EL-SUR

Viernes 26 de Julio de 2024

Guerrero, México

Opinión

Ya es diciembre

Silvestre Pacheco León

Diciembre 12, 2022

 

Se acerca la Navidad y en el campo de la zona Centro del estado se vive la mejor época del año pese a lo cortante del viento frío que baja como oleadas desde la montaña.
Después de la temporada de lluvia que hizo germinar y crecer las semillas, las plantas y árboles han llegado a su esplendor con sus flores y frutos maduros perfumando con su peculiaridad el ambiente decembrino.
Se acerca la Navidad y en los pueblos han comenzado las fiestas con su toque especial de las procesiones y “mañanitas” al amanecer y atardecer habilitando las lomas de sus alrededores como el cerro del Tepeyac desde donde niños y niñas vestidas de Acatecas y Juan Diegos se convierten en las y los protagonistas.
Se acerca la Navidad y en la casa de mi madre en Quechultenango hemos llegado casi todos los hermanos para festejarla por sus 97 años que ha cumplido en la víspera de la fiesta en honor de la Virgen de Guadalupe y por ese doble festejo los cohetes y cámaras inundan el ambiente.
La familia en pleno se ha vuelto a reunir después de los dos años que duró la pandemia, y lo celebramos al modo de las fiestas de pueblo, con música, baile, bebida y comida, recontando las anécdotas que cada quien ha vivido para reírnos y llorar felices de estar juntos.
Muy temprano el domingo pasó la música de chile frito por nuestra calle tocando las populares piezas de las batallas que emprenden los danzantes de moros y cristianos el 12 de diciembre para recordar las famosas guerras de Cruzadas para rescatar los lugares santos y reliquias del cristianismo en manos de los moros.
Van los invitados acompañando la música de viento a cantar las mañanitas a la Virgen de Guadalupe a la casa de doña Aldegunda, una vecina que ya no está con nosotros pero que sus hijos la recuerdan como si estuviera viva siguiendo su costumbre de recibir a los danzantes con un almuerzo de pozole y mezcal que muy de mañana ayudan a entonar el cuerpo.
Anoche mediante el sistema de sonido se invitó a la comunidad a la velada de la Virgen que se celebra con una cena de tamales y atole que cada año ofrecen los organizadores de la danza de “moros y cristianos” ya muy disminuida y a punto de desaparecer.
La familia León Sánchez animadora de la danza dedicada a la virgen de Guadalupe comenzó la fiesta desde el sábado con el paseo del toro por las calles del pueblo. Todos los hombres y mujeres que se agrupan en la asociación de charros, así como jóvenes entusiastas acompañaron el recorrido exhibiendo al animal que será sacrificado para la comida comunitaria.
Hoy lunes con una misa solemne en la iglesia católica concluyen las procesiones que se realizaron durante los doce días, desde el primero de diciembre, como anuncio de la aparición de la virgen en el cerro del Tepeyac, según la leyenda que de todos es conocida.
La costumbre de festejar públicamente a las Lupitas la hemos reanudado después de dos años en los que la pandemia del coronavirus nos mantuvo recluidos para emerger como sobrevivientes.
Son cuatro años ya los que dejé de venir a mi pueblo para participar en el festejo familiar al que nos convocamos, y me encuentro complacido de participar de la costumbre familiar y comunitaria que nos da la oportunidad de reunirnos y abrazarnos.
Hasta el temblor en la mañana del domingo con sus más de 6 grados se convirtió en parte del festejo porque nos obligó a levantarnos temprano y juntos sobreponernos al susto aprovechando para que nos rindiera mejor el día.
Casi todos sus hijos y muchos de sus nietos acudimos a la casa materna de doña Guadalupe León Salazar para festejarla y volver a preguntarle la clave de su vitalidad cuando le faltan escasos años para hacerse centenaria.
El disfrute para mí ha sido doble en esta visita sorprendido por el extraordinario tamaño que han alcanzado los árboles que sembré y aquellos que por generaciones todos hemos cuidado.
Así como murieron los centenarios árboles de mango que le dieron nombre a la casa de mis padres, su patio se ha repoblado con robles, truenos, tulipanes africanos, guanábanos, almendros, nanches, toronjos, guamúchiles, clavellinas, parotas y orquídeas; jacarandas, aguacates, plátanos y primaveros, todos compartiendo un terreno casi insignificante a la orilla del río.
Una sombra fresca creada por esa comunidad de árboles y plantas hace de nuestra casa un oasis que refresca y alegra la reunión familiar frente al caluroso y reseco pueblo donde ahora priva el pavimento.
El viaje hasta Quechultenango ha sido placentero. Todo el camino de la cañada, desde Chilpancingo hasta el río Azul es disfrutable para pasear sin pérdida de tiempo ahora que se tiene la facilidad de librar el paso por el centro de Tepechicotlán con sus calles estrechas y atascos convertidos en frecuentes y violentas disputas por el paso.
La vía alterna que no tiene mucho tiempo de haberse estrenado es un paseo agradable porque la carretera pasa entre los sembradíos de maíz que ahora han crecido por toda la campiña guerrerense como futuro promisorio de la buena alimentación.
Los puestos de cacahuate y jícamas, mandarinas e ilamas son un atractivo más para el paseo. Para los vacacionistas será buena noticia saber que en el balneario de Santa Fe sigue la tradicional atención que dispensan a los visitantes las dueñas de las enramadas ofreciendo la comida tradicional con sus tortillas hechas a maño que uno puede saborear mirando fluir con el cadencioso arrullo del río el agua que discurre casi mojando los pies.
El balneario del borbollón donde nace el río Azul ha mejorado en su cuidado y presentación a favor del medio ambiente, no importa que ahora se cobre por la entrada si eso sirve al cuidado del lugar paradisiaco donde los visitantes pueden presumir de que se bañan en pozas de agua azul, refrescante y virginal que nadie más reúsa.
Es diciembre, termina el festejo de la Virgen de Guadalupe con los rezos y cánticos de Hermila Amilpas, la heredera de la artesanía de los cohetes de pólvora, y estamos a la espera de los aguinaldos con los que comienzan las posadas y luego los preparativos para la cena de Navidad y los regalos.
Claro que nada de eso impide que nos preocupemos por la violencia que no cesa en el estado afectando a los más desfavorecidos de siempre, distantes de los gobiernos que tienen otras prioridades.