EL-SUR

Lunes 02 de Diciembre de 2024

Guerrero, México

Opinión

AGENDA CIUDADANA

¿Ya tiene(n) lista la lista?

Lorenzo Meyer

Noviembre 01, 2021

La ley de hierro formulada por el economista francés Thomas Piketty sostiene que en el capitalismo la acumulación del capital tiende a crecer más rápido que la economía en su conjunto, lo que lleva a una concentración sistemática de la riqueza en pocas manos. Situaciones excepcionales han revertido el proceso –por ejemplo, las dos guerras mundiales– pero sólo temporalmente. En México la Revolución y su reforma agraria algo alteraron las tendencias concentradoras de la riqueza, pero a partir del alemanismo (1946-1952) la ley de hierro volvió por sus fueros y hoy el 10% de la población dispone del 64.4% de la riqueza del país mientras el 90% debe luchar por el restante 10% (Diego Castañeda, Nexos, 30/07/20).
El régimen postrevolucionario se puede definir como una red de vasos comunicantes entre cúpulas del poder político y el económico por las que intercambiaron sistemáticamente dinero por contratos, concesiones, permisos, condonaciones impositivas, posiciones de gobierno, legislación y decisiones judiciales a modo. Sin embargo, a partir de las elecciones de 2018 –elecciones sin precedentes donde el fraude ya no jugó el papel decisivo– tomaron el gobierno un partido y un líder carismático (Andrés Manuel López Obrador [AMLO]) que se propusieron modificar ese régimen de unidad entre los intereses del poder económico y el político y usar al gobierno (al federal, por lo menos) para transformar un sistema que por más de setenta años se había dedicado a validar la ley de hierro de la concentración de la riqueza por otro que la invalide o modere.
La respuesta del poder económico no ha sido uniforme. Mientras grandes concentradores de riqueza como Carlos Slim han buscado no chocar públicamente con AMLO y negociar con él proyectos concretos, otros, en cambio, no tardaron en desatar una gran contraofensiva política en los medios y las redes sociales y activar a organizaciones de la sociedad civil contra al proyecto lopezobradorista, dar forma a un frente partidista para actuar en el plano electoral y en el Congreso, presentar amparos contra los proyectos gubernamentales, establecer alianzas con organizaciones internacionales de derecha, etc.
Claudio X. González Guajardo (CXGG) destaca hoy como organizador y coordinador de esfuerzos abiertos o soterrados de quienes no están conformes con la desestructuración del viejo régimen –el entramado urdido en la penumbra de los corredores de un sistema presidencial, autoritario y lejos del escrutinio público– que durante décadas aglutinó a concentradores de riqueza y concentradores de las decisiones políticas.
Desde luego que dentro del marco del pluralismo democrático CXGG tiene todo el derecho de usar la fuerza que le puede dar su fortuna familiar y la de los grandes empresarios que le sostienen. Sin embargo, en un tweet que CXGG lanzó no sólo vaticinó un final catastrófico para el lopezobradorismo, sino que fue más allá y cruzó una frontera al amenazar de manera implícita a quienes no estén con él. Dijo: “Hay que tomar nota de todos aquellos que, por acción o por omisión, alentaron las acciones y hechos de la actual admon. [sic] y lastimaron a México. Que no se olvide quien se puso del lado del autoritarismo populista y destructor.”
En democracia se supone que siempre es legítima la “oposición leal”, leal a las reglas del juego democrático. Pero otra cosa es amenazar con hacer listas de adversarios y de aquellos que fueron neutrales (“omisos”) y no se pronunciaron abiertamente contra el lopezobradorismo. ¿Cuál es el objetivo último de esas listas que van a elaborar CXGG y sus patrocinadores? Cuando la llamada 4T acabe “mal, muy mal” como vaticina CXGG ¿las van a usar para ejercer represalias? ¿De qué naturaleza? ¿La oposición anuncia que sus reglas del juego ya no serán las de la democracia?