Otis dejó a Diamante como una zona de guerra; hoteles y condominios de lujo, en ruinas

El condominio Costa Bamboo ubicado en la avenida Costera Las Palmas 114, en el Acapulco Diamante, rodeado de basura después de un mes de ser destruido por el huracán Otis Foto: Jessica Torres Barrera

Lenin Ocampo Torres

Un mes después de que Otis golpeó a Acapulco y al municipio de Coyuca de Benítez, la exclusiva zona de Punta Diamante es la clara imagen del desastre que dejó el ciclón; donde los condominios de lujo, restaurantes, villas privadas, hoteles, complejos residenciales, zonas comerciales, el campo de golf y la Arena GNP, asemejan una escenario de guerra, donde parece, que lo que pasó allí fue un bombardeo y no un huracán.
En un recorrido realizado el viernes, a un mes del embate de ese fenómeno natural, diferencia del Acapulco popular y rural, aquí no se ven a los dueños de los edificios levantando el escombro o limpiando sus departamentos; sólo se ven las brigadas de los mismos empleados o servidumbre que por no perder su trabajo realizan la limpieza por 200 pesos diarios, olvidándose que también ellos son parte del desastre que dejó el huracán más grande que ha golpeado al Pacífico mexicano.
“Aquí no hay censos (del Bienestar)… si se fija no hay ni las estampas esas que colocan en las casas, la mayoría de los edificios están asegurados, pero pues imagínese, aquí un colchón de esta gente vale como 30 mil pesos o un refrigerador más de 50 mil, la ayuda del gobierno ni cosquillas les haces a lo que valen (los enseres)”, platicó riendo uno de los empleados que ayuda a limpiar parte del condominio Marena, que se encuentra destruido.
Después de un mes, la avenida Las Palmas ya se encuentra en su mayoría limpia, los carros volteados y destruidos por la fuerza de los vientos de más de 300 km/h ya fueron levantados. Sólo quedan los escombros del plafón, vidrios, palmeras y basura que fueron amontonados afuera del Marena y que esperaban ser levantados el domingo.
En el hotel Princess, donde la noche del 24 de octubre se llevaba a cabo una cena de gala por la convención Minera, se observan aun los vidrios rotos y los destrozos que dejó Otis. Es uno de los resorts más afectados, pues su construcción de forma de pirámide y la falta de protecciones, hizo que los vientos entraran como un tornado destruyendo todo. En videos grabados por los mineros se ven desde colchones volando, hasta puertas, macetas, mesas y todo lo que se encontró a su pasó.
En su campo de golf ya bajó el agua, hace treinta días parecía un pantano, ahora los empleados de limpieza del Princess cortan las palmeras y árboles que derrumbó el huracán.
En Vidanta ya pusieron los vidrios, hay obreros a marchas forzadas pintando y arreglando las fachadas, el hotel de gran turismo fue de los pocos que sufrieron daños en esa zona, pues su construcción en su mayoría es de concreto.
En los condominios residenciales se ven poco los trabajos, algunas grúas realizan maniobras para levantar los escombros y en su mayoría los dueños de los departamentos están esperando la liberación de sus seguros, para que las empresas comiencen a reconstruirlos.
“Muchos ya perdieron las esperanzas, aquí en diciembre teníamos mucho trabajo, algunos limpiando albercas, otros de meseros, de seguridad, es la temporada que todos venían a disfrutar la navidad y el año nuevo, pero está difícil que se levante esto, así que ahora ayudamos a limpiar para poder ganarnos algo, yo me encargaba de un departamento, mis patrones me pagaban por mantenerlo limpio, ahora no sé qué es lo que va pasar” dijo una mujer que hasta antes del huracán se encargaba de mantener un condominio en Romanza.
En esta exclusiva zona de Punta Diamante, todos los condominios, villas, hoteles y playas son privados, pero el huracán Otis violó su privacidad dejando destruidos y en algunos, dejando en esqueletos a varios edificios, como al Velera, que de sus 20 pisos no quedó nada.
También los condominios Marena, Costa Bambú, Solar Villas Resort, Maranda, Amarintos, Romanza y Aquarelle, que tienen un valor mayor a los 4 millones de pesos, quedaron devastados.
La Arena GNP, que es emblemática por la celebración del Abierto Mexicano de Tenis y el 28 de diciembre se iba a dar el espectáculo del cantante Luis Miguel, continúa desecha, con pocas bancas que fueron las que no volaron por los aires.
En la plaza Las Palmas sólo han abierto Suburbía y Walmart, los demás comercios como Toks, Mc Donald’s, Sam’s y Soriana, entre otros. se encuentran cerrados y sin visos de que pronto vayan a abrir.
En el centro comercial La Isla hay trabajadores reconstruyendo, pero por ser privado no hay acceso a los medios o a los ciudadanos que pretenden ingresar al lugar.
Un mes después de Otis la reconstrucción en Punta Diamante es lenta, aunque ya hay luz y señal de celular, los edificios siguen igual que el primer día de la llegada del huracán, los únicos que tienen las esperanzas que se reconstruya son los empleados, que es la única fuente de trabajo que tienen para llevar el sustento a sus familias.

El eterno contraste de Acapulco reflejado en Punta Diamante

En medio de la opulencia de Punta Diamante está El Pueblito, un recodo entre la playa Revolcadero y la laguna negra de Puerto Marqués, donde el huracán desapareció los techos de al menos 35 negocios que se dedican a la venta de comida típica de la región y que un mes después siguen esperando la ayuda para volver a levantar sus restaurantes.
El pueblito se encuentra entre la exclusiva zona de los resorts Quinta Real y Pierre Mundo Imperial, donde un ciudadano común no puede transitar porque desde hace más de tres décadas se encuentran las playas privatizadas.
“No podía ni moverse, tardaron en ayudarnos; apenas el jueves vinieron a limpiar, la minera de Media Luna se llevó la basura, ni el ayuntamiento vino; sólo las fundaciones y la Marina nos ayudaron, aquí el huracán se llevó todo, se metió el agua, perdimos nuestros pescados y camarones que teníamos congelados para el puente (del 20 de noviembre) eran más de 100 mil pesos de inversión” dijo doña Lupita, de 69 años y dueña del local Marisela.
“Viene la temporada; los techos de mi negocio son de las láminas que vamos recogiendo, nadie nos ayuda, no hemos trabajado, estamos pidiendo prestado, pero ahora nos prestan al 20 por ciento de intereses, así que tenemos que pagar más de lo que podamos ganar, desde hace tres semanas no hemos vendido ni cien pesos” contó entre sollozos.
La señora Lupita tiene una vida entera dedicándose a la gastronomía en el Pueblito, donde ofrece su platillo principal: el pescado a la talla. Ahora espera el préstamo del gobierno federal que es de 60 mil pesos para poder levantar su local y que en diciembre los turistas quieran regresar a Acapulco.
“No hemos comprado las láminas porque están muy caras, la lamina de 6 metros nos las están dando en 800 pesos, cuando antes la llegábamos a comprar en 400; yo ocupó mas de 10 y la verdad no tengo dinero para pagarlos, la gente también que nos presta está abusando y no más vemos que la ayuda no llega” reclamó la restaurantera.
Al igual que Lupita, en El Pueblito la situación de todos es la misma: los restaurantes se encuentran sin techos, sin sillas, sin refrigeradores y ya están limpios para volver a echarlos a andar.
Todos esperan que en diciembre sus clientes regresen a esa zona, que es de los pocos lugares que les quedaron a los ejidatarios en medio de la riqueza, luego de que a mediados de los años 80s el presidente Miguel de la Madrid Hurtado se los expropió para que en 1996 su desarrollo creciera y fuera conocida como Punta Diamante, una de las tres zonas turísticas –junto con la Tradicional y la Dorada– en que se divide la ciudad.