EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

¡Ya basta!

Héctor Manuel Popoca Boone

Marzo 19, 2016

La noticia política de la semana, (aparte de que seguimos inundados de violencia y crímenes a lo largo y ancho de Guerrero, como producto histórico de la dejadez gubernamental y de la corrupción e impunidad como práctica de gobierno), fue la denuncia de la compra del voto de los diputados locales. Así lo afirma, aun cuando lo expresa de otra forma y con palabras tersas y sin dar nombres, el diputado Sebastián de la Rosa. Al renunciar a seguir siendo la cabeza dislocada de la fracción parlamentaria del PRD y como protesta pública a esa deleznable práctica corruptora enraizada en el congreso local que por lo demás no es nueva, para vergüenza de la clase política guerrerense.
Vino a visibilizar, de nueva cuenta, la corrupción que anida en el recinto parlamentario de muchos años atrás y que fue sacada por primera vez a la luz pública, valientemente, por la entonces diputada Gloria Sierra al aseverar que 200 mil pesos aparecieron súbitamente en su cuenta bancaria, días antes de una votación de interés del gobernador del estado de aquel entonces. En Guerrero, el esfuerzo físico humano mejor pagado es sin lugar a dudas el que realizan los diputados locales al levantar la mano, el dedo o tan solo abstenerse o ausentarse a la hora de una votación crucial para aprobar alguna iniciativa acorde a los propósitos del gobernante, como dice mi amigo Federico Sariñana. No en balde en las encuestas ciudadanas nacionales, siempre el mayor índice de desprestigio lo sacan los diputados y los policías.
El diputado Sebastián de la Rosa con palabras medio crípticas da a entender que el actual gobernador compró votos de diputados para lograr la mayoría calificada en la designación del Presidente del Tribunal Superior de Justicia y del Fiscal General Estatal. O sea, se echó mano de la corrupción para aprobar el nombramiento de ¡los responsables de la procuración y la administración de justicia en Guerrero! No terminan de entender las autoridades gubernamentales que nunca se acabará la inseguridad pública, ni disminuirán las violencias ni la delincuencia generalizada al seguir siendo engendros de la corrupción y la impunidad institucional que practican cínicamente.
Es de todos sabido que algunos policías y jueces ponen la justicia y la ley al mejor postor. Ahora hay que agregar que ciertos diputados son los que ponen su voto legislativo al mejor comprador. Añadamos este tipo de corrupción al catálogo de usos y abusos de cómo se dan, desde el gobierno estatal, la manipulación de las abultadas nóminas de personal de algunas secretarías, las adquisiciones de insumos y materiales y la asignación de la obra pública, a quien ofrezca el mayor moche. En el más reciente Índice de Percepción de la Corrupción elaborado por Transparencia Internacional, México obtuvo una puntuación de 35 sobre 100. Con la corrupción de buena parte de los legisladores locales reafirmamos la fama que tiene Guerrero de ser uno de los estados más corruptos de la República. Para vergüenzas, no paramos.
Hoy por hoy, temerariamente digo que los tres poderes gubernamentales se han convertido en tres de los principales burdeles institucionales con que cuenta estas tierras del sur para prostituir consciencias y voluntades. ¿Con qué autoridad moral invocan públicamente ante el pueblo la vigencia de un Estado de Derecho, cuando ellos mismos siempre están operando en un Estado de chueco? Lo más lastimoso es que estos políticos corruptos de toda ralea, están dispuestos a vender su propia consciencia, cosa peor que la venta del cuerpo que por hambre hacen la mayoría de mis amigas del oficio. La desgracia de Guerrero es que lo han gobernado mal de tiempo atrás; y lo siguen haciendo ahora.
PD1. Hay honrosas excepciones en los diputados que no se han dejado corromper, pero los únicos que como grupo partidario han permanecido ajenos a la compra-venta del voto legislativo han sido los de Movimiento Ciudadano y Morena.
PD2. “Para que una República pueda hacer grandes cosas, el poder central necesita una mayoría parlamentaria invariable. Lo malo es que tiene que adquirirla a través de la corrupción, gusano roedor de las naciones, arma terrible en manos del poder central…”. Napoleón Bonaparte.