Jorge Nava
Para Jessica Vicuña Santiago, la violencia extrema de dos policías decapitados por presuntos narcotraficantes no se limitó al horror, más o menos distante, que la mayoría sintió ante la fotografía de dos cabezas humanas.
Para Jessica, es parte de su trabajo como coordinadora del Servicio Médico Forense (Semefo). Ella es la mujer que se ve en alguna de las imagenes que publicó la prensa local, sujetando una de las cabezas, como parte del primer exámen pericial del crimen.
–¿Sintió miedo? –la pregunta obligada del reportero.
Dice que no. No fue miedo el que sintió en La Garita, porque para ella esa es una palabra inusual. Pero acepta que sí se sorprendió, a pesar de que ya ha estado en hechos similares y de que ya ha visto víctimas decapitadas.
–Es el no deslindar lo que es el ser humano y anteponerse a circunstancias que, aún vistas, te generan cierta sorpresa, asombro, pero miedo no. Sorprende la aptitud de los criminales –dice segura, tranquila.
Jessica Vicuña es egresada de la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía del Instituto Politécnico Nacional, tiene estudios en inmunología, un diplomado en criminalística y una Maestría en Ciencias Forenses.
Su padre es argentino y su madre mexicana, pero nació y creció en el Distrito Federal, donde realizó la mayor parte de sus estudios, y otros fuera del país.
–¿Porqué decidió dedicarse a la medicina forense? –se le pregunta.
–La medicina en general tiene muchos apartados. La medicina es interminable, netamente científica, tiene un alcance extraordinario y se encadena, se incorpora a la mayoría de las áreas.
“En lo personal la medicina forense es parte de una noble parte de la misma medicina, pero que a la mayoría de los profesionales del área no se abocan. Lo nuestro es científico y trabajamos con el dolor que fundamentan en el aspecto psicológico”, explica.
Más adelante, aclara que en el Semefo no habían recibido muertes violentas como las del comandante de la Policía Preventiva, Mario Núñez Magaña, y del agente de seguridad, Éric Juárez Martínez, pero que sí se ha encontrado con casos en los que sólo se recuperan partes de un cadáver; de ellos, el 99 por ciento sufrieron una muerte violenta.
Aunque a algunos puede parecer inusual la imagen de una mujer a cargo de esas tareas, no se aparta del hermetismo tradicional de sus colegas varones.
Al preguntarle con qué tipo de arma fueron decapitados los policías, y si uno de los cuerpos tenía marcada una Z –como se publicó en el periódico Diario 17– o si fueron decapitados en vida, Vicuña Santiago responde sin dudar que no puede dar información de ese tipo y que será el Ministerio Público (MP) del Fuero Común el que comunique los resultados de las necropsias practicadas a los dos agentes.
Explicó que aunque las funciones de la Semefo están separadas de instituciones como la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), se trabaja en conjunto con peritos y agentes del MP. “Hacemos un equipo de trabajo y es así que se llega a una conclusión”, explica con frialdad técnica.
“Es la autoridad la que debe autorizar si se ventilan las causas. Sabemos que, bueno, de antemano son muertes violentas, y una muerte violenta, por el simple hecho de ser violenta, es criminal”.
–¿Es la PGJE la que debe dar información?
–La agencia del MP cuenta con todo, nosotros somos auxiliares de este órden ministerial, todos los peritos. Lo que compete aquí al Semefo es determinar y concluir el cómo, cuándo y quién. Todas esas determinantes llegan al MP y allí llevan la investigación –concluye.