Cada vez me resisto más a admitir las palabras: disciplina, unidad, lealtad, que suelen ser invocadas por los partidos políticos para justificar la designación de candidatos o candidatas con bajos perfiles, con malos antecedentes, o de plano miembros de una familia.
Déjeme decirlo de esta manera: la democracia camina hoy hacia un voto diferenciado.
Si la organización a la que se pertenece propone a un personaje impresentable por sus antecedentes de corrupción, mal desempeño en la administración pública y mal trato con la población, ¿usted aceptaría seguirlo y apoyarlo?
En mi opinión, creo que debemos romper con estos paradigmas.
De otra forma, usted estará haciendo algo distinto a lo que le dicta su conciencia y estará fomentando a que se sigan dando este tipo de prácticas.
Cuando en los partidos políticos se designa una candidata o candidato con bajos perfiles como a los que hacemos referencia, se desata una andanada de comentarios negativos: –¿ya viste? volvieron a designar a los mismos… –no tienen llenadera… –sólo se dedicaron a robar… –nunca se preocuparon por el pueblo, sólo por su familia. Estos y otros epítetos es muy común escucharlos o leerlos en las redes sociales.
En lo personal, se me ha criticado porque promuevo el voto diferenciado, pero estoy convencido de mis argumentos.
Yo me guío por la trayectoria personal de cada candidata o candidato, cuáles son sus valores y principios, cuáles son sus propuestas para mejorar el entorno de su comunidad, qué tipo de vínculos tiene, cuál es su visión de futuro del municipio o región que aspira a representar, cómo es su condición humana y sobre todo: que no le mienta a la gente.
En el análisis del comportamiento político de los últimos años, el voto diferenciado también denominado “split ticket voting”, viene creciendo en las democracias modernas.
En nuestro país el voto diferenciado tiene también cada día una mayor presencia, pues el electorado premia o castiga con su voto.
Veamos un ejemplo reciente en el estado de Yucatán durante el proceso electoral de 2018, el cual se considera histórico por distintos motivos: en la elección presidencial, Andrés Manuel López Obrador logró el 39% del total de la votación, equivalente a 455 mil votos; en segundo lugar el priista José Antonio Meade, con 324 mil votos (27.8%) y en tercer lugar el panista Ricardo Anaya con 27.4%, es decir 320 mil votos.
Sin embargo en esa misma fecha los resultados a nivel gubernatura no se movieron en la lógica del “Efecto AMLO”, pues el PAN se ubicó como el partido ganador.
Así, Mauricio Vila del PAN, ganó con 449 mil votos, casi la misma cantidad que obtuvo AMLO, mientras que el candidato de Morena a gobernador se fue a un tercer lugar con tan sólo 231 mil votos.
¿Qué sucedió en la tierra del faisán y del venado? La gente votó más por la persona, por el perfil, que por el partido político.
Yo recuerdo cuando inicié mi campaña política para gobernador, como PRD estábamos muy por debajo del PRI como partido político, no así como persona. Jesús Ortega, que era el dirigente nacional les decía a nuestros operadores políticos: –no hagan campaña por el PRD, hagan campaña con el nombre de Ángel Aguirre Rivero.
Y tuvimos la votación más alta en toda la historia de Guerrero, a pesar de que Andrés Manuel López Obrador no nos acompañó a un solo evento de campaña, y qué bueno que fue así, porque entonces se hubiera dicho: –Aguirre ganó por López Obrador, y qué mejor decir: –Aguirre ganó por Aguirre.
En algunos países se ha dado por implementar también lo que se conoce como voto estratégico, donde los votantes pueden optar por apoyar simultáneamente diferentes partidos políticos o candidatos con cada uno de sus votos.
La hipótesis de Karp y sus coautores, es que los votantes que dividen sus votos lo hacen de forma estratégica con el fin de elegir la opción más viable, suponiendo con ello que estos votantes escogerán una segunda opción de un partido más cercano a su ideología.
El modelo de compensación de Florina, se basa en la experiencia de Estados Unidos, donde para guardar los equilibrios políticos, muchas veces el electorado otorga su voto a un presidente demócrata, pero no así el de la mayoría de la Cámara de Representantes, en este caso a los republicanos, para guardar los equilibrios, o como dice el dicho popular: “ni todo el amor, ni todo el dinero”.
Estoy convencido que por salud de la democracia en nuestro país y en nuestro estado, cada día caminaremos más hacia el voto diferenciado y hacia los gobiernos de coalición. Es cuanto.

Del anecdotario

Hace unos días que me reuní con José Manuel Figueroa, me atreví a preguntarle cuál había sido el momento que más le había marcado en su relación con su padre Joan Sebastian. Lo pensó unos minutos y se atrevió a contestarme, cosa que le agradezco mucho por la confianza depositada en mí: “Mire tío (me dijo), la verdad, lo que más me marcó de mi padre fue dos días antes de que él falleciera”.
–¿Por qué?
–Porque él se preparó para morir, yo siempre lo animaba, siempre le decía que le echara ganas, pero esa vez después de cinco horas de estar conversando y de tanto sufrimiento que él padecía, me dijo muy sereno: “José Manuel, me voy a morir dentro de dos días, ya no aguanto tanto sufrimiento, quiero que lo tomes con calma, me voy en paz… Y me pidió que arreglara algunos asuntos familiares.
Y efectivamente, a los dos días partió uno de mis amigos más queridos, el poeta del pueblo: Joan Sebastian.
Esa tarde maravillosa recordamos muchos pasajes y anécdotas de su vida y coincidimos que Joan Sebastian sigue vivo en el corazón de los mexicanos.
Y José Manuel me dice: “Pues cómo no va a vivir, si lo acabo de ver querido tío, (me dice tío porque lo conocí cuando tenía 4 ó 5 años).
–¿Cómo que lo viste?, le pregunté.
–Estaba yo en Chiapas presentando el espectáculo de mis caballos, y a alguien se le ocurrió ponerle arena al piso de cemento por donde entré montando a toda velocidad… Y es lo peor que se debe hacer, el caballo resbaló y los dos caímos de un lado. Cuando el caballo intentó incorporarse lo detuve, y con su cabeza me pegó un golpe tan fuerte que me abrió la frentey me quedé tirado, perdí el conocimiento por algunos segundos.
“Cuando volví en mí, ensangrentado, vi a lo lejos la figura de mi padre, la de Joan Sebastian que me decía: ‘vuélvase a montar cabrón, no tenga miedo, cumpla con su espectáculo’. Y entonces con más brío me vuelvo a montar, salí a todo galope , con la banda, la pirotecnia. Y sentía que en las ancas de mi caballlo iba montado mi padre que me abrazaba, como cuando eres un niño y tu padre te da consuelo.
Nuestros ojos humedecieron al recordar a este hombre que daba todo por un amigo.
Ahí luego les platico los chistes de Carlos Eduardo Rico, quien también nos acompañó en la comida, para no hablar de cosas tan tristes.
La vida es así…