Aumentaron hasta 20% los precios de las flores para los difuntos en el Mercado Central

 

Ayer en el inicio del festejo a los muertos el Mercado Central estuvo lleno de personas que compraban flores de cempasúchil y terciopelo, así como pan de muertos y frutas para llevarlos a las tumbas o adornar una ofrenda de sus familiares fallecidos.
Los comerciantes se quejaron de que los vendeodres de flores aumentaron de 80 a 150 pesos el precio del racimo o “maleta”, y que lo justificaron por las lluvias.
Las calles principales del centro de abasto estuvieron repletas de personas que compraron distintos productos para adornar y dar muestra de aprecio al familiar fallecido.
Algunos comerciantes extendieron su mercancía a las banquetas y otros, desde sus camionetas, ofrecían sus productos.
La mayoría de los consumidores adquirieron flores de cempasúchil, con un costo el racimo de 80 pesos, y el manojo de 10 pesos, mientras que la flor de terciopelo tuvo un costo el racimo de 120 pesos y el manojo de 10 pesos.
Frutas como la manzana y mandarina, los comerciantes las vendieron en bolsa de plástico de 10 pesos, y el pan de muerto de 10 a 20 pesos la pieza dependiendo del tamaño y consistencia.
La vendedora de flores, Lourdes, comentó que el precio de los racimos incrementó de 80 a 150 pesos; “los proveedores justificaron que el precio se elevó por las lluvias recientes pues les quemó el producto”.
La comerciante Angélica Pérez indicó que las frutas incrementaron el doble su precio, pero para obtener ganancias y no afectar la economía de los consumidores se modificó la estrategia: “vendemos la fruta en bolsa, es más práctico y más cómodo”.
La señora Margarita Jiménez manifestó que los productos para adornar una tumba o altar aumentaron un 20 por ciento en sus precios a comparación del año pasado.
“Es una tradición el festejar la llegada de las almas de los fieles difuntos, aunque cada año se pierde la tradición pero hay retomar las costumbres de México”, concluyó.

Gastan en Zihuatanejo de 500 a mil pesos en las ofrendas para recordar a sus difuntos

 

En Zihuatanejo, ofrendar a los difuntos es un gasto de 500 a mil pesos, dependiendo de la cantidad de muertos a los que hay que honrar y la ostentación de la ofrenda que se les va a poner.
Como ya es tradición, desde el 30 de octubre y hasta el 2 de noviembre, en las calles aledañas al mercado central y el mercadito Solidaridad, se instalan provisionalmente comerciantes que ofrecen todos los productos para las ofrendas.
En los improvisados puestos, los vendedores ofrecen los montones de flores, principalmente de cempasúchil, terciopelo y nube, cuyos precios van de 10 a 60 pesos el manojo; también ofrecen velas, veladoras, copal e incensarios que cuestan desde ocho hasta 35 pesos; calaveritas de dulce desde cuatro piezas por 10 pesos hasta una grande por 50 pesos.
No faltan los puestos que ofrecen pan de muerto de las panaderías locales o de Chilapa y Tixtla, y de la región de la Montaña; los precios van desde tres hasta 20 pesos la pieza; las coronas para muertos este año costaron en promedio 200 pesos y según el tamaño y la calidad del material con que están hechas, hasta 350 pesos.
Los precio de las calabazas y la fruta de temporada varía según el tamaño y la calidad; los más baratos fueron de seis pesos, y los más caros de hasta 30 pesos el kilo.
Una vecina de la colonia Morelos, en esta ciudad, Carmela Hernández dijo que sólo pudo gastar 500 pesos para poner la ofrenda a su mamá y a una tía que fallecieron hace ya algunos años, “uno qué más quisiera, poner un altar grande, pero todo está muy caro, nomás sus velas, sus flores, fruta y la comidita que les gustaba”.
Una vendedora de flores lamentó que la lluvia que cayó desde el jueves no les ha dejado buenas ventas, “ha sido muy poca la gente que ha venido, en comparación con el año pasado, muchos de nosotros no hemos vendido ni la mitad de nuestra mercancía; ojalá entre hoy y mañana domingo se componga un poco, siquiera para recuperar la inversión, que en mi caso, fueron cinco mil pesos en flores”.
La vecina de la colonia Nuevo Amanecer, Olga Ríos Sosa comentó que ella ofrendaría para una hija que murió “cuando era chiquita, para mi papá y mi abuela, que en paz descansen; hasta ahorita me he gastado unos 800 pesos entre todo lo que les voy a poner en el altar, además del dinero que uno se gasta arreglando las tumbas en el panteón, llevarles flores y coronas nuevas”.
Un vecino, Rigoberto Huitrón aseguró que en su familia, “ponemos un altar por los difuntos por parte de mi esposa y por los que se han ido de mi familia; nos gastamos unos mil pesos, porque compramos velas, fruta, mi mujer prepara mole, calabaza en dulce, tamales nejos; a mi papá, por ejemplo, le ponemos una botella de mezcal; en la noche velamos un rato mientras ellos llegan por su ofrenda, y al otro día los vamos a visitar al panteón”.
A pregunta expresa, los tres vecinos consultados coincidieron en señalar que, aunque poner una ofrenda a sus muertos significa un gasto económico, es una forma de recordar a sus seres queridos, “es como decirles que no los hemos olvidado”.