Limitan a padres de Ayotzinapa en la Basílica a una misa privada, vigilados por policías federales

El obispo de Saltillo, Raúl Vera, y el arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias Merlos, recibieron en la entrada de la Villa a los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, y los condujeron a una capilla alta en la Basílica de Guadalupe, para oficiar una misa privada.
Aún aislada, la ceremonia litúrgica estuvo vigilada por dos policías federales uniformados, además de civiles armados, denunciaron los padres de familia al salir del encuentro con los religiosos, y responsabilizaron de la excesiva vigilancia a las autoridades del templo.
Aunque agradecieron el mensaje y el compromiso que les manifestaron los sacerdotes, las condiciones de lugar tampoco eran adecuadas para escucharlos. Algunos padres señalaron que la habitación se llenaba de los cantos religiosos y la misa que se celebraba en la planta baja.
El señor Epifanio Álvarez, papá del estudiante desaparecido Jorge Álvarez, indicó que ya en la parte alta, los policías le negaron el acceso a tres religiosos que los acompañaron en la marcha peregrinación, anterior a la misa, y toda la situación los hizo sentirse discriminados.
Incluso, denunciaron que los policías les prohibieron hacer grabaciones de video en la celebración, a pesar de que ellos sí estaban grabando con sus celulares la actividad y a los padres.
En un breve mitin político afuera del santuario de la Guadalupana, el abogado de los padres, Vidulfo Rosales Sierra, informó de la presencia de los policías federales en la misa “de ese tamaño es el trato que nos han brindado autoridades de la Basílica, que nos han dado un trato con la punta de los pies, que nos han cerrado las puertas como lo han hecho las instituciones del gobierno, y no nos vamos a rendir, porque sabemos quiénes son ellos”, dijo sobre el clero ligado al poder.
La marcha-peregrinación a la Basílica de Guadalupe y la misa que se esperaba abierta, fue para conmemorar la 27 acción global por Ayotzinapa, que se realiza el 26 de cada mes.
Comenzó a las 10:30 de la mañana en la glorieta de Peralvillo, con unos mil activistas y defensores, que cantaron consignas por la presentación de los 43 estudiantes, 2 kilómetros de la calzada de Guadalupe. Con ellos tres sacerdotes de diferentes congregaciones.
La caminata se hizo de prisa, para no llegar tarde a la cita. Aguardaron 15 minutos en las escalinatas de la entrada principal, mientras los activistas gritaba “fue el Estado”. Ahí llegaron los obispos rodeados de medios de comunicación nacionales para dar cobertura del acto tan anunciado.
El vocero de los padres, Felipe de la Cruz, fue interrogado sobre la misa privada que se realizaría en la Villa, y aclaró que los padres no estaban enterados hasta ese momento de la condición, al contrario, explicó que lo ideal sería que toda la actividad se hiciera abierta y pública.
Decenas de reporteros avanzaron en el atrio entre los padres y los sacerdotes hacia una puerta lateral, fue necesario abrir una valla para el acceso de los padres y algunos estudiantes, porque sólo había espacio para 70 personas, en el lugar de por sí lleno de feligreses.
A puerta cerrada, los padres y familiares se encontraron con la vigilancia policiaca, comenzada la misa, algunos, molestos, preguntaron a los policías en las puertas laterales, si permanecerían en la celebración.
En el mitin de cierre, el señor Mario González declaró que “fue muy triste que en la propia casa de Dios seamos reprimidos, venimos a orar a la virgen de Guadalupe, desgraciadamente nos encontramos con esta situación, no pudimos oír completa la misa, tuvo que parase el obispo Vera, dijo sobre la celebración, para poder escucharlos.
Recriminó que los hayan aislado de los activistas que los acompañaron y estuvieron con ellos en la Caravana por la Memoria y la Esperanza.
“¿Por qué nos apartan?, los que manejan esta casa nos ponen guaruras, nos ponen policía federal, no somos delincuentes. Desgraciadamente nos damos cuenta que están en complicidad, desgraciadamente están lucrando con mucha gente que les tiene fe, y no saben la realidad de lo que pasa con la Iglesia”.
Mujeres en la calzada de Guadalupe, peregrinas y simpatizantes de los padres, opinaron entre sí, que no fue la Iglesia, sino la autoridades las que hicieron el desaire a los padres de familia “porque no les conviene”.
El señor Epifanio Álvarez, también señaló que los apartaron “¿qué no somos mexicanos, nos da rabia, coraje, con todo esto, este dolor y este sufrimiento por encontrar a nuestros hijos, ¡tenemos 27 meses de escuchar mentira tras mentiras!”
Advirtió al presidente Enrique Peña Nieto que no van a claudicar jamás, no importa que les manden policías federales, los que atacaron a los estudiantes en Iguala”.