La Iglesia pidió a la PGJE investigar la muerte del cura de Taxco: Aguirre Franco

 

 Exige el arzobispo más seguridad para los guerrerenses. “todos estamos expuestos en esta cultura de la muerte”, alerta

 Magdalena Cisneros

El arzobispo de Acapulco, Felipe Aguirre Franco, pidió mayor seguridad para la población de Guerrero porque todos los ciudadanos pueden sufrir “los efectos de la inseguridad, de un mundo violento, donde la cultura de la muerte está presente” en diversas formas, en referencia al asesinato del sacerdote de la comunidad de Cacalotengo, en Taxco, Marco Antonio Crispín Flores.

También dijo que la Iglesia Católica solicitó a la Procuraduría investigar el asesinato del sacerdote Marco Antonio Crispín Flores, “que manifiesten lo justo y que se extienda una mayor seguridad para todos los ciudadanos, no sólo para los sacerdotes”.

Además, precisó que la Iglesia nunca ha pedido privilegios; “no se necesita hacer alarde de que se tratará con privilegios, nunca lo pedimos, pero sí que tengamos más respeto a la vida, reconozcamos que no es la venganza ni la violencia la que va a solucionar nuestras situaciones”.

En declaraciones a reporteros después de la homilía de ayer en la catedral de Nuestra Señora de la Soledad, Aguirre Franco dijo que la iglesia católica experimenta luto, pena y preocupación por el asesinato del sacerdote Marco Antonio Crispín Flores –que fue encontrado el miércoles amordazado y con dos balazos a 25 kilómetros de Iguala–, que se unen a la población de Tixtla y a los familiares, como su madre, que no expresaron palabras de odio “contra los malhechores”, sino de perdón.

Rechazó que haya crisis en la Iglesia después de los hechos de las últimas semanas en Guerrero, en los que se involucra a sacerdotes, como el asesinato del presidente municipal de Xalpatlahuac, Lorenzo Ruiz Villarreal, por el sacerdote del municipio de Cualac, Lorenzo Cuéllar Vázquez, y la reciente muerte de Crispín Flores, pues somos “una iglesia que peregrina, que lucha contra corriente”.

Sobre el comentario de un reportero de que se investiga que el sacerdote Crispín Flores ingería bebidas alcohólicas, Aguirre Franco dijo que si en la vida particular de alguien hay ciertas características no son razón para un asesinato porque aún el más el grande malhechor no merece que se le quite la vida.

Aguirre Franco dijo que para la iglesia es igual de doloroso, una pérdida porque los dos son antitestimonios; “los dos hechos llevan su gravedad, fomentan la cultura de muerte”, y en su caso prefiere ser la víctima y no el victimario”. Mencionó que la iglesia labora para ser “auténticos trabajadores, que dejemos a un lado todo antitestimonio, aún antes de estos acontecimientos estamos trabajando para que estemos con limpieza, transparencia y autenticidad de nuestro servicio”

En la homilía habló sobre la Santísima Trinidad, donde destacó la necesidad de que a pesar de las divergencias y discrepancias se viva en la unidad, sobre todo en un mundo de discordia, enfrentamientos “que a veces llegan a la ferocidad”, en referencia a lo sucedido en Guadalajara, donde algunas personas se manifestaron contra la Cumbre de Jefes de Estado de la Unión Europea, Latinoamérica y del Caribe.

El prelado católico pidió a los partidos políticos que “sepan entender” y apoyen la propuesta de una jornada política que busque la unidad y servir.

Además, anunció que el jueves 10 de junio celebrarán la solemnidad de Corpus Christi (fiesta del cuerpo de Cristo), con una procesión con el Santísimo Sacramento que saldrá de templo de San Cristóbal a las 6 de la tarde, hasta el zócalo de la ciudad, donde habrá una bendición solemne.

Con música de viento, sepultan al sacerdote de Tixtla asesinado a balazos

 

 Teresa de la Cruz Tixtla

En medio de sentimientos encontrados, con música de viento y el perdón de la familia para los “asesinos”, fue sepultado en el atrio de la iglesia de El Santuario de la Virgen de la Natividad en Tixtla, el sacerdote de Cacalotenango, Marco Antonio Crispín Flores, quien fue encontrado muerto el miércoles, a la altura del Crucero de Maxela, a 25 kilómetros de Iguala.

Cerca de la 3 de la tarde, unos mil habitantes –familiares, amigos y vecinos– de Tixtla, ciudad de donde era originario el sacerdote, lo acompañaron en su último adiós con un recorrido por las principales calles. Lo despidieron de la parroquia de San Martín, en la que ofició su primer misa.

El presbítero de Cacalotenango, municipio de Taxco de Alarcón, Marco Antonio Crispín Flores, de 35 años de edad, fue encontrado muerto el miércoles, a unos 300 metros del crucero de Maxela, ubicado a 25 kilómetros de Iguala. El cuerpo estaba amordazado y presentaba dos balazos en la cabeza.

Tras velar el cuerpo en su vivienda, sobre la avenida insurgentes de Tixtla, un contingente de tixtlecos llegó junto con el cuerpo a la iglesia de El Santuario de la Virgen de la Natividad. Allí unos 19 sacerdotes de la diócesis Chilpancingo-Chilapa ya lo esperaban para oficiar la misa.

Durante la celebración eucarística, el                   sacerdote Humberto Cervantes dio el pésame a la madre de la víctima, Carmen Flores, y aseguró que la comunidad eclesiástica se encuentra “entre sentimientos de pena, tristeza, dolor y angustia”.

Hizo un breve recuento de la vida del presbítero asesinado, quien tenía 11 años de haberse ordenado como sacerdote. Luego llamó a los feligreses a que “no estén tristes,                   porque él, padres de Marco Antonio, siempre estaba alegre y esa enseñanza nos debe quedar”.

Dijo que a nombre de la familia y de la iglesia había perdón para los asesinos, “perdón para quienes hicieron esto que tanto nos lastimó, nos duele mucho, pero confiamos en la justicia divina”.

Tras la misa, y con música de viento, el cuerpo del sacerdote de Cacaltenango fue sepultado en el atrio de la iglesia El Santuario de la Virgen de la Natividad, al lado izquierdo de la entrada principal.

Hay dos líneas de investigación, dice el subsecretario para Asuntos Religiosos

A pesar de que la familia otorgó el perdón para los responsables, algunos tixtlecos pidieron que se esclarezca el asesinato; “el no merecía morir así”, dijo una de sus vecinas, Carmen Apreza Espirítu.

Por su parte, el subsecretario de Gobierno para Asuntos Religiosos, Javier Bataz Benítez, entrevistado luego del sepelio, aseguró que por informes de la Procuraduría General de Justicia del Estado se siguen dos líneas de investigación: “una por secuestro y la otra por ajuste de cuentas”.

Reiteró que es “lamentable la muerte del sacerdote”, y pidió a la PGJE que “se esclarezca el caso y se castigue a los responsables. Sabemos que es una situación difícil, pero el gobierno del estado va a poner su mejor esfuerzo”.

Por separado y entrevistado por la mañana,                   el vocero de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Humberto Osorio Refino, consideró que la muerte del sacerdote tixtleco “es un hecho penoso y le corresponde a las autoridades estatales hacer las respectivas investigaciones” para determinar el móvil del asesinato.

Osorio Refino dijo desconocer si tenía algún conflicto en la comunidad, “ignoramos las causas, no sabemos qué pasó, sólo sabemos que es un hecho penoso, lamentable”.