Día de la Santa Cruz

 Festejo de quienes construyen casas pero que pocas veces llegan a tener una como Dios manda

 Aurelio Peláez

Día de la Santa Cruz, día de los albañiles. Temprano, se oye el estallido de algunos cuetes en el cielo de las misas que se dan en honor del gremio de la construcción, pero de los de abajo, los que pese a deslomarse toda la vida cargando los ladrillos y el bulto de cemento, no alcanzarán a tener una casa como Dios manda.

Por la mañana se instala la cruz de madera en la parte más alta por la construcción en turno. La cruz se cubre de papel de colores que se mecen al viento. Es además una especie de gracia para la casa o el edificio realizado, que reclama su reciprocidad: la barbacoa al mediodía y la botella de brandy Presidente y unas cocas.

El patrón o el ingeniero de la obra tienen previsto parar el trabajo temprano e improvisar unas mesas de madera, con el cemento todavía pegado, y blocks de cemento a madera de sillas. No hay discurso ni nada. Decirlo sería un sacrilegio. El entorno son las varillas pelonas, los tabiques, el cascajo. Si es una obra grande, no está de más traer un trío o una grabadora con casetes con cumbia o corridos de matones de la Costa Chica. Nada como un buen corrido para comenzar un pleito por ahí de la cuarta copa.

Los platos de cartón ya usados se van arrinconando en alguna esquina. La salsa y algunos huesos adornan el suelo. Los saludos van entonces del “compadre” al “pendejo”: no me pendejee compadre, bájele de güevos guey, después no te abras cabrón. La bronca nunca falla.

Por la ciudad, las obras se ven dispersas, las construcciones cada vez son menos. Las grandes construcciones son cosa de otros años. Por ahora son condominios por la zona de Punta Diamante, casas y departamentos para ricos que son el orgullo del gobernador René Juárez. Unas casas del grupo Geo por Tres Palos, casas populares, que para variar dañan el ecosistema.

Y los chalanes son sobre todo jóvenes. Menores de 20 años, los muchos. La escuela quedó como cosa del pasado. Ahora la realidad son esposas también jóvenes, hijos a temprana edad y una ciudad donde los empleos son pocos.

–¡Salú, compadre¡

–Ése, la policía estuvo ayer en la colonia pasando báscula, ése.

–Pero ni pendejos que fueron hasta arriba, allá sí los apedrean ése.

–Yo le aventé el tiro al Mike, andaba tirando aceite.

–El domingo no voy a ir a jugar, tengo pedos en El Cayaco.

–¿Y tu vieja?

–Ya se la llevó su mamá.

–Se abrió el Mike.

–Ese güey anda vendiendo piedras.

Es la hora del cartón de cervezas sobre la mesa. El amigable sonido del destapador sobre la corcholata. Es la hora de aflorar el músculo, de los huesos más bien, sujetos diarios de la carga; de tomar en la mano algo que no sea la pala, de no esperar el sábado para ir por las caguamas a la tienda.

Un día de excepción, donde parece que los policías no andan a la caza del albañil borrachín de regreso a casa, esquilmando los últimos billetes de la raya que no dejó en la cantina.

La cruz es testigo de la fiesta, del cambio de ánimo de ese chalán que nunca habla y ahora anda de grupo en grupo dando abrazos, saludando, esperando que un golpe lo coloque en el suelo. Dos o tres horas después, el patrón, el ingeniero de la obra, aparecerá impaciente. Comenzará a escamotear las cervezas, la coca cola, el hielo.

–¿Ora mi Inge, otra caja, no?

El Inge no oye. Mirará el reloj, hay fiesta de ingenieros más tarde en otro lado.

–Ya cabrones, hay que chingarle mañana…

Hay protestas en voz baja. El Ingeniero ignora la mentada de un silbido. Algunos se comienzan a levantar de los improvisados asientos. El tiradero de basura es cosa del patrón. Ahora, la caminada hasta la parada de camión. Luego, tomar otro, bajar aún tambaleante hacia la casa, sorteando un perro, el charco de la calle sin pavimentar. La casa de tabiques pelones y techo de cartón que se divisa al fondo.

Indígenas migrantes en Acapulco

 

 Entre la pérdida de identidad y su inexistencia para las autoridades

 Kenia Guzmán Pérez

Pareciera una comunidad serrana por lo sinuosa, polvorienta y accidentada de su avenida principal, pero se trata de la colonia indígena Hermenegildo Galeana, situada en la parte alta de la opulenta Costa Azul, habitada mayoritariamente por artesanos del Alto Balsas.

Y su realidad así lo corrobora: no tienen agua potable, la traen por gravedad. No hay pavimento, las calles están salpicadas de rocas y los cables de luz y agua forman una enorme telaraña negra en la que no se alcanza a distinguir el destino final de cada uno de ellos.

Todos ellos llegaron ahí por una “invasión” perredista. El 80 por ciento de sus habitantes son nahuas de San Juan Tetelcingo, municipio de Tepecoacuilco, pero también hay mixtecos y tlapanecos de La Montaña y la Costa Chica.

La colonia está llena de casitas de madera, de palapa y de lámina de cartón y una que otra de material.

Todas ellas comparten algo en común: el trabajo, constante, incesante, que les provee del dinero necesario para subsistir en esta ciudad.

Las familias indígenas se reparten el trabajo, mientras unos fabrican las artesanías en casa, otros salen a vender o a comprar la materia prima.

Aquí todos trabajan, incluyendo los menores, de quienes sus padres presumen que en caso de quedar huérfanos, ellos ya saben cómo sobrevivir. Se enorgullecen de no ser delincuentes y de ser, tal vez, el grupo social más limpio en problemas de tipo judicial.

Este parece un asentamiento común y corriente, pero quizá más marginado.

Sin embargo cuentan con su propia escuela primaria bilingüe, la Telpochkali, a la que asisten 47 niños, pues la institución apenas tiene cuatro aulas, tres maestros y un director. Aquí se les enseña a hablar y a escribir nahuatl porque muy pocos niños indígenas nacidos en Acapulco conocen la lengua de sus padres.

La escuela carece de sanitarios dignos, los niños hacen uso de malolientes letrinas y no tienen espacios dónde hacer deporte, ni dónde descansar en el recreo. Un aula concentra la dirección, la biblioteca y la sala de usos múltiples.

Quince mil indígenas que no

reconoce la Conadepi

En Acapulco hay cerca de 15 mil indígenas Me’phaas (tlapanecos), mixtecos y nahuas, en su mayoría de La Montaña y del Alto Balsas, que enfrentan problemas de empleo, vivienda, servicios médicos, pero sobre todo la pérdida de su identidad, sus lenguas y la violación de sus derechos humanos.

A su llegada a este puerto es como si trataran de olvidar su origen, sus pueblos, la pobreza que allá existe y comenzar a inculcar a sus hijos el idioma español, únicamente, con la creencia de que así ya no sufrirán las humillaciones y la burla de la sociedad.

Otro de los problemas sociales de los migrantes indígenas es el impedimento por parte de los tres gobiernos de vender sus productos en las playas, la Costera y áreas turísticas.

Datos oficiales de la Unidad de Asuntos Indígenas del Ayuntamiento de Acapulco, señalan que en el puerto hay reconocidos 10 mil 249 indígenas migrantes de las 4 etnias de Guerrero, la mayor parte de esta población son mujeres, 6 mil aproximadamente. Luego le siguen hombres, ancianos y niños. La mayoría son nahuas del Alto Balsas y Chilapa, y en segundo lugar se encuentran los mixtecos y tlapanecos, que provienen de los municipios de Malinaltepec, Metlatónoc y Tlapa, de la región de La Montaña. Los mixtecos son los más organizados.

El jefe de la unidad, Regino Díaz López señala que partir de la lucha zapatista de Chiapas, en Acapulco se comenzaron a crear organizaciones civiles para la defensa de sus intereses y por ello ahora hay una Federación de Artesanos Indígenas del estado de Guerrero, de nahuas, la de Artesanos del Alto Balsas, la de Artesanos Amateros, la Unión de Indígenas Radicados en el Municipio de Acapulco y la Coordinadora de Indígenas Radicados en el Municipio de Acapulco y la Unión de Vendedores de Grupos Étnicos.

Algunos son militantes del PRI, otros del PRD y también han simpatizantes del PT.

Los indígenas viven en todos lados: en los barrios históricos, en las tres etapas de la Jardín, en las colonias Chinameca, Hermenegildo Galeana, la Base, Ciudad Renacimiento. En El Treinta, El Bejuco, Puerto Marqués, La Sabana, San Martín El Jovero y Los Órganos de Juan R. Escudero.

La mayoría que vive en el centro, renta, algunos desde hace 30 años y los de la periferia han conseguido sus viviendas como “invasores” de tierras. Estos son mayoritariamente tlapanecos.

Su alimentación consiste en frijol, tortillas y huevos, dieta que consideran “buena”, en comparación a las “hierbas” que comían en sus pueblos.

Díaz López afirma que aún cuando se alcanza esta cifra de indígenas migrantes (las distintas organizaciones étnicas señalan que en temporadas turísticas altas puede haber hasta 25 mil nativos), la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (Conadepi), antes INI, no reconoce la presencia de indígenas en Acapulco. La dependencia federal, dice, sólo acepta a la comunidad de San Martín El Jovero, de este municipio, fundada por tlapanecos desde hace 15 años, como núcleo de migrantes. Señala que tampoco esta comisión tiene oficinas en el puerto.

Perder la identidad, primer

síntoma

La migración de las 4 etnias en Acapulco se acentuó hace 40 años. El funcionario indígena dice que en sus pueblos no hay condiciones de vida, oportunidades de empleo y educación. Hay un total aislamiento, no hay carreteras, ni caminos, y la                 agricultura, que es lo básico, es muy pobre. Todo eso ha orillado a los indígenas a emigrar.

Cuando llegan a Acapulco el primer problema que enfrentan es donde vivir. “Yo lo viví, me vine siguiendo a los primero familiares que aquí se establecieron. Cuando uno llega no trae dinero y llega de arrimado con familiares. Una vez instalado te vas habituando al trabajo que los familiares desarrollan”.

Muy pocos buscan otro tipo de empleos, como de servidumbre, porque se dedican a la fabricación de artesanías de barro, madera, collares de vidrio. Otros hacen zarapes y hamacas. También son vendedores de raspados, aguas preparadas y ropa de playa.

De ahí el grave problema que tienen con Vía Pública, con las nuevas políticas del gobierno municipal de ordenamiento del ambulantaje los que han salido más afectados son los indígenas.

Aunque cargan todo el día mucha mercancía, a los únicos que más o menos les va bien son a los vendedores de raspados, que se llevan sus 80 o 100 pesos al día. Hay mujeres indígenas que ganan 30 pesos diarios.

El dirigente de la Unión de Pueblos Indígenas, Kau Sirenio Pioquinto, señala que el problema más grave de los indígenas en Acapulco es el acceso a la educación.

Los niños indígenas que llegan a Acapulco prácticamente ya perdieron su lenguaje, que es parte de su identidad. Por la discriminación que existe contra ellos los papás ya no les quieren enseñar a hablar su lengua, y hay pocos escuelas donde ellos puedan recibir instrucción, y en las cinco escuelas que hay en el municipio a los maestros les importa poco.

“Porque somos indígenas y somos muy cerrados, pensamos que hablar nuestra lengua materna es un retroceso, lo cual es todo lo contrario porque la lengua no retrocede el desarrollo del hombre, sino lo que retrocede el desarrollo del hombre es la falta de conciencia y credibilidad a su identidad”, explica.

Agrega que los padres han dejado de enseñar la lengua a sus hijos por el dolor que ellos han sufrido. “Los indígenas padres sufrieron muchas humillaciones hace tiempo, cuando ellos iban a una dependencia de gobierno no los atendían, cuando el gobierno se reía de ellos o cuando eran detenidos arbitrariamente nadie los asesoraba, ni los traducían a su lengua, por eso no quieren que a sus hijos les pase lo mismo. Ese es el temor”.

Afirma que la educación es cada día más castellanizada, en lugar de promoverse el rescate de las lenguas indígenas.

Aunque ya no es igual, respecto a sus tradiciones religiosas, sólo en la colonia Unidos por Guerrero, cada año se hace la fiesta a San José. En tanto en San Martín El Jovero, se celebra todavía la fiesta a San Martín Caballero. Otros, según un estudio estadístico del ayuntamiento, anualmente la gente se va a sus pueblos originarios a visitar a sus santos patronos. Gente que lleva aquí viviendo de 15 a 20 años. Eso ha servido para no perder totalmente las costumbres, la fe.

No pedimos ni láminas ni despensas a los candidatos a la alcaldía: Sánchez Coronel

El presidente de la Federación de Artesanos y Comerciantes Indígenas del estado de Guerrero, Eusebio Sánchez Coronel, comenta que la situación de los migrantes indígenas en el puerto es crítica, pero actualmente ha habido un poco de tolerancia en la venta de artesanías en la vía pública, “aunque nunca habrá conciencia hacia el trabajo de los indígenas, únicamente hay gobiernos como el actual que nos ha tratado bien a comparación de don Zeferino Torreblanca, que trató de acabar con nosotros”.

Varios niños y mujeres fueron golpeados en las playas por vender, dice. “Protestamos hicimos cuatro manifestaciones y al último nos mandaron a la cárcel, pagando 3 mil pesos para salir. Pero hoy estamos contentos porque esta administración nos ha dado un trato más o menos regular”, señala el dirigente.

Sánchez Coronel agrega: “nosotros nunca andamos pidiendo a candidatos o al Ayuntamiento que nos regale láminas o una despensa, lo único que queremos es que nos dejen trabajar, porque sabemos trabajar porque de ahí comen nuestros hijos y está el sustento de toda la familia.

Opina que son necesarios cursos de capacitación para mejorar la artesanía y créditos para mujeres y facilidad para vender.

Un fondo federal

desaprovechado; del gobierno estatal “ni un cacahuate”

En 2001, la delegación estatal del INI creó el Fondo para Indígenas Migrantes de Acapulco, el cual no era nada nuevo ya que existía en Ometepec por ejemplo, dotándose en su inicio de un millón de pesos y en 2002 otros 800 mil pesos.

El gran problema surgió porque el fondo funciona por comisiones, la financiera, de evaluación técnica y la de contraloría social, por lo que dos integrantes de la comisión financiera, uno de ellos el dirigente de la Unión de Indígenas Radicados en Acapulco, Marcos Guevara Saavedra, sin el consentimiento de nadie, desviaó 28 mil pesos, que posteriormente la contraloría del entonces INI detectó, ocasionando las diferencias al interior del fondo.

Por esa razón los recursos se encuentran desaprovechados y sin utilizarse.

Aquí en el municipio, el Cabildo aprobó un presupuesto de 669 mil 260 pesos para 2004, con el fin de apoyar con instrumentos musicales a las bandas indígenas del municipio, talleres de capacitación de género y salud para mujeres indígenas y talleres para artesanos.

Esta oficina está levantando un estudio socioeconómico que luego harán llegar a la Conadepi y a la encargada de Asuntos Indígenas de la presidencia de la República,                 Xóchitl Galvez, para demostrar que en Acapulco sí hay indígenas.

Del gobierno estatal, afirma Regino Díaz que no han recibido “ni un cacahuate. Sé que reciben al priísta Marcos Guevara Saavedra en Protur y a cada rato entra y sale de la Secretaría de Asuntos Indígenas del estado, pero nada más a ellos, a los indígenas priístas”.

Meca del comercio nuestro de cada día

 


El mercado central

 Aurelio Peláez

Va golpe de claxonazos y de luces; del olor dulzón de las frutas y de la peste de la basura de dos días; de la aparición de la gente de entre las sombras y de la furtiva retirada a las mismas, de las ratas, reinas antes de la mugre y en el día por delante, de las alcantarillas. Son las 5 de la mañana en el mercado central, de entre la noche que todavía no se va salen gritos, ruidos de cadenas y de cortinas de metal que se descorren, gritos que se convierten en bullicio. Es el comienzo de una nueva jornada.

Va golpe, golpe avisa. Por la Feliciano Radilla y a un costado de la Vía rápida vienen trabajadores jalando y empujando el diablito, según el estilo. Por la Dos de Agosto llegan las ollas de carnes, barbacoa; por la Radilla, las camionetas de frutas y legumbres; por la Vía rápida, las camionetas con el pescado y el marisco anunciándose en cajas de plástico con neblina de hielo.

Es la madrugada de los cuchillos, de los tasajos silenciosos sobre el filete de cazón o de pez vela; del golpe de hacha sobre la carne de res; del cebollero blandido por señora experta que desarma en tres piezas un pollo: el suelo es resbaladizo, en la de pescados, corre agua y escamas que al paso del tiempo son una costra unida al cemento; en la de carnes pasean hilillos de un agua rojiza.

En las afueras, se oye el motor de los autobuses, ya clarea, ya entran los primeros clientes, bolsa en mano.

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 El mercado central fue inaugurado el 20 de noviembre de 1968 por el entonces gobernador Caritino Maldonado, y el presidente municipal Martín Heredia Merckley. Era síndico municipal Alfredo López Cisneros, padre del ahora alcalde Alberto López Rosas. No obstante, los mil 900 locatarios se instalaron un año más tarde, ya como alcalde Israel Nogueda Otero.

El mercado cuenta con mil 43 locales, pues algunos se han ampliado. El edificio integra nueve naves: fondas, bodegas de frutas, carnes rojas, pollo y pescados, jarcería, flores naturales, y guaraches, zapatos y ropa, así como la llamada nave mayor. Esa última abarca los negocios de abarrotes y yerbas y es una construcción nueva, pues en julio de 1996 se incendió esa área. La reconstrucción fue lenta, los locatarios protestaron bloqueando calles como la avenida Cuauhtémoc. Finalmente, un año después, les entregaron el nuevo edificio, aunque el gobernador Angel Aguirre lo bautizó con el lema de su gobierno: Un nuevo horizonte para Guerrero.

De este lugar se levantan diariamente de 2 a 3 toneladas de basura, y en temporadas como la navideña o Semana Santa, el doble. Apenas hace tres meses se completó el acceso por autobuses a esta central de abastos, luego de años en que fue ocupada por comerciantes. En agosto del 2003 se desalojó la calle Vallarta, y antes, en mayo del 2002, la Feliciano Radilla. La desocupación de la Radilla se completo este año, con el retiro de los comerciantes de la ampliación.

Ambas medidas se dieron en los gobiernos municipales del PRD, pues por complicidad o miedo a perder el apoyo de los líderes de esos comerciantes (Eloy Polanco, Dalia Serna, Antonia Hernández), los anteriores alcaldes priístas les habían permitido invadir la vía pública.

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 Hay partidarios de que, para bajar la cruda o la peda, nada como un caldo de pancita. Sobre la mesa de cemento esperan el plato caliente y el humo, que penetra la nariz. El olor del caldo entra como las sales de amoniaco aplicadas por el manager a la nariz de un boxeador desguanzado después de una paliza. Sobre el banquito el boxeador seminoqueado reacciona al madrazo del olor intenso y sacude entonces la cabeza para levantarse al siguiente round, a recibir la siguiente paliza. Así parecen los crudos.

Bajando la escalera a la nave de las fondas uno se encuentra con La Esperanza, uno de los dos locales que venden la pancita. El local, con 30 años de abolengo, a eso de las 11 de la mañana ya vendió todo. La señora Esperanza, la dueña, ya se fue. Queda la encargada de la cocina, una sanmarqueña hablantina pero desconfiada:

-¿Es reportero, dónde está su gafete, a ver su gafete? –ataja, cuando vienen las primeras preguntas sobre el caldo. Le molestan las muchas preguntas.

Don Pedro de los Santos, en silencio, tranquilo, consume uno de los últimos caldos a sorbo lento. “Yo tengo 30 años viniendo a diario”.

–¿Para qué es buena la pancita, para la cruda…?

–Mire, yo nunca tengo cruda, ni tomo –y enseña su vaso de café con leche.

Su voz y su mano tiemblan levemente.

–Esto da mucho vigor, mire, yo ya voy a cumplir 80 años. Todo es bueno, las patitas, el callo, el libro.

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 Eloy Polanco Salinas tiene 35 años como líder del mercado central, o como uno de ellos, aunque el afirma que sólo su organización, la CTM, es la que tiene la representación de casi todos los locatarios. Su oficina, en medio de las naves, es un lugar pulcro y con aire acondicionado. El viejo locatario de mercería es también de vestir pulcro. Adentro, se aislan los ruidos del “¡pásele, pásele!”, “¡que busca patroncita!” o los ya escasos “¡golpe…!”.

–¿Hay quienes le dicen cacique, don Eloy?

–¿Cacique? No sé a qué se le puede decir cacique. Usted como gente instruida… mire, yo no pongo ni quito. El cacique manda a matar, manda a golpear. Eso (en el mercado central) no existe. Yo ando sin pistoleros. No he matado ni golpeado a nadie…

Aunque hace un hincapié:

–Los tiempos duros ya pasaron, cuando había competencia de liderazgo con Dalia Serna. Ahí sí le entramos a los golpes para defender a nuestros espacios, a nuestros compañeros –y ello, porque cuenta que la también dirigente priísta, sin ningún local en ninguna nave, se quiso erigir como dirigenta de un grupo y manejar la distribución de locales, que acepta Eloy Polanco, quedaron a cargo de su organización.

–Aquí yo he conocido cuatro generaciones de comerciantes, desde hace cuarenta años, de cuando algunos estaban en El Parazal y en las calles Galeana y Mina (de donde se les trasladó entonces al nuevo edificio); yo me llevo bien con todos, me respetan, me admiran, vienen y me llaman cuando he querido retirarme –de ser líder, asegura.

–Vienen aquí señores y me presentan a sus hijos, me dicen, ‘gracias a que usted nos dio un local mi hijo pudo estudiar una carrera’.

–¿Entonces usted es un patriarca?

–Tengo una gran familia, no lo puedo negar. Tengo (entre los locatarios) 20 compadres y como unos 15 ahijados que ahora trabajan aquí.

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La vecindad despierta. Pasan de las 2 de la tarde y ya con escasos clientes el mercado deja mostrar su lado privado, íntimo. Por los pasillos corretean niños, juegan al trompo, patean balones. Dos chavitos, de unos seis o siete años se avientan un breve “trompito” de dos patines y un empujón:

–Ése, no te hizo nada –le dicen al más grande, que recoge su trompo y deja el pleito. El más pequeño sigue con las manos levantadas. Quiere más, pero ya los demás le dieron la espalda.

Los más grandes están en las maquinitas, que con su ruidero le dan ambiente de calle al lugar. Las televisiones, de pantalla pequeña, se encienden. Se sacan mesitas y sillas al pasillo. Es la hora de la comida.

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Jesús Gómez Salgado, el director municipal de Mercados, muestra un oficio del día 13 dirigido al director de Saneamiento Básico, Fernando Terrazas, mediante el cual le pide enviar camiones por la basura que ya lleva acumulada tres días. Las oficinas de la dirección están ubicadas frente al mercado central, aunque la oficina administra otros 57 mercados, conocidos como “regulares” (propiedad del ayuntamiento), y unos 77 “irregulares”, instalados de hecho en calles o terrenos privados.

En Saneamiento Básico les han dicho que se descompuso un camión, precisamente el que recoge los desechos de la principal central de abasto de la ciudad, el mayor generador de basura. Al mediodía, la peste ya se siente en toda la Feliciano Radilla.

El edificio, las naves viejas, se encuentran en buen estado pero hay áreas que necesitan remodelación. Por la bodega de frutas hay un tanque de agua de 15 metros que ya no funciona y que se debe quitar; el piso de la zona de frutas está hundido y el agua se estanca; en la nave de carnes el deshuesadero es un foco de infección, porque se dejan troncos y restos de animales amontonados. Son los problemas en los que trabaja la dirección de Mercados. Y en cuanto a las ratas…

Eloy Polanco también elude el tema de las ratas. “No se puede negar, pero también las hay en las casas. Deja una señora basura y se meten las ratas del vecino. Yo la otra vez fui a un supermercado, de esos de la Costera, y me salió una al paso”.

Aquí uno levanta la pluma y se pregunta si en la entrevista no está sacando a relucir sus fobias: había una vez un niño que le tenía miedo a unas ratotas enormes y dientonas…

Jesús Gómez Salgado afirma que en lo de la limpieza (no repite el nombre del roedor), se está formando un comité de locatarios para atender sus propios problemas.

Pero con las alcantarillas quién se mete. Ahí hay tregua.

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Los nuevos supermercados, lo que se instalaron en Acapulco en los últimos diez años, “nos han pegado durísimo, hasta un 60 por ciento bajaron las ventas”, dice Eloy Polanco.

Fue un golpe pero no una herida fatal. Las familias acapulqueñas siguen sosteniendo al mercado central. Es parte de la tradición, aunque los ventanales de cemento en lo alto se estén cayendo a pedazos, y en algunas naves la varilla del techo asome por el cemento.

El mercado, ahora, está encerrado entre Supers: Comercial mexicanas, Carrefur, a dos o tres kilómetros. Ahora, los niños y los jóvenes jalan a sus padres a estos llamados Hipermercados, donde lo mismo hay cines, restaurantes, salas de video, internet, de juegos, tiendas de ropa deportiva, zapaterías, teléfonos celulares. Sobre todo, pulcritud. Una pulcritud importada, muy gringa, de aparador, quizá.

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Pero defensas no faltan. Yerbas y amuletos los hay y por miles: para la mala suerte, para el mal de amores, para la fortuna, para joder al enemigo (pero de eso se habla bajito, ningún santero desea el mal a su próximo, que se sepa).

Velas, santitos –una especie de Chaplin que se llama Don Simón que la vendedora no sabe a cuenta de qué milagros está– y un aroma por toda la nave de yerbería, que convence al más pintado de que ahí puede encontrar solución o alivio a su mal, entre ellas alguna enfermedad maligna.

Dentro de una botella vacía y sin equiteta de coca cola de dos litros, tres avispotas negras se dan de topes buscando salir. Tres hoyitos en la parte de arriba les llevan aire. Parecen destinadas a una magia de alto poder:

–Son para cuando tu vieja te trae chando –dice un vendedor con flojera.

Chando. Un intento de traducción: que se quiere divorciar, que te pone los cuernos, que te cayó en una movida con otra o que no te perdona cada quincena con la lana para lo del supermercado. Poderosas las abejitas, aunque en otra botella, una de ellas se cansó de esperar al marido cornudo y yace inerme.

Eso no se ve en el supermercado.

López Rosas: el PRD puede ganar si la selección es aceptada; el PRI no está tan unificado como pretenden proyectar

 

 Magdalena Cisneros, Adalberto Valle, Aurelio Peléaz y Ricardo Castillo

 (Segunda parte y última)

El alcalde de Acapulco, Alberto López Rosas, afirma: “No tengo duda que el PRD puede ganar en las elecciones, pero dependerá mucho de las actitudes”, entre ellas, “que la decisión que se tome en cuanto al método (de elección) sea aceptado y el resultado también para poder transitar con unidad en estos momentos claves para ganar el gobierno del estado”.

En la segunda parte de la entrevista, López Rosas habla del próximo proceso de elección de gobernador de Guerrero, en donde primero se le manejó como aspirante por el PRD, y luego la organización que preside, el Movimiento Ciudadano de Acapulco (MCA), optó por darle el respaldo al senador Armando Chavarría Barrera.

Del PRI, dice que “en esa foto de unidad hay que ver los reflejos y los efectos. Ellos han dado un paso, no han salido muy unificados como lo pretenden proyectar, nosotros estamos por llegar a ese paso”.

El presidente municipal de Acapulco sostuvo que las campañas a gobernador, y las precampañas por la alcaldía en el 2005 no le van a distraer en su trabajo: “Que cada quien asuma su juego, a mí me toca gobernar y en el año y medio que me resta gobernaré hasta el último momento. No me van a distraer las campañas y gobernaré con responsabilidad y tratando de tener respuestas más oportunas para la sociedad”.

Del efecto de la salida de María de la Luz de la Secretaría General de Gobierno, sostuvo que “en la función pública todos somos necesarios pero nadie indispensable, ni el alcalde. Creo que fue más lo que se pretendió escandalizar o sobre resaltar que realmente la afección que se pudo tener. El gobierno municipal marcha bien. Se propuso a una persona que a mi juicio es idónea, cubría el perfil para asumir esa responsabilidad y creo que nadie puede señalar algún efecto desastroso”.

Presentamos la segunda parte y última de la entrevista:

–¿Qué se puede hacer en un año y medio, cuando vienen campañas a gobernador y luego las precampañas para la alcaldía?

–Que cada quien asuma su juego, a mí me toca gobernar y en el año y medio que me resta gobernaré hasta el último momento. No me van a distraer las campañas y gobernaré con responsabilidad y tratando de tener respuestas más oportunas para la sociedad. Sabremos actuar de manera separada a las campañas político electorales y sabremos aislar al gobierno de todas esas virulencias que se llegan a dar en esas contiendas.

–¿Con obras, proyectos, algo que pueda adelantar?

–Desde luego, tenemos el 2004 con una programación de obras muy determinada, proyectos ya en marcha como el El Mirador, el panteón San Francisco, rehabilitación de calles, algunas ampliaciones más. Todo en base al presupuesto aprobado para este ejercicio y todavía nos queda el 2005 que habremos de continuar con la obra pública que espero sea lo que caracterice nuestro gobierno.

Hemos preservado para el PRD la credibilidad en Acapulco

–¿Ya hubo tregua con el grupo que dijo atacaba a su gobierno? ¿En la última sesión de Cabildo hubo tregua? –se le pregunta, en relación con la alusión de que regidor y síndico del Frente Cívico de Acapulco, de Zeferino Torreblanca, hacían campaña contra su gobierno.

–Bueno, no hay guerra declarada para que haya tregua. Hay desacuerdos en algunos aspectos, pero no creo que haya confrontaciones graves. Haciendo alusión al grupo (el de Torreblanca) creo que nos necesitamos. Estamos en un proyecto común, quizá con visiones distintas en cuanto al candidato y al método, pero con madurez tenemos que sumarnos con oportunidad y por tanto no podemos hacernos daño. Espero que haya conciencia y responsabilidad de todas las partes para que esto no sea irreversible.

–¿Las precampañas perturbaron la situación interna del Ayuntamiento por apoyar a un aspirante?

–Ha habido algunos signos que así lo pudieran considerar. Sin embargo no ha afectado ni se ha contaminado el Cabildo plenamente. Hay algunos rasgos que pudieran alterar. Sin embargo yo no mido al Cabildo en base a la rispidez, sino a los resultados a los acuerdos y se han tomado y hemos avanzado. Vendrán momentos más difíciles, los esperamos, pero los vamos a superar con los acuerdos que den mayor proyección como gobierno. Para eso me he preparado, para enfrentar las asperezas que por la pasión partidista se pudieran dar en el Cabildo

–¿Ha preservado López Rosas el capital político que heredó de su antecesor en Acapulco?

–No sé cuánto haya heredado ni cuánto haya aportado. Yo creo que hemos preservado para el partido un alto porcentaje de credibilidad y de confianza. Lo palpamos y lo sentimos. Hemos llegado a diversos sectores de la sociedad con propuestas concretas y con acciones muy reales.

–¿Eso le daría el margen para ganar el gobierno estatal al PRD?

–Espero que sí, espero que sea valorado el esfuerzo, el trabajo que se ha realizado y que la sociedad siga depositando su confianza en los proyectos que en los últimos años ha aprobado.

–¿Cómo le va a ir al PRD, el PRI parece que está unido, el PRD aparentemente tendrá un encontronazo interno.

–En esa foto de unidad del PRI hay que ver los reflejos y los efectos. Ellos han dado un paso, no han salido muy unificados como lo pretenden proyectar, nosotros estamos por llegar a ese paso. Espero que haya cordura y prudencia en los actores políticos y que la decisión que se tome en cuanto al método sea aceptada y el resultado también para poder transitar con unidad en estos momentos claves para lograr la gubernatura del estado. No tengo duda que el PRD puede ganar en las elecciones, pero dependerá mucho de las actitudes.

–¿No será un proceso terso…?

–Ningún proceso ha sido terso en el PRD y así hemos ganado. La vida del PRD ha sido muy accidentada, los procesos preelectorales siempre nos han dejado alguna huella. Este proceso no será la excepción, sólo deseamos que la huella sea superable y llegar al electorado para que apoye el proyecto.

Por las renuncias, ningún daño

–Los cambios, ¿qué tanto afectó la salida tan mencionada de María de la Luz Núñez?

–No tuvo efecto. En qué afectó. En la función pública todos somos necesarios pero nadie indispensable, ni el alcalde. Creo que fue más lo que se pretendió escandalizar o sobre resaltar que realmente la afección que se pudo tener. El gobierno municipal marcha bien. Se propuso a una persona que a mi juicio es idónea (Francisco Javier Larequi), cubría el perfil para asumir esa responsabilidad y creo que nadie puede señalar algún efecto desastroso. Hay gobiernos que cambian titulares constantemente y no hay escándalos. Aquí existió un interés muy centrado de resaltar una renuncia. La administración avanza, hay orientación, donde pudo haber la afección.

–¿Fue la figura principal del gabinete y que salga así?

–No salió de ninguna manera así, presentó su renuncia con desacuerdos con el alcalde.

–Haciendo denuncias…

–Ninguna denuncia, hizo especulación. Simplemente demuestra la libertad que ha habido en mi gobierno, convocó a conferencia de prensa utilizando las instalaciones del gobierno municipal, toda la libertad para que se expresara. Al contrario, dimos una oportunidad que pocos gobiernos dan, cuando sale un colaborador por desencuentros con el alcalde.

–¿Le dolió pedirle la renuncia a Juárez Soto, a su amigo, compadre…?

–No es mi compadre, es mi amigo, respeto a su familia, creo que de alguna forma es incómodo, más que doloroso, porque hacemos proyectos juntos y saber que alguien tiene que desprenderse, de alguna manera inquieta. Era necesario aceptarle su renuncia, no se la pedí en esos términos, pero hicimos valoraciones sobre su imagen un tanto dañada, por tantos señalamientos, muchos de ellos infundados, pero era conveniente su retiro.

–¿Estaba afectando su gobierno?

–Mi gobierno tiene entereza, entereza moral. Creo que su salida fue oportuna, que fue saludable para la administración.

Funcionarios y alcaldes, con derecho a apoyar precandidatos

–Vienen las precampañas, qué podrá pasar, muchos de sus colaboradores asisten a actos de Chavarría, ¿no podrían quedar varios cargos vacíos?

–Si se diera, el que quiera irse a la campaña es tan fácil como presentar un escrito para incorporarse y yo no tendría por qué limitarlos o atarlos a un gobierno. El ser funcionario no despoja a nadie de sus decisiones.

–¿Van a seguir en las precampañas?

–Si ellos no desatienden su responsabilidad y fuera un fin de semana, no tengo por qué impedirlo.

–El director de Turismo (Roger Bergeret), el domingo hay actividad para él, el cierre de la temporada de Semana Santa y el inicio del Tianguis…

–También tiene tiempo libre. Los saldos son buenos y es lo que cuenta para mí. Creo que no podríamos nosotros negar que en otros municipios se dan las cosas de una manera y exigirnos a nosotros que nos conduzcamos de otra manera. Sería desproporcionado, que se enfatice lo que hace el gobierno de Acapulco y no se resalte lo que pasa en otros municipios. Yo no he salido en marcha con el precandidato con el que simpatizo, pero llegando la oportunidad sí lo han hecho otros alcaldes, por qué se me puede juzgar mal a mí y no han sido criticados (otros alcaldes perredistas). Tenemos que medir de la misma manera.

–Acapulco es un reflejo del estado…

–La democracia es democracia en el más pequeño de los municipios como en el más grande. Las actitudes son semejantes y tienen que juzgarse de la misma manera.

–Félix Salgado ha criticado que los alcaldes estén en precampañas…

–Es una opinión válida, pero así hay otras contrarias, en esto es muy difícil saber quién tiene la verdad, nos guiamos por principios, por convicciones, por simpatías.

–Preguntamos porque se le criticó por apoyar a un precandidato y porque no asumió desde el principio su apoyo a Chavarría.

–No hubo esquivos, cuando me decidí lo hice.

Escándalos de corrupción afectaran al PRD

–¿Los 15 años del PRD, que pasará con lo que ha ocurrido, con los escándalos de corrupción?

–Creo que el PRD ha pasado por su etapa más difícil, la más difícil de su historia. Ha sido una doncella mancillada que llega a los 15 años en un estado de salud quebrantada. De las crisis, o se extingue o se fortalece, y estoy convencido que nos vamos a fortalecer. Ha sido una etapa muy difícil, dramática, lamentable, donde verdaderamente hubo interferencia del poder público para profundizar la crisis con factores externos. Vamos a pagar el costo, no hay duda, pero la sociedad será benevolente con el PRD. Para mí no hay duda que no podemos generalizar y no lo hará la sociedad sobre esas acciones. El PRD se deslindó oportunamente de esos personajes. Es una contradicción que el primero que pise la cárcel pueda ser un ex miembro distinguido del PRD como Carlos Ímaz (ex jefe de la delegación de Tlalpan, en el DF) y un señor como Carlos Romero Deschamps (el priísta dirigente del sindicato petrolero) no haya posibilidad inmediata para que sea enjuiciado. Eso demuestra que en el PRD hay amistad pero no complicidad. Esas acciones serán atenuantes para que la sociedad pueda ver con flexibilidad la actitud del partido.

–¿Qué opina del rompimiento del PRD nacional con el gobierno federal?

–Primero, la actitud de algunos compañeros del PRD es condenable, no se justifica, no hay atenuante, simplemente es grave y reprobable. Es una etapa del problema y eso lo afronta el PRD como partido, con sus consecuencias. Pero viene otra etapa, la de la manipulación, la de poner todo el aparato de Estado en resaltar esas acciones con un propósito deliberado, afectar más la imagen del PRD que ya estaba afectada al hacerse públicos los videos, fue afectada por acciones propias. Esa etapa se tiene que afrontar por quienes actuaron de manera deshonesta.

“Pero el Estado no se conformó con eso, ha pretendido que se juzgue al PRD en toda su integridad y eso es lo condenable. Son dos etapas que hay que distinguir y donde estoy de acuerdo con la dirigencia del partido, que mientras no se esclarezca la situación, tenemos que mantener un alejamiento del gobierno federal, a través de la Secretaría de Gobernación. Me parece una actitud digna, íntegra, que si no se sabe quién tiene al ex secretario de Finanzas, se mantenga distancia. Creo que se ha confundido a la sociedad a través del aparato de Estado para perjudicar al PRD.

En La Parota, actuaré como moderador

–Al hablar de gobernabilidad ha habido actos de omisión, someter a votación el estacionamiento en La Costera, La Parota, ¿no está actuando por omisión al no asumir una actitud de liderazgo?

–Uno tiene que tomar medidas drásticas como gobierno. Yo no sé qué tanta popularidad tenga, no me he medido ni es un aspecto prioritario para mí. Yo no espero ni reconocimientos ni gratitudes al terminar mi periodo. Sólo espero tener mi conciencia tranquila y estar convencido de que hice lo que en conciencia consideraba justo. No es lo mismo el noviazgo que el matrimonio y por tanto asumo los efectos de uno y otro. Hemos avanzado como sociedad y hemos demostrado un liderazgo en el municipio, pero eso no significa que tengamos que ofender o tomar partido en un proyecto como La Parota. Ahí, más que actuar como líder tengo que hacerlo como moderador. Lo que considero es que tengo que respetar las posturas de ambas partes. Yo tengo mi propia opinión y la haré valer cuando encuentre las condiciones, pero quiero dejar en manos de los miembros de esas comunidades de los bienes comunales de Cacahuatepec, la decisión que tome la mayoría. Tengo que ser prudente y evitar que se desborde el problema y en eso sí estoy muy interesado y comprometido. Tenemos que mantener las condiciones de diálogo en ese lugar y no por imprudencia poner en riesgo la estabilidad de toda la zona.

–¿Cómo va el proceso de llevar los beneficios del turismo, las inversiones, a las partes rural, suburbana, donde no hay servicios?

–Eso está en marcha. Hemos mejorado nuestra capacidad recaudatoria a través del pago del impuesto predial, lo que nos ha permitido tener un ingreso importante vía excedente y esos se han aplicado en obras muy concretas en el medio rural y así se equilibra el presupuesto ejercido por el gobierno municipal. Tratamos de establecer equilibrios en ese ejercicio de recursos. Lo mismo está contemplado el medio rural, las colonias populares y los sitios turísticos de Acapulco. Hemos hecho obras en los tres espacios del municipio y eso se debe a que mejoramos la recaudación, con los excedentes, que serán canalizados al medio rural. Hoy tenemos agua potable en diversas comunidades y seguiremos trabajando en ese sentido.

Una reunión donde se pintan rayas, se dan patadas bajo la mesa, se soba

 

 Aurelio Peláez

A la vuelta de la esquina el momento en que el PRD defina su candidato al gobierno estatal, los aspirantes muestran sus cartas, piden nuevas, pagan por ver. En la reunión con el presidente del CEN perredista, Leonel Godoy, se pintan rayas, se dan patadas bajo la mesa, se soba.

La ocasión, la inauguración del foro Un buen gobierno para Guerrero, a la que asisten tres de los cuatro aspirantes al gobierno estatal: Armando Chavarría Barrera, Félix Salgado Macedonio y Zeferino Torreblanca Galindo. Ángel Pérez Palacios avisó que había hecho otros compromisos. Como moderador de la mesa de intervenciones, el alcalde de Acapulco Alberto López Rosas; como réferi, el propio Leonel Godoy, y como público, alcaldes, diputados locales, regidores y dirigentes perredistas de diversos municipios. Un centenar casi.

Primero, el exhorto de Leonel Godoy a los alcaldes a no sumarse a las precampañas. Les pidió: “Dedíquense a gobernar bien, y dejen que el partido decida el camino”. El llamado lo reiteró Félix Salgado –quien llegó al final del discurso del dirigente nacional del PRD–, pues dijo: “Con qué cara le decimos a René Juárez que no apoye al PRI… los alcaldes se ven mal de la mano de su candidato”.

El prudente Félix en una reunión que distó de ser tersa. Hubo aislados silbidos-mentadas cuando Chavarría nombró –segundo en los discursos de los aspirantes– al coordinador de la fracción de diputados locales del PRD, David Jiménez Rumbo, quien la víspera había votado a favor de comenzar el proceso de juicio político al alcalde perrredista de Chilapa, Maclovio Ariza; silbidos al mismo Chavarría cuando se sospechó que se había excedido en los diez minutos que se asignaron a cada aspirante para su discurso, una fuerte porra al concluir Zeferino Torreblanca su intervención, lo que molestó al ala chavarrista:

–Si era de traer porras hubieran dicho –dijo al concluir el acto de intervención de los aspirantes, la alcaldesa de Tlalchapa, Guadalupe Eguiluz.

–Yo por eso no aplaudí, me quedé serio, para que después no digan –contó el síndico de Acapulco, Fernando Donoso, del grupo zeferinista en referencia a una carta publicada aquí de un perredista de Iguala con críticas en su contra.

El exhorto de Godoy y Félix a los alcaldes no sonó a regaño, pero como si lo fuera. En el presídium Alberto López Rosas, quien respalda a Chavarría, no se dio por aludido, porque del lado de Torreblanca está el alcalde igualteco Lázaro Mazón Alonso. Entre los asistentes estaban Amador Campos, de Zihuatanejo, y Francisco Ramírez, de Petatlán, que juegan con Zeferino, y la tlalchapense Guadalupe Eguiluz, y Genaro Vázquez, de San Luis Acatlán, sumados a Chavarría.

El prudente Félix, quien pide al CEN regular precampañas, “porque se ve mucho dinero despilfarrado”, y exige no crear “falsas expectativas” entre los seguidores. Llevar precampañas pues, “de modo sensato, maduro… ni siquiera parece que lo estuviera diciendo yo”, dice el Toro sin Cerca, quien ha sido dos veces candidato al gobierno del estado y busca la tercera.

Félix, quien recuerda que en la pasada reunión con Godoy se acordó “nada de publicidad”, y quien tiende un puente entre Chavarría y Torreblanca, al decir que no rechaza ni el plebiscito electivo ni la encuesta para definir al candidato, y que en caso de que se decida por la segunda, que el CEN sea garante de la misma y que pese a que este método no es estatutario, “habrá que tomar una valoración”. Un día antes, contó que sugeriría a Leonel Godoy realizar una encuesta indicativa en Guerrero, en donde si resultaba que algún aspirante tenía amplia ventaja sobre los demás, “habrá que irnos con él”. (El Sur, 23-04-04)

La participación de Chavarría fue para llamar a los alcaldes –los principales invitados al Foro– a tener gobiernos eficientes, y desmarcándose de su papel del negociador de los conflictos del PRD con René Juárez, acusó que el gobierno estatal ha dado un trato distinto a los alcaldes perredistas, “por eso salimos a la calle”, y señaló que ante esto, vamos a cerrar filas, como la cerramos con Genaro Vázquez en San Luis, como la vamos a cerrar con Maclovio Ariza en Chilapa…”.

–Pregúntenle a David (Jiménez) –se escuchó en el salón el reclamo al chavarrista coordinador de la fracción de diputados. En medio de los asistentes, silencioso estaba el chilapense Ariza, quien ya había recibido una sonora ovación de solidaridad cuando fue presentado Jiménez Rumbo como parte del presídium y se escuchó el grito de ¡Maclovio, Maclovio!

Luego, Chavarría soltó un golpe que podría tener como destinatario a Torreblanca, una alusión –no podría ser otra– a los conflictos de López Rosas en Acapulco, con un grupo de regidores perredistas, y en particular con los del Frente Cívico: “… pero cómo enfrentamos a los externos cuando también tenemos problemas internos. A los presidentes se les ponen trampas y pies. Quienes boicotean y ponen pies a los presidente, se debe revisar su conducta al interior del PRD”.

–Nombres, nombres –le pidieron en el salón.

Zeferino, en su intervención, agradeció la oportunidad que le ha dado el PRD de hacer política, ponderó la necesidad de que en los cargos públicos se trabaje con honradez, y ofreció trabajar por la unidad en el PRD.

Sin mirar a López Rosas, a su izquierda, aprovechó para aclarar diferendos: “Yo a mi presidente municipal le deseo el mejor destino. Sólo los torpes pueden apostar a que les fuera mal, y yo aquí veo a puros inteligentes”. Desde el medio y el fondo del salón le despidieron entonces con aplausos, a pesar de que Leonel Godoy había pedido no realizarlos sino al finalizar todas las intervenciones. Termina la presentación, los precandidatos se retiran con sus grupos, burbujas que se mueven saludando alcaldes. Zeferino se daría tiempo todavía para dialogar, en corto y por una hora, con Félix Salgado. Diálogo entre sonrisas.

Preguntar en el Tianguis Turístico por un cuarto de hotel es exponerse al bochorno

 

 Aurelio Peláez

Se es un turista VIP –Very Important People– o no se es. En el Tianguis Turístico de Acapulco, el vacacionista de mochila al hombro, el del viaje a aventón o la familia que sale hasta con el perico, sencillamente son una aberración, no existen. El tiempo libre, el ocio, es un negocio que se mide, preferentemente, en dólares.

El turismo, la actividad que genera mayores divisas para el país después del petróleo, es una actividad controlada en su mayor parte por empresas extranjeras, o trasnacionales, como se les define sutilmente: líneas aéreas, agencias de viajes, consorcios de hoteles, restaurantes, discotecas, tienen nombres en inglés. Hasta se oye decir la Mayan Riviera que la Rivera Maya. Lo último por cierto en cuanto a oferta turística.

Entre las conferencias ofrecidas por gobiernos de los estados y de ciudades turísticas, resaltan como polos opuestos las del gobierno de Guerrero –por Acapulco–, y la de la Ribera Maya –en Quintana Roo. La primera es organizada por la Secretaría de Turismo del gobierno estatal, la segunda, por American Express.

En la de Acapulco, los reporteros preguntan por la contaminación de las playas, por la inseguridad y el problema del ambulantaje. En la otra, se habla de nuevos proyectos de inversión y de las variantes del turismo alternativo.

Acapulco, según investigaciones, es el primer lugar que se le ocurre a cualquier ciudadano mexicano cuando de ir a vacacionar se trata, e incluso, a los extranjeros. Pero en el camino los norteamericanos y extranjeros se desvían para la Mayan Riviera y los mexicanos esperan el aguinaldo o las vacaciones de Semana Santa para caerle al Acapulquito.

Acapulquito, tan cerca de una crisis urbana y tan lejos de la cartera de Fonatur.

Aunque en el Tianguis los espacios de venta para el tiempo de ocio se dividen en dos: en el primer nivel, el salón Cholula, la zona VIP se instalan mayoritariamente los hoteles –se habla preferentemente inglés- las agencias de viaje, las líneas aéreas y empresas varias como tarjetas de crédito, aseguradoras; en el segundo, están los stands y pabellones –de Jalisco, el más grande– de los estados. La oferta oficial de turismo, con sello propio, en el caso de Guerrero y Acapulco, sólo de los gobiernos, u apoyada por sus grandes empresas, La Sauza, en el caso de Jalisco.

Luego, el andar y andar por los cerca de dos mil stands del centro, subir y bajar escaleras: recoger un llavero aquí, probar un dedal de sotol por allá; una plumita, un llavero, una gorra o una camisa, cortesía de la casa, con sello del estado o la empresa anunciante. Pero entre esta legión de curiosos, principalmente acapulqueños que de alguna manera se colaron al tianguis, están los que van a lo suyo: compras en paquete de unas mil reservaciones de hotel, con descuentos de hasta un 50 por ciento de su precio en mostrador; colocación de unos cuantos miles de reservaciones de avión, todo, por supuesto, en dólares. Así, un cuarto de 250 dólares la noche puede comercializarse a cien, cual mercado de futuros de la bolsa de valores.

Suites de lujo, viajes de ensueño, por lo menos en el folleto a doble color del mostrador; luz por todos lados, caminar entre alfombras, entre stands armados en dos por tres metros cuadrados, mínimo, o en unos 60, como el de Yucatán –no importa lo que cuesten– en la parte VIP, donde albergó a hoteles privados en venta de paquetes; deambular entre modelos, cientas, altas, rubias, jovencitas, en vestidos como pintados… pararse a tomar una Pacífico Clara en el local de Coahuila. ¿O era Chihuahua, el del Chepe, el ferrocarril que cruza el estado?

En el Tianguis la compra es al mayoreo. Pocos lugares dan el precio de un cuarto de hotel. Preguntarlo es no ser VIP, es exponerse al bochorno. Ahí se habla en cientos, en miles de dólares.

Arriba de la zona VIP, el área del Conozca México, Corazón de México, etc. Reconforta saber que hay un lugar donde ir a descansar unos días de los escándalos políticos.

“Me encerraban en mi recámara hasta por cinco horas”

Caso del catalán que mató a su hija y a su yerno

Aurelio Peláez

Tercera y última parte

En su primera confesión de culpa ante el Ministerio Público, el martes 9 de marzo, el ciudadano español Miguel Argemi dijo que “ya estaba enfadado de la vida que me daba mi hija” y afirma que “me dejaban encerrado en mi recámara hasta por cinco horas. Me hacía la vida imposible. Decía que era por mi propia seguridad, para que no me fueran a secuestrar”.

Y en una ambigua muestra de arrepentimiento, respondió que “no” a la pregunta “¿está de acuerdo con lo que hizo?”.

Tras la rejilla escucha su primera declaración que le lee la auxiliar del juzgado, en silencio. Escucha lo que dijo del problema del automóvil, que su hija María Cristina y su yerno David Enrique lo querían sacar de la agencia a donde lo llevó a reparar, sin su permiso; de las amenazas de muerte que reconoció les hizo “porque ya me tenían harto” y lo de los disparos que hizo, así como el parte policiaco que cuenta que él llamó a la policía para informarle de los crímenes.

–¿Está usted de acuerdo con esta declaración?

–Sí.

–¿Está de acuerdo con lo que hizo?

–No, de acuerdo no, afirmo lo contrario, pero ratifico lo que dije.

Enfrente tiene a una abogado de oficio.

–Desea agregar algo más.

–No.

Viste una camisa amarilla Chemisse Lacoste, que ya se ve sucia. Pide luego que alguien mande por su ropa y que se la pidan “a esa gente que se quedó con mi casa”. Antes, al dar sus datos generales, aparenta frialdad.

–¿A cuántas personas mantiene?

–Buena pregunta… ¿mantengo?… mantenía a los difuntos y al niño.

–¿Cuál es su peso?

–Ochenta kilogramos, aunque no lo parezca.

Todo era mío

“La relación fue mala desde el principio (de su llegada) –dice el catalán a la auxiliar del juzgado que le pregunta sobre los motivos de sus desencuentros son su hija: “A la más mínima discutíamos, éramos incompatibles, totalmente incompatibles”.

–¿Pero si eran incompatibles, por qué no dejó la casa? –le pregunta el reportero finalizada la diligencia.

–Porque la casa era mía, todo era mío, entonces los que tenían que marcharse eran ellos, y no puede ser.

Y se queja: “Me han intervenido mis cuentas, mi auto y no lo pueden intervenir”.

–Pero la casa está a nombre de su esposa, y el auto al de su hija.

–Pues claro, porque yo soy extranjero y no me lo ponen a mi nombre, hay que ponerlo a nombre de un mexicano.

–¿Su familia en España ya conoce su situación.

–La conocen. Tengo mucha familia. Cinco hijos de mi primera esposa.

–¿Van a venir?

–No van a venir

–¿Su relación con sus vecinos?

–Inmejorable.

–¿Entonces por qué dice que su hija temía por su seguridad, por qué dice que no lo dejaban salir?

–Mi hija al igual que su madre tienen miedo de todo, son retraídas y son muy extrañas, tienen miedo

–¿Pero no le daba seguridad a su hija si tenía usted un arma?

–Pues no lo sé si se sentía segura o no.

Del arma, declaró en el juzgado que la adquirió hace 23 años en Tlapehuala; la familia de María Cristina cuenta que se la compró hace unos días a un vecino, que es policía.

–¿Dice que mantenía a la pareja?

–Hombre, tan seguro porque él era un soldado y ganan muy poquito, porque como está hecha la casa, hay que tener el guardadito, era bien claro que estuviéramos jalando de mi sueldo –una pensión que según su yerno Tío era de 6 mil pesos mensuales, aunque en cortes de cuenta llegaba a tener hasta 65 mil, según comprobantes bancarios que le recogieron de su recámara.

Durante la diligencia de ese martes 9 de marzo, en el juzgado quinto de lo penal, se acerca la señora Margarita Sánchez y una de sus hijas. Se miran. El sostiene la mirada sin mostrar expresión alguna. Nadie habla. “¿Qué hace ella aquí”, preguntaría después a la auxiliar del juzgado.

“La vida con mi hija era muy mala, y con mi esposa que la he visto aquí, más mala aún. Porque tiene la desfachatez de estar viviendo con otro en Estados Unidos, y aún ser mi esposa. No me ha dado el divorcio y cuando se lo pedí, me pidió 150 mil pesos”.

“Para qué ir a Estados Unidos a vivir con otro, habiendo tantos aquí. Yo me fui a trabajar, como todos y porque allá están mis hijos”, dice la señora y agrega que llegó a California, pero que se trasladó a New Jersey, donde consiguió trabajo en un Taco bell.

El catalán está incómodo. Dice que no tiene ropa, dinero e insiste en que le quitaron su casa. Advierte: “Están buscando que yo haga otro disparate”, como confiando poder eludir los 50 años de prisión que le esperan a sus 67 años de edad.

Argemi firma papeles de la ratificación de su primera declaración, y se retira. Tres días después el juez lo declararía formalmente preso. El reportero revisa las preguntas que garabateó en su libreta, y encuentra una que se quedó en el aire. Ya el catalán se perdió tras la cortina de barrotes de metal y de rejas: “¿La quería? ¿Quiso alguna vez a su hija?”.

Una denuncia por probable pederastia precipitó el doble asesinato en La Venta

 

 Segunda de tres partes

La relación de Miguel Argemi con su hija llegó a su clímax cuándo ésta le reclamó su amistad con niñas vecinas de La Venta. “Es mi vida, no se metan”, le advirtió el catalán a ella y a su yerno. Deterioradas las relaciones, en disputa por la casa y por el automóvil, la pareja llevó el caso de las amistades menores ante la agencia del Ministerio Público para la atención a delitos sexuales, el mismo día en que fueron asesinados.

–Mi papá tiene un arma y dice que nos va a matar –reveló María Cristina a Joaquín Ozuna, ex comisario de La Venta y uno de los personajes más respetados –o temidos– del poblado.

–Pues búscala y escóndesela –le sugirió.

El matrimonio se encontraba la mañana del viernes, antes de que fueran asesinados ese día por la tarde, en las oficinas de la Agencia Especial para Atención a los Delitos Sexuales. Ahí llegaron a las 11 de la mañana luego de tomar un taxi desde la agencia VW Farallón, donde habían discutido con Miguel Argemi sobre si sacar o no el automóvil Golf en reparación, y estuvieron hasta la una de la tarde. Con ellos estaban Joaquín Ozuna, y Arturo Ozuna Valdez, su abogado y vecino en La Venta, quien la asesoró para presentar la demanda contra su padre por violencia intrafamiliar. Ahora son testigos de cargo contra el homicida.

–Le tengo miedo.

–Usted regrese a su casa mamacita, no dejen que los saque. Nada les va a pasar.

La relación entre la pareja y el catalán había empeorado cuando éste les dijo que llevaría a la niña A. a vivir con él. La niña frecuentaba a Argemi desde octubre. No era la única. Varias le visitaban. De él para ellas, los 20 pesos de vez en cuando, caricias al cabello que levantaron suspicacias entre los vecinos.

–La casa es mía y si alguien se va a salir son ustedes –amenazó entonces Miguel Argemi a su hija.

–La casa es de mi mamá, y no tienes porqué venir a hacer tus cosas a la casa donde viviste con ella –le respondió María Cristina.

–Con lo mío no te metas.

–No me gusta que le tomes fotos a las niñas.

–Es mi vida, no te metas

En la demanda ante la agencia de Delitos Sexuales, no hay una acusación directa a algún abuso sexual o trato deshonesto del catalán a A. o a otras menores. La acusación es por violencia intrafamiliar, pero deja abierta la puerta para que el Ministerio Público investigue.

Yo cumplo

María Cristina y David Enrique llegaron poco después de las 2:30 de la tarde del viernes a la casa que habitaban, propiedad a nombre de doña Cristina Sánchez desde hace 13 años. Según cuentan los vecinos, la pareja se llevaba bien. Él, originario de Paso Limonero, había renunciado apenas en enero al Ejército y estaba esperando su liquidación. Casado dos años atrás con María Cristina, apenas había tenido tiempo de tener vida conyugal. A falta de fortuna, el hogar era la casa de la suegra. Andaba en busca de trabajo.

Dos horas después regresó el suegro. Una furia. Al parecer, se había enterado de la demanda que le habían presentado en la agencia de Delitos Sexuales, o bien, de la intención de investigar su estatus en el país en Migración. Ya de por sí le tenía molesto lo del auto en disputa que, dijo, su hija y su yerno querían sacar de la agencia Farallón, donde estaba en reparación, sin su consentimiento:

–Yo cumplo mis amenazas, yo las cumplo –y se dirigió a su recámara, levantó la almohada, tomó la pistola. El matrimonio tuvo tiempo de salir, pero no lo hizo. El catalán abrió el cajón del ropero para ponerle las balas al arma, ocho. Enfurecido como estaba, la maniobra no debió ser fácil ni rápida. Salió del cuarto y encontró a la pareja en el pasillo y disparó sin más sobre su hija. El yerno, acorralado en el cuarto, intentó sostener a María Cristina, defenderse al mismo tiempo y recibió el primer disparo en el rostro. El otro, ya en el suelo, en el pecho. El catalán se detiene, los mira e intenta otro disparo sobre el yerno. La sexta detonación no llega. La bala se atora. Su nieto le mira. No entiende qué pasa.

Eran fotos artísticas

El rostro de Miguel Argemis, de 67 años, casado, jubilado, estudios de bachillerato superior, nacido en Barcelona, con domicilio en La Venta, que no bebe ni fuma, “nunca, estoy viejo”, y que “nunca antes he sido detenido”, no aparece en la foto.

La toma es de abajo hacia arriba, y el botón lo apretó seguramente la otra niña, la de siete u ocho años, que aparece en otra foto con una niña regordeta de unos diez años. El catalán la abraza y le toma el hombro, cual abuelo cariñoso. En otras aparecen ambas niñas en fallidos poses de modelos. Todas las imágenes, tomadas en el pequeño patio de la casa de La Venta.

También están las fotos de A. Niña de once años con poses de modelo más afortunados. Guapa ella, se le ve con un micrófono sobre la tarima de un cantabar, cual imitadora de alguna cantante. La foto es mala, como tomada a contraluz, como trabajo de un aprendiz, pero la tomó el español. El lugar aún está vacío. Parece ser de día. Al fondo la barra y anaqueles con botellas de bebidas alcohólicas y un mesero que pasa sin importarle si hay una sesión de fotos enfrente.

–Ella es A. con la que se quería casar –cuenta doña Margarita Sánchez, quien dijo que semanas antes recibió una llamada de su aún esposo, en Estados Unidos, en la que le pidió el divorcio “porque se quería casar”.

–Mi hija quería ir a hablar con la mamá de la muchacha –dice.

–La mamá de la niña parece que trabaja en una cantina, o es mesera –contaba antes Joaquín Ozuna.

–Parece que no le importaba lo de su hija con el español.

“Lamentablemente aquí hay mucha pobreza. La gente por los 20, por los 50 pesos, dejaban que lo fueran a ver, no les importaba que toqueteara a sus hijas. En La Venta llevaba a algunas a la escuela: ‘¿Y ese señor que es para ti’, preguntaba la gente: ‘mi padrino’, decían”.

Joaquín Ozuna dice que además de las amenazas María Cristina le comentó de las visitas de las niñas y las peleas con su padre por ello, que crecieron cuando su esposo renunció al Ejército, donde era soldado raso, para quedarse a vivir con ella.

-¿Quién iba a pensar?… a su hija –suelta, suspirando.

Argemi, en su declaración ante el juez este lunes, donde aceptó su primera confesión de culpabilidad ante el crimen y dijo que no tenía nada que agregar, respondió no obstante a la acusación pública que le hizo su esposa, quien dijo que el origen del problema es que él pretendía apoderarse de la casa –que está a su nombre– para casarse con una menor de 11 años de edad: “En ningún momento abusé de las niñas, yo soy músico, toco el piano, porque yo las quería recomendar para Televisa”.

Y es que a los cargos contra el ciudadano español se podría agregar el de pederastia, derivado de la denuncia a la agencia de Delitos Sexuales, demanda que se incorporó al proceso penal por homicidio: “Lo leí en un periódico. Yo me río de esto, porque todo se puede comprobar y pueden ir a buscar a las niñas, a sus familias y preguntarles también . Nada es cierto, es valor artístico y valor musical no valor pedafólico (sic), que dicen, esta palabra grave y fea”.

Además de las fotos de las niñas que la familia de María Cristina recogió de la recamara del catalán, y que presentarán como pruebas de presunta “pedofilia”, como le dicen, está una libreta tipo profesional, vieja, con unas 20 hojas, con apuntes de Argemi. En una hoja, dice el abogado, practicaba la copia de la firma de la señora Margarita con el fin de falsificarla y ponerse a su nombre la casa. En otras hay el plano como de una casa. En unas más nombres de niña, el de A. en especial. Con letra grande, en color rojo, se habla de “un video original” de una niña “con capacidades artísticas” (A.) y que dice, se va a recomendar a Televisa. Es como el ensayo de una carta o un oficio. En otra hoja se lee el nombre de A. en algo que parece el intento por comenzar a escribir una carta.

–Lo de ella y yo es un asunto, la quiero y me voy a casar –cuenta la señora Margarita que le contó su hija María Cristina.

De los videos, comenta que había una cámara, “que ya desapareció, no sabemos dónde está”. “Habrá que ver si filmó a las niñas”, sugiere el abogado Ozuna.

Tenía con su hija y su yerno una relación “totalmente incompatible”, y los mató

 

 Miguel Argemi Quesada, un ciudadano de Barcelona, España, que regresó hace un año y tres meses a Acapulco –luego de una ausencia de 14 años– fue detenido el viernes 5 de marzo por asesinar a su hija y a su yerno. Consumó el crimen a balazos. Él mismo habló por teléfono a la policía y se entregó. Los motivos para que un padre llegara al filicidio fueron diversos: el pleito por la propiedad de la casa, por un automóvil, el pasado de una mala relación con su esposa de Tierra Caliente y presuntos actos de pederastia. Preso y en espera de una sentencia, que podría ser de 50 años, explica por diversas formas cómo llegó a tal situación. Paralelamente está el testimonio, la versión dejada en amigos y en una denuncia penal levantada el mismo día de su muerte por su hija María Cristina.

 Primera de tres partes

–Disparé cinco veces. A mi le hija le hice tres disparos: uno a la cabeza, uno al corazón y otro al pecho; a mi yerno le disparé dos veces, a la cabeza y al pecho. Me acerqué para jalar el gatillo y asegurarme de que no quedaran con vida, pero una bala se atoró. Ya había descargado mi coraje.

Es el eco de su voz cuatro días después, el 9 de marzo. La resonancia de los balazos ya distante. Es la lectura sin acentos, sin matices que hace la joven auxiliar del quinto juzgado penal de lo que declaró ese día, tras consumar el crimen.

Miguel Argemi Quesada ya perdió la seguridad, la euforia quizá con que el viernes 5 y el sábado 6 reconoció ante policías y Ministerio Público dar muerte a la pareja con la que vivía y con lo que concluyó lo que, dijo, había sido una relación “totalmente incompatible”. Ahora, tras las rejillas del penal de Acapulco, aparenta tranquilidad, aunque habla a media voz: “No he pegado ojo en dos días; estoy arrepentido”, dice el ciudadano español nacido en Barcelona, quien hace un año tres meses regresó a México a vivir con la hija que había dejado 14 años antes, a la que mató. Su mirada no denota emoción, su voz no titubea.

A su segundo regreso a México, a la hija la encontró casada y embarazada; Margarita Sánchez, su esposa, de la que ya estaba separado, se había ido a trabajar a Estados Unidos hacía más de un año; entonces buscó relacionarse con los hijos de Margarita a los que adoptó como propios los nueve años que hicieron vida marital. También se acercó a los yernos.

Fue uno de éstos, Tío, quien lo fue a recibir al aeropuerto el 2 de octubre de 2002. Con la familia de él convivió unos días, en el Distrito Federal. Antes de buscar a la María Cristina para pedirle que lo aceptara a vivir un tiempo en la casa de La Venta, en Acapulco, que asegura él compró, le pidió a Tío que le acompañara a Veracruz –dónde más– a recoger unas cajas:

–Eran cuatro cajas grandes, de madera, como de dos metros por cincuenta centímetros. Eran armas, por lo que supe las había comprado legalmente en España, pero en México no son legales y no las pudo sacar de la aduana. Vi la lista, eran pistolas 9 milímetros, rifles 22, escopetas deportivas y una AK306, de las que se usan para cazar elefantes. También muchas balas.

Y es que él decía que en Barcelona, donde vivía, era aficionado a la caza deportiva. En México al catalán no se le vio practicar este deporte. Con las manos vacías regresó al Distrito Federal, y luego miró para Acapulco, con la intención de residir y trabajar. Entró al país con el permiso FM1, de turista, y este año esperaba obtener el FM2 para trabajar en lo suyo que, dice, es el negocio de bienes raíces. En España, dijo, trabajó y se jubiló en una empresa de bienes raíces (Bienes Durán) y en México esperaba volver a lo mismo, “aunque ya estoy jubilado, no debía trabajar”, cuenta al reportero el martes 9, en pláticas en la rejilla del juzgado quinto de lo penal, donde se lleva su caso.

“¿Cómo lo conocí? Como turista, él vino como turista”, recuerda doña Margarita Sánchez. Originaria de Tlapehuala, en el corazón de la Tierra Caliente, cerca del río Balsas, vivía entonces en el Distrito Federal, con tres de sus hijos.

“Ella era mi cocinera. Cuando la conocí contaba con cuatro hijos. Al verla en esa situación la hice mi esposa”, revela Argemi.

Comenzaron a vivir juntos, se embarazó de María Cristina, y él, como una forma de adquirir la radicación temporal, aceptó la tutoría de los menores, aunque no nacionalizarse.

Hace 14 años vinieron a Acapulco, a La Venta, porque un familiar de ella le habló de un terreno en venta.

Después vinieron los problemas, los pleitos conyugales. “El es una persona violenta, inestable”, dice doña Margarita. Por ello, en dos ocasiones acudió ante Migración para denunciarlo por actos de violencia, lo que implicaría su extradición, según contó. La primera vez lo perdonó, a ruego de él. Prometió buen trato, pero años después reincidió, agravada la relación “porque andaba con otra mujer”. Esa vez, ante el funcionario de Migración, él dijo que prefería el rompimiento de la relación conyugal. “¿Y también de la tutoría de los niños?”, le preguntaron. “También”. “Pero entonces tendrá que salir del país, porque no está nacionalizado”. “No, yo quiero quedarme”, pero no pudo, y tuvo que regresar a España.

“Esa mujer me hacía la vida un infierno, es una mujer rara, como era su hija, siempre con miedo de todo”, cuenta ahora.

En los 14 años que estuvo entonces fuera de México –María Cristina tenía nueve cuando él salió– “él nunca vio por ella, nunca se comunicó con ella”, dice la esposa.

“Yo solamente mantenía comunicación con mi hija”, dice él.

La gota que derramó el vaso

La tensión en la casa con el suegro, quien llegó ya consumado el matrimonio, era insostenible:

–Si se siguen metiendo conmigo los mato, los desaparezco –les había dicho él apenas el 28 de febrero, luego de que María Cristina había corrido de la casa a la niña A. de once años, quien había llegado a buscar a Miguel Argemi con un pastel en la mano. Este se encontraba bañando y alcanzó a oír:

–Ya no quiero que vengas a la casa a pedirle dinero a mi papá.

–Vamos, a su casa –le ordenó David Enrique. La niña se fue. En ese momento se encontraba de visita con el matrimonio la abuela del yerno.

Los problemas, contó María Cristina en la demanda que levantó contra su padre el viernes 5 de febrero, comenzaron en octubre, cuando ella le empezó a reclamar por la amistad que tenía con niñas de la colonia, y en especial con A.

–Tú no te metas. Es mi vida.

Así que el problema del Golf 1998 fue, efectivamente, la gota que derramó el vaso. El auto estaba a nombre de María Cristina, pero se había comprado con dinero de su padre; la compostura a que lo llevaron días antes al servicio de la Volkswagen Farallón, al parecer la iban a pagar entre ambos (ella con ayuda de la madre), aunque el primer pago lo depositó el catalán.

El viernes, ya con la tensión de por medio, el joven matrimonio se presentó a la agencia –eran las diez de la mañana– según explica María Cristina en su demanda ante la agencia de Delitos Sexuales, a conocer el presupuesto para la reparación, que era de unos 30 mil pesos. Dijeron que en dado caso, preferían cancelar el contrato y retirar la unidad. De la agencia le hablaron al padre, el cual había amarrado el contrato y quien llegó minutos después. El matrimonio lo esperó en la agencia.

El catalán llegó enfurecido:

–El auto sólo lo puedo sacar yo –les reclamó.

–Pero papá, el presupuesto es carísimo.

–Entonces lo saco yo.

Según el encargado de servicio de la agencia, el diálogo fue tranquilo. En la denuncia de María Cristina, ésta aduce que su padre le dijo al encargado: “Mi hija es un monstruo, no me importa decirlo en voz alta”. Preso el padre por asesinar esa misma tarde al matrimonio, la gerencia se negaba a devolver el auto y el importe a los albaceas del único sobreviviente de la familia, el nieto Edwin de Jesús. “Si quieren nos vamos a juicio”, cuentan que les dijo el gerente de la VW Jaime Cortez el miércoles 10 de marzo. “Que traigan todos los recibos y órdenes del juez”, les pidió el asesor jurídico de la agencia, Miguel Angel Ocampo Oliveros, ex secretario de Protección y Vialidad de Acapulco.

¿No me creen que los maté?

 –Sergio, te hablo a tu móvil (celular), para contarte que he privado de la vida a dos personas aquí en mi casa, que venga la ambulancia o la policía para levantarlos o ver qué se hace.

Veinte minutos después, Miguel Argemi volvió a llamar a su amigo policía:

–Sergio, que lo que te digo es verdad, he matado a dos personas, manda a alguien.

El amigo policía habló entonces a la comandancia de la Policía Preventiva en Ciudad Renacimiento. Media hora después llegaron policías municipales y        la ambulancia. El catalán estaba en la entrada cargando a su nieto, Edwin de Jesús Correa Argemi, según describe el parte policiaco levantado ese día. No se resistió al arresto. Su amigo, el que le había dado el teléfono de su móvil, iba en el grupo de los policías.

–¿Es su amigo el policía?

–Amigo lo que se dice amigo… conocido, me tenía confianza, me veía todos los días ahí en mi casa, barriendo, regando y me dio su móvil, como le dicen ustedes al celular, por si se ofrecía alguna cosa por la noche.

En el interior de la casa, en el suelo, yacían los cuerpos de María Cristina y David Enrique. Ella, de costado; él, de espaldas, sobre un charco de sangre.

–¿La pistola? –preguntó el policía.

–En la estufa, sobre la parrilla.

Era una 38 especial Smith & Wesson de ocho cartuchos, con tres no percutidos. El sonido de la sirena de la ambulancia y la presencia de los vecinos atrae a los vecinos. Ven cómo suben en una patrulla a “el español” y su nieto.

–Ya me tenían harto, se metían en todo lo mío –declaraba después al llegar a la oficina del Ministerio Público. Eran las 6 de la tarde de ese viernes 5 de marzo. Su nieto de un año dos meses y con estrabismo, trataba de reconocer el nuevo entorno, que ya no era el familiar.

Cargada de la clase política priísta y ex acarreados acompañan al ex tapado

 

 Aurelio Peláez

Con una cargada de su clase política y con unos 20 mil asistentes, al estilo de los mejores tiempos del PRI, este partido inscribió ayer como su candidato único a gobernador del estado al senador Héctor Astudillo Flores.

Marcha de dos horas de los priístas; lenta al principio, y paso veloz al final, para llegar a la hora límite del registro del único candidato priísta. De hecho, llegó a la hora límite, a las 18 horas, durando el trámite poco menos de tres minutos. En el ínter, empujones para subir las escalinatas de piedra hacia la mesa en donde el comité encargado de la inscripción le esperaba. Mentadas de madre, codazos, caídos, en el intento por estar en el grupo cercano a Astudillo: –Chingue su madre la prensa –gritaba una ferviente militante al camarógrafo que la hizo un lado para acercarse a la mesa de registro. Del otro lado, la respuesta fue del mismo tono.

La marcha, que comenzó poco después de las 4 de la tarde en la alameda Granados Maldonado, fue un espacio para el rencuentro de nuevas y viejas generaciones de priístas. El gentío se agolpa a la llegada de Astudillo, ex alcalde de Chilpancingo, quien abre la caminata en la descubierta flanqueado de su colega, el senador Héctor Vicario Castrejón, y el ex alcalde de Acapulco Manuel Añorve Baños, dos de los que declinaron en su aspiración por buscar la candidatura. Van también el dirigente nacional de la CNC-disidente, Nabor Ojeda Delgado, y el ex diputado federal Efrén Leyva Acevedo, otros declinantes. Se acomoda igual en la descubierta la secretaria de Fomento Turístico, Guadalupe Gómez Maganda, quien a pesar del agobio que se le veía, y los empujones a lo largo de los seis kilómetros, aguanta el paso, a veces llevada en vilo, hasta la sede del PRI estatal, al otro lado del bulevar.

Bandas de música y bailantes de diversas regiones, sin faltar los grupos de danza de tlacololeros de la región, anteceden al contingente. Los cohetones se lanzan desde diversos lugares, lo mismo que confeti a lo largo de las calles de Chilpancingo. Un leve zipizape al principio, cuando frente a la calle Nicolás Bravo, Astudillo se detiene para saludar a su mamá y a sus vecinos. A manotazos y empujones, un equipo de cercanos de Astudillo intenta alejar a los fotógrafos. A manotazos y empujones les responden:

–Esta es una campaña, güey, háganse a un lado –les grita Efrén Leyva y aleja a los incondicionales del senador para abrir espacio a los periodistas.

Los grupos de priístas caminan en bloques. Los diputados federales son encabezados por Rubén Figueroa Smutny. Con él van Abel Echeverría, Mario Moreno, Marcelo Tecolapa y Alvaro Burgos, que este reportero no conocía hasta que vio su fotografía en la Redacción de El Sur. El grupo Acapulco hace su bloque: Jesús Bernal, ex líder municipal, Gonzala Vinalay, Federico Marcial y Vicente Trujillo, los dos últimos añorvistas. Por el otro lado el grupo de Vicario, con el magistrado Fermín Alvarado a la cabeza, y entre quienes camina su ex vocero de prensa, Miguel Ángel Hernández Albarrán.

También aparecen funcionarios como el subsecretario de Desarrollo Social, encargado del programa de Pensión Guerrero, Isaac Ocampo, el mismísimo capitán de Puerto, Antonio Pizá Vela, y el delegado de Gobierno en Costa Grande, Armando Federico González, quien se ufana: “Yo traje dos camiones de gente”. Abriendo espacio al precandidato va Efraín Zúñiga hijo, ahora no como miembro de la Coordinación de Avanzada del gobernador René Juárez. En los alrededores del edificio del PRI estatal, unos cien camiones de pasajeros provenientes de las diversas regiones del estado aguardan a los marchistas para regresarlos a sus lugares de origen. Acarreados, les decían antes.

De la marcha

–¡Paso veloz, paso veloz, paso veloz! –grita megáfono en mano el notario público Robespierre Robles Hurtado, al frente del contingente, empujando su robusto cuerpo para abrir paso. Y es que son ya las 17:10 de la tarde y la marcha apenas ha pasado por el Palacio de Gobierno. Faltan 50 minutos para el cierre del registro. La esposa de Astudillo, Mercedes Calvo, prácticamente es secuestrada por un grupo de mujeres, que la adelanta a la marcha del contingente, y por ello a las órdenes de “paso veloz” es empujado, con todo y la posible futura primera dama: “¡Héctor, y Meche, lo que Guerrero quiere!”, gritaban las mujeres.

Con apuros caminan integrantes de la vieja clase política, entre ellos ex diputados federales de legislaturas pasadas, como Efraín Zúñiga Galeana, Abel Eloy Velasco, Porfirio Camarena Castro y Jorge León Robledo.

–¿Ya ve lic. como no andaba jerrado? –le dice un priísta a uno de ellos, a propósito del candidato de unidad priísta, antes llamado el tapado.

Faltan 20 minutos para el cierre del registro. “Aprieten el paso”, se ordena. Los que van delante de la descubierta llevan una mano detrás que los empuja. Apenas se puede caminar. Frente a la glorieta Lázaro Cárdenas, un grupo de universitarios intenta cerrar el paso con una valla, para detener y saludar a Astudillo, pero son arrollados por los miles que vienen detrás.

Llegando a la gasolinera son las 17:45. Grupos de porras esperan la marcha. Un grupo de música de viento es sacado a las orillas. El notario Robles Hurtado con el megáfono en mano pide paso. Más arrollados, sobre todo colonos que intentan acercarse al candidato.

En el PRI la explanada prácticamente está ocupada. Durante dos horas los asistentes escucharon al grupo musical la Luz Roja de San Marcos, con una versión de La Media Arepa: “Dame la media arepa mamá, vota por Astudillo papá… Astudillo, Astudillo, Astudillo”. Se escucha la voz del maestro de ceremonias: “Esos de Coyuca, dónde están… Los de Tixtla”, gritos aislados le responden: “Los de Acapulco, que se sienta la presencia de Acapulco, porque dicen que en esa ciudad ya no hay priístas”.

En la entrada a las escalinatas nuevos forcejeos de los invitados por pasar al lugar de la inscripción del precandidato. Una red los detiene. El ex candidato a alcalde de Acapulco, Ernesto Rodríguez Escalona –cuyo coordinador de campaña fue Astudillo– pasa a empujones por el grupo de seguridad, y levanta la cuerda que intenta detener a los marchistas. Arriba, apretujados, esperan los ex gobernadores Ángel Aguirre Rivero, Israel Nogueda Otero y Javier Olea Muñoz (quien hace seis años pretendió ser candidato a gobernador por el PRD), y en su breve discurso, tras recibir su constancia de inscripción –hoy se le entregará el dictamen de aceptación– el senador Astudillo saluda al ausente ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer. También “de manera especial” a los ya ex aspirantes Añorve y Vicario, quien van en la pelea por la presidencia del PRI estatal, luego de que trasciende de que tras la convención del 5 de abril, donde Astudillo será candidato único y será ungido por aclamación, Héctor Apreza renunciará al cargo.

Una pequeña batalla por venir, la de Añorve y Vicario, que ayer quedó en tregua. Lo importante para el priísmo era dejar constancia de que dentro había unidad, y que la rebeldía de Carlos Sánchez Barrios había sido aplastada por un carro completo.