El 1 de septiembre de 1974 fueras del Estado desaparecieron a la estudiante de la Escuela de Filosofía y Letras de la UAG, Teresa Estrada Ramírez, después de que visitó a un grupo de presos políticos en el penal de Lecumberri, donde fue detenida, pone de ejemplo Roberta Campos. Colocan además las imágenes de Victoria Fernández Brito, Jacob Nájera, Luis Armando Cabañas y Carlos Díaz Frías
Chilpancingo, Guerrero, 5 de septiembre de 2024. Familiares de desaparecidos y activistas durante la llamada guerra sucia instalaron ayer en la fachada del Edificio Docente de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), las fotografías de Teresa Estrada Ramírez, Jacob Nájera Hernández, Victoria Fernández Brito, Luis Armando Cabañas Dimas y Carlos Díaz Frías, desaparecidos en la década de los setentas, época reconocida ahora por el sistema Judicial mexicano como de terrorismo de Estado.
El motivo, según se explicó, fue porque el 1 de septiembre de 1974 desapareció la estudiante de la Escuela de Filosofía y Letras de la UAG, Teresa Estrada Ramírez, después de que visitó a un grupo de presos políticos en el penal de Lecumberri en la Ciudad de México, donde fue detenida.
El 2 de septiembre, también de 1974, desapareció Jacob Nájera Hernández, entonces líder del movimiento magisterial y profesor de la escuela preparatoria 13 de la UAG, en Zihuatanejo.
“A 50 años de su desaparición quisimos realizar un acto de memoria histórica y dejar presente que seguimos exigiendo su presentación con vida y saber qué pasó con ellos”, dijo la integrante del movimiento de 1960, Roberta Campos Adame, una de las convocantes.
En cuanto a los otros desaparecidos, Victoria Fernández Brito fue detenida-desaparecida el 11 de noviembre de 1976, cuando era dirigente estudiantil de la Escuela Superior de Agricultura (ESA) de la UAG, ubicada en Tuxpan, municipio de Iguala.
Luis Armando Cabañas Dimas fue detenido y desaparecido el 16 de junio de 1978, él fue de la generación que fundó la escuela preparatoria Ernesto Chí Guevara, hoy preparatoria 9 de la UAG, en cuya fachada se colocaron ayer las fotografías.
En tanto que Carlos Díaz Frías, fue detenido- desaparecido el 16 de junio de 1978, cuando era secretario de acción política de la ya desaparecida Federación Estudiantil Universitaria Guerrerense (FEUG) y estudiante del último semestre de la licenciatura en derecho de la UAG.
Las imágenes de los universitarios desaparecidos se colocaron a la una de la tarde, hora de la salida de los estudiantes y catedráticos del turno matutino de las preparatorias 1 y 9, quienes, indiferentes, pasaban entre el reducido grupo de activistas que exigían la presentación con vida de los desaparecidos.
Critican inmovilismo de la UAG
El representante del Colectivo de Desaparecidos Lupita Rodríguez, David Molina Rodríguez criticó que el rector Javier Saldaña Almazán mantenga ahora una universidad sometida, desmovilizada y desvinculada de los movimientos sociales.
Reprochó que, en cambio, en el movimiento de 1960 que dio origen a la autonomía de la UAG, “si participaron los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa y de la sociedad civil en esa lucha en la que (el Ejército) dio muerte a 20 personas”.
Criticó que ahora la comunidad universitaria ya no se solidarice con los movimientos sociales, y también que el lugar emblemático donde murieron esas 20 personas por la autonomía de la UAG, haya sido ocupado por unas fuentes danzarinas, “que no tienen nada que ver con el movimiento histórico que dio origen a la Universidad”.
El activista dijo que esto es necesario repetirlo, “porque hoy la Universidad se ha olvidado de aquellos mártires del 30 de diciembre de 1960”.
Molina Rodríguez expresó que como organizaciones y colectivos no pueden permitir “que sigan desapareciendo personas día con día, sin parar”.
Entre los asistentes estuvieron Roberta Campos Adame, participante en el movimiento de 1960; Celia Piedra, esposa de Jacob Nájera; Andrés Nájera, hermano de Jacob; David Molina, del Colectivo Lupita Rodríguez; Diana Hernández, hija del dirigente social asesinado, Ranferi Hernández Acevedo; el dirigente de la Unión de Transportistas Democráticos (UTD), Apolinar Segueda Dorantes; el ex aspirante a la alcaldía de Chilpancingo por Morena, Antonio Pérez, en total, una veintena de familiares de los desaparecidos y activistas.
En declaraciones a los medios de comunicación, Celia Piedra, dijo que a 50 años de la desaparición de su esposo Jacob Nájera, lo sigue reclamando vivo; “50 años tengo en la lucha y nunca he logrado encontrarlo hasta a la vez”, dijo la también integrante del Comité Eureka que fundó la activista por los desaparecidos Rosario Ibarra de Piedra.
“De nadie de los desaparecidos se sabe nada, nosotros quisiéramos saber qué pasó con ellos, sabemos que estuvieron en el Campo Militar Número 1 en la Ciudad de México”.
Contó que de algunos se dice que “los aventaron al mar”, en referencia a los llamados vuelos de la muerte, sin embargo aseguró que Jacob “me di cuenta que primero estuvo en el Campo Militar de Atoyac, donde los torturaron, y de ahí se lo llevaron a México, de ahí ya no supe nada de él”.
Sin embargo, el nombre de Jacob aparece en los documentos que recientemente se dieron a conocer donde viene la lista e información de quienes fueron víctimas de los llamados vuelos de la muerte.
Pero Celia Piedra agregó que lo seguirá reclamando con vida a él y a todos los desaparecidos.
“A Jacob se lo llevaron agentes federales, entre ellos conocí a Isidro Galeana Abarca, que es de Corral Falso, (municipio de Atoyac), él fue uno de los que entró a la casa queriéndolo golpear y se lo llevaron a la fuerza”.
Recordó que su hija (Melina, ya fallecida) salió y suplicó: “No se lleven a mi papá”, pero dijo que Jacob la encontró para darle una libreta y le dijo: “ahorita regreso, hija, pero es el día que estamos esperando, no regresó”, declaró Celia Piedra.
Añadió que 50 años después, “igual que todas las madres, esposas e hijos, seguimos esperando a nuestros desaparecidos, cuando menos saber qué fue lo que paso con ellos”.
Reconoció que había la esperanza de que con este gobierno de Andrés Manuel López Obrador encontraran verdad y justicia, “pero qué podía hacer, no fue en su gobierno”.
Texto: Zacarías Cervantes / Foto: Jessica Torres Barrera