25 septiembre,2020 5:07 am

James Grady, el espionaje, la heroína y el Estado

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Adán Ramírez Serret

 

A principios del año pasado, en lo que ahora me parece un remoto 2019, pre pandemia; Eszra Alcázar y Paco Ignacio II, me invitaron a traducir Los seis días del cóndor, un libro de un autor que hasta entonces yo desconocía, James Grady (Shelbi, Montana, 1949). ¡Quedé maravillado!

Por lo que, luego de leer el libro, acepté de inmediato.

Se trata de una novela extraordinaria, policiaca y de espionaje; clavada en el género de Ian Fleming y John le Carré: James Bond mezclado con la escritura más fina.

Antes del inicio de la novela, en el prólogo, Grady se confiesa diciendo que este libro le cambió la vida y que escribirla, ha significado para él una bendición.

Relata el contexto en el cual la hizo a los 24 años; a él, un pueblerino de Montana que había hecho una pasantía con un senador de su pueblo, en Washington, se le había ocurrido una novela a partir de ver un edificio que era tan anodino, que le pareció sospechoso. Se declara paranoico, pero quién no lo era en esos años, en plena Guerra Fría, con la China comunista ascendiendo y Estados Unidos consolidándose como un país intervencionista y con una terrible policía secreta.

A partir de esto, cuenta, se hizo una pregunta: ¿qué pasaría si? ¿Qué sucedería si esta fuera una oficina de espionaje y si, quien trabajara aquí, un día regresara luego de la comida y se encontrara a todos sus compañeros de la oficina muertos?

Una de las razones por las que el autor se siente bendecido por haber escrito este libro, fue que la novela se hizo película y el actor fue Robert Redfort, quien la protagonizó.

Además, un extra, del que se enteró 40 años después, similar al de Julio Verne quien inventó los submarinos en Veinte mil leguas de viaje submarino, en donde la ficción va más adelante que de la realidad, pues supo que también había creado una oficina de la KGB: le dijeron que este departamento se había inspirado en Los seis días de cóndor para crear un departamento de espionaje.

Pero una pregunta nos quema los labios, por decirlo de manera exagerada, ¿por qué es tan bueno el libro? ¿Por qué fue tan impactante en la novela?

Sucede que James Grady, a los 23 años, estaba por irse a su pueblo en Montana, y le preguntó a uno de sus profesores favoritos que le contará aquella historia maravillosa que había prometido en clase, y entonces, el profesor le reveló que todo aquello que estaba haciendo arder la antigua Indochina y a Estados Unidos no era otra cosa que el Estado Norteamericano involucrándose de lleno en la Guerra del Opio.

A partir de aquí Grady se encierra a tierra y lodo y se pone a escribir la novela.

Inventa a Malcolm, cuyo nombre clave es Cóndor, quien trabaja en una oficina de la CIA cuya labor es leer TODAS las novelas policiacas que se editan en Estados Unidos, a meterlas en una computadora y ver si hay alguna conspiración oculta en ellas.

Hasta que su rutina cambia de un día a otro y su vida se transforma en una novela policiaca.

Los seis días del condór no es sólo una novela apasionante, agil y violenta, también nos explica lo profundo y oscuro que es el mundo de las drogas. El maquiavélico y corrupto mundo del Estado moderno.

Una novela única y actual, policiaca e impostergable.

James Grady, Los seis días del cóndor, Ciudad de México, FCE, 2020. 243 páginas.