Historia de perros y gatos

Zihuatanejo, como todas las ciudades del país, vive los problemas provocados por la sobrepoblación de perros y animales que deambulan libres, y sin dueño, en las calles y lotes baldíos, trasmitiendo enfermedades, causando lástima y depredando su entorno.
Lo que cuento en seguida no es una historia de ficción, y ocurrió recientemente en Zihuatanejo.
Los grupos conservacionistas comprometidos con el cuidado de la vida silvestre (campamentos tortugueros, de iguanas y cocodrilos), descubrieron con horror que en la zona donde el Parque Aztlán de Ixtapa colinda con el océano, así como en toda la zona de playa, existe una jauría de perros ferales (salvajes) que atacan y matan a cuanto animal encuentran a su alcance.
Cuentan historias de ataques a tortugas marinas adultas, muertas y desmembradas por la jauría, lo mismo contra venados y hasta de jabalíes. Y ni se diga del saqueo de huevos en los corrales de anidación así como al momento de que las tortugas recién nacidas van camino al mar.
El ataque de los perros salvajes contra los quelonios se agrega al de las gaviotas y cangrejos que las depredan cuando son liberadas, ante el desaliento de tantos protectores que rescatan sus huevos y los cultivan hasta su eclosión.
Cuando los grupos conservacionistas denunciaron esos hechos pidiendo la intervención de las autoridades en contra de esos perros ferales no faltó quienes saliera en defensa de ellos esgrimiendo la existencia de una ley que reconoce el derecho de los animales a contar con comida, salud, techo y cariño, previniendo contra cualquier maltrato que a falta de amos que los cuiden y alimenten, se “rebuscan” para conseguir su propia comida.
Lo cierto es que en Zihuatanejo como en el resto de las ciudades, los animales domésticos, perros y gatos sin dueño son más que aquellos que tienen asegurado el alimento, y cuentan con un techo, y el cuidado de su salud por parte de sus amos.
Por esa razón y pese a que en Zihuatanejo existe una de las asociaciones más antiguas y profesionales dedicada a proteger a dichos animales promoviendo la educación humanitaria y la responsabilidad de quienes cuentan con mascotas, recibiendo los animales sin dueño para curarlos, alimentarlos y darlos en adopción, ya esterilizados, su trabajo está aún lejos de lograr un equilibrio tal de animales domésticos, que su población no sufra de abandono y se conviertan en un problema para la vida silvestre y luego de salud pública.
Cuando en la pasada conferencia sobre cambio climático y sustentabilidad que se realizó en Ixtapa el 25 de enero, se expuso el problema del que doy cuenta, pregunté a quienes se mostraron indignados por la actitud de los defensores de perros y gatos, cuál era su propuesta, aceptaron que no tenían y que, a la larga, la esterilización de esos animales sin dueño es el camino más humanitario y definitivo para terminar con la sobrepoblación que tantos inconvenientes provocan.
Cuando fui invitado a formar parte de la Sociedad Protectora de Animales de Zihuatanejo, Helene Krebs Posse, a principios de los años 90, viví un proceso de cambio en mi modo de ver y tratar a los animales que me ayudó a entender la problemática en las ciudades.
El trato a estas mascotas que ayudaban al cuidado de la casa, nunca fue más allá de la relación que normalmente se mantiene entre personas y animales (además de alimentarlas, darles techo, salud y cuidado, nunca dejamos de verlos como animales, sujetos a derechos por la sola razón de que estén vivos).
Ahora puedo decir que reconozco y defiendo sus derechos como seres vivos, y también que estoy convencido de las bondades de la esterilización como método humanitario para buscar el equilibrio en su población.
Y aunque entiendo la actitud de la gente que a veces los curan y alimentan, estoy del lado de quienes las critican porque con su actitud humanitaria permiten que esos perros y gatos que carecen de un hogar se sigan reproduciendo en las peores condiciones, acumulando sufrimiento, enfermedades y privaciones por tanto abandono.
Pues aunque nos cueste trabajo reconocerlo, a veces hacemos muchas cosas loables a simple vista cuyos efectos se revelan exactamente al contrario de lo que creemos.
Mucha gente conoció en Ixtapa al médico veterinario vecino de la avenida Paseo de los Viveros quien durante muchos años se ganó el reconocimiento de la comunidad porque se hacía cargo del alimento de los gatos callejeros que vivían en esa parte de la ciudad porque nunca les faltaba alimento que tomaban en un lote baldío.
Mientras el veterinario vivió los gatos fueron felices, y ninguno se veía precisado a cazar lagartijas, pájaros, iguanas para poder sobrevivir, pero cuando de un día para otro faltó el benefactor uno se podrá imaginar lo que pasó con aquellos bonitos animales.
Por eso aunque nos duela aceptarlo, la lección es que debemos negarnos a reproducir la situación que provoca la existencia de animales sin dueño. Si queremos evitar el sufrimiento de los animales hagámonos cargo de la adopción de uno de tantos que ofrece la Sociedad Protectora.
Si queremos ayudar a su salud y alimentación, podemos hacerlo donando una despensa. Esa asociación que tiene su sede en la Casa Marina de Zihuatanejo apoya en la esterilización de las mascotas con una cuota módica.
Recibe perros y gatos todo el tiempo y busca para cada mascota ya esterilizada un hogar donde tengan garantizados sus derechos.
Hace algunos años en Zihuatanejo hubo una mujer norteamericana que se dedicó a cuidar perros y gatos abandonados que mantenía en su casa con la limosna de la gente.
Hubo partidarios y también críticos de su conducta porque a pesar de su amor por los animales carecía de medios para cuidarlos y darles salud, los mantenía enfermos y en condiciones de hacinamiento que los hacía sufrir.
Después supe que se trata de una enfermedad la que padecen quienes quieren rescatar animales y careciendo de medios se dedican a coleccionarlos sin aceptar el sufrimiento que les provocan.
La enfermedad que se conoce como Síndrome de Noé, derivado del personaje bíblico que salvó a los animales del diluvio, no es común, pero su existencia da lugar a que mucha gente siga sin entender la raíz del problema de la sobrepoblación de animales sin dueño.

 

Rebasa la población del penal de Las Cruces 65% de su capacidad

En la cárcel de Las Cruces hay una sobrepoblación de 65 por ciento.
En el penal, de 2013 a 2015 han sido cambiados cinco directores.
El 28 de septiembre de 2012, el entonces secretario general de Gobierno, Humberto Salgado, reconoció que había una sobrepoblación del 26 por ciento en el penal de Las Cruces, porque muchos de los reos son por delitos federales y serían trasladados.
El pasado 31 de diciembre se informó en El Sur que de acuerdo con el reporte del Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social del gobierno federal, en Guerrero había una sobrepoblación de mil 778 internos distribuidos en 17 cárceles.
Una fuente extraoficial de la Subsecretaría del Sistema Penitenciario del Estado informó que en el penal de Las Cruces hay 2 mil 600 internos, de los cuales el 60 por ciento son del fueron común y el resto federal.
Precisó que de estos internos unos 200 son mujeres y el resto hombres, pero que el penal sólo tiene capacidad para mil 600 reclusos.
Entre los mayores delitos están homicidios calificados, secuestro, delitos contra la salud, así como robo y lesiones.
Según la fuente, en el centro penitenciario en Acapulco no hay medidas de seguridad adecuadas ni servicios básicos como agua, alimentos o dormitorios, y en las áreas médicas no se cuenta con los medicamentos necesarios.
En la cárcel de Las Cruces, que es la más grande, de 2013 a 2015 han sido cambiados cinco directores.
El 16 de mayo del año pasado, fue sustituido el abogado Mario Alfredo Tapia Flores y en su lugar llegó Gustavo Villegas Tovar, luego de cuatro manifestaciones entre familiares y amigos de los internos que exigían su renuncia y el traslado de seis reos a quienes señalaron de inducir la violencia.
Villegas Tovar, que permanece en el cargo, ya había sido director del penal en 2014, pero sólo duró dos meses y en su lugar llegó Tapia Flores.
Villegas Tovar se encontraba, el 3 de marzo de 2014 junto con el ex jefe de seguridad, Irineo Vázquez, bajo investigación tras el cateo en el reclusorio el 2 de febrero de ese año, cuando se decomisaron aparatos electrónicos y droga.
Antes de la primera llegada como director al reclusorio de Villegas Tovar en 2014, había estado Isidoro Bartolo Morales, quien sólo duró cuatro días y fue movido a Ayutla. El llegó en sustitución de Gustavo Adolfo González Buendía, director en octubre del 2014 y luego otro directivo, Juan Pablo Roldán Minero, en 2013.
Justo en septiembre de 2013, los internos se amotinaron para exigir la destitución de Roldán Minero y pedir mejores condiciones de vida.
Asimismo, se informó que en los sistemas penitenciarios, que son 17 en el estado, hay 5 mil 398 internos cuando la capacidad de las cárceles es de 3 mil 620; de estos unos 4mil 800 son hombres y el resto mujeres.
Se precisó que unos mil 800 reos son del fuero federal y el resto del fueron común que están en las cárceles del estado.
En una consulta en la página del gobierno del estado no aparecen los nombres de los directores de los 17 reclusorios que hay la entidad ni tampoco hay un directorio en la Secretaría de Seguridad Pública estatal donde se proporcionen.
Las prisiones en el estado están distribuidas por regiones y en la Zona Norte se ubican en Iguala, Taxco de Alarcón y Teloloapan.
En Tierra Caliente están los penales de Arcelia y Coyuca de Catalán, y en La Montaña, en Tlapa de Comonfort y Malinaltepec.
En Acapulco es el de Las Cruces, el cual es el más grande de todo el estado y allí se presenta la mayor aglomeración.
Y en la zona centro están las cárceles de Chilpancingo, Tixtla y Chilapa. Y en la Costa Chica en Ayutla de los Libres, San Luis Acatlán y Ometepec, mientras que en la Costa Grande está Tecpan de Galeana, Zihuatanejo de Azueta y La Unión.