por los nefastos gobiernos de Ángel Aguirre y Rogelio Ortega, como los de la normal de Ayotzinapa, el magisterio disidente y el de las organizaciones contestatarias que mantuvieron muy altas sus expectativas hacia estos gobiernos autodenominados de izquierda, sectores que ante la frivolidad con la que gobernaron estos dos gobernadores se sintieron traicionados, defraudados y engañados por lo que reaccionaron violentamente hasta el incendio de las sedes del poder y de los partidos políticos.
Hoy el gobierno estatal no trabaja con el desorden desfachatado de sus predecesores que manejaron la administración pública como un botín familiar y de algunos connotados representantes de la Universidad Autónoma de Guerrero. Hasta ahora no se están administrando como botín los recursos de los guerrerenses.
Digamos que en dos años Astudillo Flores ha logrado estabilizar institucional y administrativamente el gobierno, lo que le ha permitido avanzar en la implementación de algunas políticas públicas relacionadas con el desarrollo, el turismo y la infraestructura social.
Sin embargo, este esfuerzo de suyo insuficiente para superar la marginación y la pobreza en la que viven la mayoría de los guerrerenses, como lo acepta el propio Ejecutivo estatal, se ve opacado por la violencia derivada de la delincuencia organizada, del fuero común y la proveniente de los grupos armados de autodefensa llamados de policía comunitaria.
La violencia es tal que Guerrero es uno de los estados más violentos del país y tiene algunas de las ciudades con más homicidios dolosos como Acapulco y Chilpancingo. La violencia es tal que casi se ha convertido en un elemento normal del paisaje en el estado.
Los guerrerenses seguimos aspirando a vivir en paz, ese es el gran hecho que junto con los avances en el combate a la pobreza, hacen que todo el esfuerzo y logros se sinteticen en “seguir luchando”. El gobierno federal se ha quedado corto en la estrategia de combate a la delincuencia, para bajar la violencia, la estrategia es la que ha estado ausente desde el ámbito federal.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A todos los gobernantes que Guerrero además de la arraigada pobreza, deben de atizarle bien y bonito, pa’que la delincuencia y la violencia, no nos pongan de cabeza… gobernador, cuentas conmigo.