Casa del Peregrino en la capital da refugio a hondureños que huyen de la violencia

El migrante Josué que transita con su familia hacia Estados Unidos, de paso por Chilpancingo, provenientes de la comunidad Santa Rosa de Ruinas de Copán, Honduras Foto:?Jessica Torres Barrera

Zacarías Cervantes

Chilpancingo

Autoexiliadas por la violencia, la grave situación económica y el desempleo, dos de las familias que están huyendo de Honduras llegaron a Guerrero y se encuentran refugiadas en la Casa del Peregrino que está en Chilpancingo donde reciben ayuda en su tránsito, una hacia la Ciudad de México y otra a Estados Unidos.
En declaraciones a los medios de comunicación, narraron por separado ayer las dificultades que han pasado una desde hace dos meses que salió de su pueblo natal Santa Rosa de Ruinas de Copán y la otra hace un mes de Ruinas de Copán.
Las dos familias (la pareja y cada una con una niña menor), se conocieron circunstancialmente en el refugio donde ahora se encuentran.
Lucas Sánchez, un joven de 26 años de edad, originario de Santa Rosa de Ruinas de Copán, abandonó ese lugar turístico presionado por la grave situación económica y por las restricciones que el gobierno de Xiomara Castro Sarmiento, quien asumió la presidencia de ese país el 27 de enero del 2022, está imponiendo para quienes buscan empleo.
“Uno ya no puede trabajar si no se tiene una experiencia de 10 a 15 años”, contó y dijo que en los últimos meses había venido trabajando “sólo en lo básico; en la construcción, carga y descarga de café o de cemento”.
Lucas se preparó como oficial de máquina industrial para elaborar camisas y pantalones, pero dijo que después del cambio de gobierno la situación económica es muy difícil en su país.
Hace dos meses salió presionado también por la violencia, pues dijo que aunado a la falta de empleo y los salarios bajos, no pueden cobrar el día de pago, sino, a veces, hasta una semana después porque si cobran ese día, ya los están esperando los delincuentes a la salida para robarles su salario.
En el trayecto desde que salió de su país, junto con su esposa y su hija de cinco años, ha venido trabajando “en lo que sea” y sólo para sobrevivir.
A veces tenían que caminar todo el día y su hija con ampollas en los pies.
Al pasar por Tapachula, Chiapas, se empleó descargando pollos recibiendo un salario de 150 pesos al día “sólo para sobrevivir, para el alimento diario”.
A Chilpancingo llegó circunstancialmente el lunes, puesto que no traen una ruta definida, aunque su intención es llegar a la Ciudad de México donde piensa establecerse, buscar empleo, rehacer su vida “y salir adelante”.
Dijo que ya no piensa regresar a su país, porque cree que en México está “un poco mejor” la situación y que supone que tendrá posibilidades de sobresalir; “allá, (en Honduras) no hay empleo, pagan lo que ellos quieren, y si no quieren pagar nada, también, con amenazar a los trabajadores basta, así arreglan las cosas”.
Contó: “Hay mucho egoísmo, mucha envidia; muchas familias se están saliendo porque no hay forma de sobresalir, el salario es demasiado bajo y los precios de la canasta básica demasiado altos”.
Lucas dijo que decidió venirse a México porque ha escuchado a muchas personas que se vienen y hacen su vida acá. “Ese es mi objetivo”.
Y en cuanto a la ruta para llegar la determinan en el camino; “si un automovilista nos da un aventón, nos seguimos a donde vaya, siempre y cuando sea para arriba, nunca para abajo”, dijo, pero insistió que la mayor parte del tiempo han caminado.
Dijo que cuando a Chilpancingo llegaron circunstancialmente alguien les aconsejó que fueran a la Casa del Peregrino, donde les dieron alojamiento, alimentos y la posibilidad de bañarse y lavar su ropa. Ayer a las 12 del día se preparaban su almuerzo.
La otra familia es de Ruinas de Copán y está integrada por Josué, su esposa y su hija de cuatro años, igual que la familia de Lucas, llegaron a Guerrero y a Chilpancingo “por la gracia de Dios, pero nos han tratado bien”, dijo Josué y afirmó que en su caso salió hace casi un mes y que durante todo el trayecto, aquí es el lugar donde mejor los han tratado.
Narró que con su hija, a veces cargando, han caminado ocho horas diarias, “y hay gente que cuando nos ve se regresan a darnos agua o comida y en ocasiones nos ha agarrado la noche en el camino y ahí nos quedamos”.
Igual que su paisano Lucas, dijo que viene huyendo de su país por el cambio de la presidenta, “y porque todo está muy caro, la crisis está muy fea, allá”.
Josué se preparó como mecánico y era chofer del transporte, pero por las restricciones del nuevo gobierno ya no pudo conseguir empleo porque les exigen mínimo 10 años de experiencia.
En su caso, explicó que si “Dios lo permite queremos llegar a Estados Unidos”.
Contó que a Chilpancingo llegaron a un parque donde se les cercó una señora que les recomendó que no durmieran en la intemperie que mejor se fueran a la Casa del Peregrino y les orientó como llegar.
Añadió que llegar a este lugar fue lo mejor que les pasó porque “ya estábamos deshidratados, cansados, y la niña ya no aguantaba más”.
Allí se encontraron con la familia de Lucas que es del pueblo vecino al suyo; “cuando entramos nos dijo una muchacha aquí hay otra familia que también es de Honduras” y en seguida, por primera vez, se conocieron.
Contó que tampoco quiere regresar a su país aun después de que termine la crisis política y económica. Por el contrario, explicó que en cuanto se establezca en Estados Unidos piensa llevarse a su mamá de 45 años que quedó sola en Ruinas de Copán.
Explicó que de su pueblo hay mucha gente que se está saliendo y que una de ellas es su hermana, quien ya va adelante también rumbo a Estados Unidos
Informó que para sobrevivir en el trayecto ha trabajado de cualquier cosa, como de ayudante de albañil, pero que por ser migrante le pagan no más de 150 pesos cuando ha visto que a los de este país les pagan de 250 a 300 pesos diarios.
El presbítero Filiberto Velázquez Florencio, director de la Casa del Peregrino, ubicada frente al hospital heneral Raymundo Abarca Alarcón, en Tierras Prietas, al norte de Chilpancingo, informó que en este espacio les brindan protección y apoyo a los migrantes.
“Al llegar aquí, reciben a parte del alojamiento, asesoría sobre a quién y dónde deben recurrir para pedir asilo. Pero sobre todo, son espacios seguros para ellos”, indicó.
Dijo que estas dos familias son las primeras que llegan a refugiarse, y que la Casa del Peregrino se abrió para albergar a los familiares de los pacientes que se internan en el hospital general, pero no descartó que debido a que por las nuevas políticas migratorias que están dispersando a los migrantes esta ruta sea más transitada por los que van rumbo a Estados Unidos.
“Los están dispersando con tapones y ellos buscan rutas alternas por eso estas dos familias agarraron esta que no es común y de las más peligrosas, imagínense si se siguen por Michoacán, corren más riesgos de ser interceptados por el crimen organizado”.
Para el también director del Centro de Derechos de las Víctimas Minerva Bello (Centro Minerva Bello) se va a seguir agudizando y el problema “y vamos a ver más de este tipo de casos. Este es el primero, pero se van a incrementar”, vaticinó.
Explicó que la Casa del Peregrino sólo se sostiene con el apoyo de donativos de iglesias y despensas que llevan algunos benefactores y otros que donan pipas de agua porque las instalaciones están ubicadas en una zona donde no hay red.
“Algunas personas solidarias nos dan 100 o 200 pesos mensuales, y así se mantiene la Casa”. Destacó que las autoridades municipales de Zumpango le han llevado despensas y lo apoyan con una pipa de agua mensual.
Dijo que en algunas ocasiones se han acercado algunos funcionarios y políticos que han prometido apoyo “pero no han cumplido”.
Informó que del gobierno del estado no han recibido ninguna ayuda, pero que en una ocasión, hace como dos meses, los visitó el senador Félix Salgado Macedonio con un grupo de personas para limpiar los alrededores de la casa.
Entonces se comprometió a pavimentar el camino que conduce del hospital general a la Casa del Peregrino, “y aun no se concreta, dijeron que después de las lluvias, por eso aún no sabemos si se va a hacer o no”.
Agregó que ese camino es un pendiente y que requiere sobre todo iluminación porque en las noches, incluso los trabajadores del hospital, tiene que caminarlo para tomar el servicio de transporte del otro lado de la Autopista del Sol “y urge que las autoridades le pongan empeño para que se ilumine sobre todo abajo del puente”, dijo en referencia al puente vehicular que sirve de retorno y cruza la autopista, frente al hospital Raymundo Abarca Alarcón.
“Hay mucha gente que bajo ese puente va a ser sus necesidades, entonces se necesita limpieza constante de la maleza e iluminación”, pidió.