EL-SUR

Miércoles 12 de Febrero de 2025

Guerrero, México

Opinión

Volver a la “normalidad”

Arturo Martínez Núñez

Mayo 12, 2020

 

En pleno pico de la pandemia la humanidad parece desesperada por regresar a la normalidad; a lo que debemos de aspirar es a que, lo que hasta hoy conocíamos como “normalidad”, nunca regrese; debemos de aspirar a que, pasando la pandemia del nuevo coronavirus, seamos mejores ciudadanos de un mejor mundo, más solidario, más libre, más justo y más democrático.
Desde su aparición en la tierra y a lo largo de su evolución, el homo sapiens ha utilizado su mejor herramienta –de acuerdo con la teoría darwiniana–, que es su capacidad de adaptación a las externalidades. Éste es un nuevo desafío para el homo sapiens, del cual, estoy convencido, saldremos adelante. Pero en el camino, habrá mucho dolor, habrá mucho sufrimiento y habrán muchos cambios. Lo “normal” nunca volverá a ser igual.
En primer lugar, ha quedado plenamente claro que los sistemas de salud de todos los países están absolutamente rebasados y son incapaces de hacer frente a una pandemia de esta envergadura. No importa si eres un magnate de Nueva York o un indígena de la Montaña de Guerrero, estás igualmente expuesto a la ferocidad del virus, quizás la diferencia sea el acceso que se pueda comprar con dinero a los servicios de salud, pero incluso hemos visto casos en los que, ni con todo el dinero del mundo se logra rescatar a los pacientes si no se detecta a tiempo su condición.
No es “normal” que casi un tercio de la población de seres humanos en el planeta que suma alrededor de 7 mil 700 millones, siga sin acceder a servicios fundamentales como el agua potable, el suelo firme, el drenaje y la salubridad básica. No es “normal” que mientras una parte del mundo está absolutamente conectada y vive como una sola aldea global, el resto cada vez esté más aislado, más alejado del conocimiento y más condenado a seguir sobreviviendo en el cabús del desarrollo; no son “normales” las asimetrías que existen entre continentes, incluso dentro de países como México, en donde entidades como Aguascalientes, San Luis Potosí o Querétaro, tienen ritmos de crecimiento del 7 por ciento, mientras que otras como Guerrero, Chiapas y Oaxaca, tienen decrementos permanentes. No es “normal” que en México existan ricos que forman parte de la lista de los más acaudalados del mundo –aún si sus negocios son legítimos y bien habidos–, y que todavía una importante parte de la población viva en condiciones de pobreza extrema. No es “normal” que algunos pocos tengan todo y que la mayoría no tenga nada.
Así que no volveremos a la “normalidad”, porque el “normal” al que estábamos acostumbrados era erróneo; el “normal” al que estábamos acostumbrados era invasivo con la naturaleza, arrasaba con sus bosques, con sus mares, con sus recursos hídricos, con sus recursos forestales y con todo lo que se pudiera provechar. No es “normal” la destrucción de las capas de la atmósfera que nos protegen de la inclemencia del sol. No es “normal” el cambio climático provocado por el hombre. No es “normal” el consumo de drogas generalizado, ni la cantidad de enfermedades mentales o emocionales que sufre la humanidad. No es “normal” la falta de fe con la que vive el mundo, lo alejado que estamos de una vida espiritual, pues pareciera que el único dios al que se le respeta y se le rinde culto es al dinero y al poder.
Por eso además de la normalidad de salir a las calles y de la normalidad de poder abrazar a nuestros seres queridos y de poder compartir con nuestros conciudadanos, en los espacios comunes como plazas, parques o cines, debemos de aspirar a que el mundo cambie para bien, a que México cambie para bien y a que Guerrero cambie para bien.
Siempre que ocurre una pandemia de esta envergadura en la historia de la humanidad, el mundo ha salido más fortalecido y mejor; después de la segunda guerra en el mundo se vivieron 75 años de una prosperidad que, aunque desigual, ha sido el mayor avance, en todos los sentidos, tecnológico, científico, humano, humanístico a lo largo de la historia del hombre.
Pero durante estos 75 años, la soberbia del ser humano creció; en el afán del progreso olvidamos que somos parte de un sistema perfecto, de un sistema equilibrado y que el principal depredador de ese sistema es el ser humano. No podemos volver a una normalidad en la que el ser humano se dedique a destruir, y a destruir y a destruir, esperando que esto no tenga consecuencias. De la misma manera debemos de regular, dentro de la libertad que debe de existir para emprender, los ingresos excesivos, la explotación laboral, los esquemas de simulación como el outsourcing y también la corrupción que hay en las juntas de conciliación y en los juzgados. Debemos de dar mayores facilidades a los empresarios, para que no sea un vía crucis abrir una pequeña empresa. Debemos de proveer de servicios básicos, suficientes, de buena calidad y a buen precio. Pero también los ciudadanos debemos de contribuir, debemos pagar impuestos, debemos de pagar predial, debemos de pagar el agua, debemos de contribuir con el gobierno, debemos de ser justos a la hora de pagar impuestos para poder exigir servicios de primera calidad. No podemos aspirar a tener servicios de primer mundo, cuando tenemos un sistema recaudatorio y una cultura impositiva del siglo pasado.
No, no volveremos a la “normalidad”, y eso lejos de ser una mala noticia es una buena noticia, porque estoy convencido de que volveremos a una normalidad en donde el mundo será más libre, más justo, más sustentable, más solidario y más fraternal.

@ArturoMN