EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Y llegó el día de la vacunación

Silvestre Pacheco León

Abril 19, 2021

La apuesta de cruzar indemnes el umbral del ambiente contagiado hasta la aplicación de la vacuna parecía perdida de antemano, pero nuestro pesimismo cambió cuando en tiempo récord aparecieron las vacunas en el mundo.
Habíamos pasado el año 2020 por todas las fases del ánimo que genera la incertidumbre, el pesimismo, la angustia, el temor, la tristeza y el duelo por los fallecidos pero acostumbrados a portar el cubre bocas y a mantener la sana distancia como medidas preventivas.
Por eso cuando la vacuna llegó a Zihuatanejo las cifras oficiales reportaban 2 mil 248 infectados y 182 fallecidos, números relativamente bajos si tomamos en cuenta la movilidad propia de los centros turísticos.
Por eso nuestro ánimo se mantuvo en alto sin incomodarnos de haber quedado en el último lugar de la campaña estatal. Incluso nosotros que por el apellido nos programaron para el último día estuvimos conformes y sin caer en la tentación de buscar otras alternativas para conseguir la vacuna.
Semanas antes de la campaña en Zihuatanejo se supo que en ciudad Lázaro Cárdenas, Michoacán, se estaba inoculando a las personas de cualquier origen, opción que desechamos pensando en la irregularidad del hecho a sabiendas de que no puede haber canales de distribución ni centros de aplicación de la vacuna diferentes a los oficiales y porque, en todo caso, eso suponía quitar el lugar a otras personas y reproducía el nefasto vicio de participar de la desviación de recursos públicos para beneficio privado, o peor, si todo era una simulación para hacer dinero con vacunas falsas.
Más nos ocupaba la duda si se abatiría aquí el porcentaje de incrédulos sobre la realidad de la pandemia y de los opuestos a vacunarse porque lo consideran riesgoso, algunos creídos en que la inoculación es para matar y otros porque ponen en duda su efectividad para prevenir el contagio.
Y es que la sociedad de Zihuatanejo vive también el efecto de la infodemia que es el término utilizado para referirse a la intoxicante información relativa a la pandemia que circula en los medios de comunicación, cuya abundancia solo causa duda, confusión y desasociego, casi como las fake news (noticias falsas) que conmocionan y hasta causan estragos entre quienes las creen.
Por eso sigue habiendo quienes ponen en duda la existencia misma de la pandemia aún cuando entre ellos no falte la pérdida de algún familiar a causa del contagio, simplemente negándose a aceptarlo, aunque también hay quienes la rechazan convencidos de que la pandemia es parte de la disputa del poder mundial y la vacuna el medio ideal para controlar la voluntad de los vacunados.
Los rumores desde luego tienen su lado risible con el aderezo costeño porque no faltan los chistes desprendidos de tantas verdades a medias, como lo que se cuenta de que la vacuna china hará oblicuos los ojos de quien la reciba, mientras la rusa convertirá a los vacunados en comunistas y la norteamericana en supremasistas seguidores de Trump.
El primer día de la vacunación el tema entre los vecinos fue el caso de siete adultos mayores que eran hermanos, seis de los cuales habían decidido no vacunarse porque aseguraban que eso era para matar, los cuales el mismo día de la vacunación hicieron desistir al hermano mayor que se aprestaba para irse a vacunar.
En nuestro caso ni siquiera hacíamos discriminación sobre las diferentes vacunas disponibles, “con tal de que nos vacunen aceptamos la que sea” decíamos convencidos de que hasta la menos eficaz podría ser útil para ayudar a la deseada movilidad.
Para el tercer día de vacunación la larga fila de adultos mayores que congestionaba el primer tramo de la avenida principal para acceder al centro de vacunación casi se disipó después del medio día porque la mayoría se fue al Coacoyul donde se corrió la voz de que habían sobrado vacunas.
Eso nos benefició porque quienes nos quedamos no esperamos ni un minuto para acceder al centro de vacunación.
Iban delante de nosotros 130 pacientes y el ritmo de vacunación era de 10 personas cada tres minutos, por eso calculamos en una hora la espera incluyendo el tiempo establecido para ver la reacción del antígeno. Pero precisamente cuando nos asignaban la silla para la aplicación de la vacuna todo el proceso se detuvo porque el lote de las poco más de 10 mil se había terminado.
Primero nos dijeron que pronto se reanudaría el proceso, que las vacunas ya las habían mandado pedir al puerto de Acapulco.
En esa espera llegó a la mesa de junto una mujer joven acompañada por un soldado que sin más protocolo recibió la vacunación. No pasó mucho tiempo para que se repitiera el hecho, pero ahora con un hombre joven quien con cierta ostentación pidió que le tomaran una foto a la hora de la inoculación, tal y como hemos visto que hacen algunos jóvenes políticos.
Como muchos de los presentes también yo pensé que estábamos ante un caso semejante, pero nadie quiso averiguar por su cuenta más de lo que habíamos visto, hasta que se oyó de los vacunadores decir que se trataba de dos médicos rezagados en la vacunación de su sector.
Hubo varias versiones sobre la suspensión de la vacuna. Una decía que se habían agotado las más de 10 mil dosis destinadas al municipio de Zihuatanejo pero que llegaría pronto una nueva dotación enviada desde el puerto de Acapulco.
Ya habían pasado dos horas cuando un sonoro aplauso del público hizo que identificáramos al médico de la Marina haciendo su arribo. Pero el aplauso cayó en el vacío cuando miramos que no traía con él las vacunas esperadas.
Cuando el médico se retiró los vacunadores explicaron que ya la vacuna estaba en Zihuatanejo que había que esperar a que se descongelara.
Por eso cuando la vacuna llegó ya no había expectación, simplemente se reanudó el operativo con la pregunta sobre cual de las dos manos ocupábamos con más frecuencia para saber en qué brazo convenía aplicar el piquete.
Al final nadie se quejó de la espera, todos vacunados nos despedimos de los vacunadores y de todo el personal del centro con un gesto de agradecimiento y con la esperanza de volvernos a ver para recibir la segunda dosis.