EL-SUR

Sábado 14 de Diciembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

XIV

Silvestre Pacheco León

Enero 22, 2017

Holland

03 de octubre del 2016. Seguimos nuestro viaje hacia los países bajos desde Frankfurt. Poco a poco, sin darnos cuenta vamos dejando el territorio alemán con sus extensos sembradíos de flores amarillas, cuando vemos frente a nosotros el primer gran molino de cuatro aspas indicándonos que estamos llegando a territorio holandés.
El ambiente ha mejorado radicalmente. Después del medio día abrió el sol, y la temperatura se elevó hasta los 16 grados. Mientras tomamos fotos del emblemático molino, nos distrae una fila de gansos que caminan en formación rumbo al canal pluvial que más adelante forma un lago.
Nos llama la atención la abundante y variada fauna que se observa en el campo y el bosque cuidado, da la impresión de que esta sociedad se encuentra más cercana a la naturaleza.
Todo el territorio es plano, ni por equivocación aparece siquiera una loma, sólo extensos potreros verdes, ricos en pasto y agua. Hay muchas vacas lecheras de la raza holandesa en uno y otro lado del camino, son pintas, de negro con blanco unas, y de blanco con rojo otras; también vemos manadas de caballos pastando, y rebaños de borregos de la raza romanov, dicen que son de origen ruso, de color ahumado, blanca la barriga y el lomo, oscuras las patas, la cabeza y la cola, (esta raza es reconocida en el mundo por su precocidad sexual y su fuerza reproductiva, dicen que suelen tener de tres a cinco crías en cada camada).
Holanda con poco más de 40 mil kilómetros cuadrados de superficie, es uno de los principales países de mayor exportación mundial de productos del campo, sólo después de Estados Unidos y Francia. Para tener más idea del significado productivo de éste país, diré que la superficie del estado de Guerrero es una vez y media mayor que Holanda (las comparaciones son inevitables).

Harwigh

Cuidándonos de la avalancha de bicicletas que nos encontramos a lo largo del camino, por fin llegamos a Harwigh, una ciudad al sur de Amsterdam, donde viven nuestros familiares. Nos reciben con gusto, y en nuestro honor cenamos tacos de pollo con tortillas de harina. Brindamos con tequila mientras platicamos de nuestra odisea por cuatro países.
4 de octubre de 2016. Éste día lo dedicamos al descanso y en el ambiente de tranquilidad que nos rodea afloran las secuelas del estrés que la adrenalina cubrió durante el viaje en automóvil a lo largo de Francia, Suiza y Alemania.
Ana padeció un dolor intenso del pie izquierdo que le impedía caminar, creía que era fractura, pero a fuerza de voluntad, en un tirón que tuvo pareció que los huesos se acomodaron y el dolor cesó.
Palmira tiene problemas con la presión, y como no le hicieron válida su receta de México recurrió a una colega suya, adjunta a la farmacia de la colonia, para conseguir su medicamento.
Después nos dedicamos a planear el recorrido por éste país cuya existencia se me apareció cuando en el mundial de futbol de 1974 conocí a Johan Cruyff, el jugador estrella de futbol que le dio vida a la selección holandesa conocida como la Naranja Mecánica por el color de su uniforme y el juego de conjunto.

Holanda deslumbrante

Desde nuestra llegada a suelo holandés supimos que nuestra capacidad de asombro quedaría desbordada.
Una autopista bien cuidada, completamente recta y sombreada por enormes y uniformes árboles adultos sembrados en el camellón central nos dio la bienvenida, (Holanda en neerlandés como se denomina la lengua local, significa, lugar boscoso).
Entrando al país nos impresiona el duelo de dos motociclistas que con el estruendo de sus máquinas se toman la autopista para una carrera que entusiasma a mi hija Ana.
No cabe duda que la velocidad es parte de la modernidad, eso aún cuando en éste país la generalidad anda en bicicleta, pero mientras manejan uno puede verlos en parejas de romance, o leyendo, o comiendo un helado.
Es seguro que muchas horas de su vida, ocupándose en lo más variado lo hacen sobre ruedas. Claro, no resulta cansado pedalear en terreno plano, pero la constancia en el uso de éste medio de transporte ha hecho de los holandeses unos ciclistas expertos.
Los holandeses han desarrollado tanto la cultura de la bicicleta, la destreza, la educación y el respeto por sus conductores que no necesitan usar casco protector.
Las bicicletas son bastante grandes para nuestro tamaño, pero livianas y de excelente calidad. Uno puede manejar con toda confianza, así sea aprendiz, sabiéndose protegido por los demás.

Muy diferentes pero no tanto para copiarles

Holanda es un país que nos sorprende y cautiva desde el principio. No sólo porque se encuentra bajo el nivel del mar, una proeza de sus constructores, sino también por su orden y limpieza en ciudades y caminos.
En su población no hay obesidad, y son bastante altos. Todos muy blancos, rubios y bien parecidos. No miré a una mujer fea, muchas tienen ojos azules y zarcos.
En Holanda abundan los canales navegables, las fuentes, y también las lanchas que, como los coches, se ven estacionadas frente a las casas y edificios de departamentos. Las ciudades han crecido en terrenos ganados al mar, aprovechando el conjunto de dunas que hacen una barrera natural en el litoral, y también la escasa profundidad y su manso oleaje. Con justicia se le conoce como la Venecia del Norte, salvo por el mar que aquí no hace olas.