EL-SUR

Jueves 09 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Xóchitl, recordar la inseguridad tal vez no sea suficiente

Silber Meza

Marzo 09, 2024

DE NORTE A SUR

 

La oposición le apostó fuerte a la crisis de seguridad que atraviesa México como tema principal de campaña. Los discursos de Xóchitl Gálvez van enfocados, principalmente, en la violencia y la presunta relación del presidente Andrés Manuel López Obrador con el crimen organizado.
Para disminuir los índices delictivos, la panista ha propuesto una mega cárcel que provoque pánico a los delincuentes; que les dé miedo pensar en caer ahí. Claro, no nos dice por qué le daría escozor a un sicario entrar a una prisión mexicana cuando un gatillero sabe que en su oficio criminal hay dos opciones: o quita la vida o se la quitan a él.
Su plan, es verdad, es mucho mayor que las cárceles, pero esta es la propuesta que más ha llamado la atención. Nos hace recordar al presidente de El Salvador, Nayib Bukele.
El discurso de la candidata opositora no se puede disociar de las tendencias #NarcoPresidente y #NarcoCandidataClaudia. Las etiquetas que presuntamente son respaldadas por financiamiento ilegal se han mantenido por días en los primeros lugares de las redes sociales, e incluso han bajado a las gargantas de masas que se manifiestan contra las políticas presidenciales.
Esta campaña coincide, al menos en tiempos, con diversos trabajos periodísticos en los que también se relaciona a López Obrador con el crimen organizado, y sí, como lo hemos dicho en otras ocasiones, también sin elementos que comprueben las afirmaciones o insinuaciones.
El surrealismo electoral mexicano nos ha llevado a presenciar un video donde un hombre encapuchado, identificado como cabecilla de un grupo criminal, decide relatar –como si de responsabilidad cívica y social se tratara, como si repentinamente lo envolviera un halo inmaculado– que en algún momento hubo financiamiento criminal a la campaña presidencial de López Obrador. Pero más increíble aún es la respuesta de un cártel del narcotráfico diciendo lo contrario: exculpando al líder moral del partido Morena.
Estoy totalmente de acuerdo en que en este país no hay problema mayor que el de la inseguridad, y también creo que es el mayor fracaso del gobierno federal del presidente AMLO. Y es que no sólo se trata de contar asesinatos: pasa por la creciente toma de territorios, por el empoderamiento bélico de los grupos, por el crecimiento de éstos en la diversificación de las actividades delictivas, por el uso de drones, por la fabricación de sus propias armas, por la suplantación de actividades propias del gobierno como la renta del predial –pago de “piso”–, la determinación de los precios de los productos básicos, la proveeduría de internet, la ejecución de la obra pública y privada, la venta de refrescos, de tortillas, de pollo, de carne, de energía eléctrica. La autorización para que una empresa se instale o retire de un lugar. Estas decisiones –extorsiones– ya las toma el crimen organizado en buena parte del territorio nacional, y no el mercado autorregulado o el gobierno.
Y si bien es una realidad que aterra y que tiene que atenderse con fuerza y urgencia, no hay verdaderos indicadores que nos muestren que este elemento será una razón determinante para el voto del electorado nacional.
Veamos la popularidad del presidente en un ejemplo que me parece representativo: en la encuesta de Alejandro Moreno para El Financiero se le pregunta a la gente si aprueba o no al gobierno de López Obrador. En el primer trimestre de 2019 tenía 81 por ciento de popularidad; en el segundo trimestre bajó a 68 por ciento; a mediados de 2020 cayó a 60 por ciento; en febrero de 2023 llega a 54 por ciento, el nivel más bajo; en febrero de 2024, un año después, en la peor crisis de seguridad nacional, se recupera un poco y sube a 56 por ciento.
De acuerdo con esta encuesta, y con la mayoría de los estudios demoscópicos que he observado, AMLO no ha perdido el respaldo de la mayoría de los mexicanos. Es decir, por más mal que esté el país en materia de seguridad, que sí lo está, la gente aún lo prefiere como opción de gobierno.
Esto es importante porque, aunque AMLO no se va a reelegir, ha logrado trasladar buena parte de ese apoyo a la candidata presidencial de Morena, del “movimiento”, Claudia Sheinbaum, una política y científica que no lo hizo mal en materia de seguridad en Ciudad de México, donde logró reducir los índices de violencia. Ese es parte de su discurso de campaña, cierto, pero que nadie ha podido desmentir.
Por eso en el equipo de Xóchitl bien podrían preguntarse si realmente la gente cambiará su respaldo al proyecto AMLO-Morena-Claudia-4T los tres meses siguientes si no lo ha cambiado en los últimos cinco años que ha vivido con una inseguridad creciente.