23 abril,2021 5:22 am

La patria materna de Theodor Kallifatides

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Adán Ramírez Serret

 

Una de las dualidades más importantes que existen entre algunos seres humanos, es provenir de dos seres diferentes; de haberlos conocido y haber sido formado por ellos, quiero decir. La paternidad ha sido uno de los temas profundos de la literatura occidental, desde La odisea de Homero a Patrimonio de Philip Roth. Obra melancólicas, la mayor parte de las veces, sobre anteceder o preceder a alguien. La sucesión y el abandono ineludible en la vida.

En cuanto al tema de la maternidad, sin duda ha sido abordado antes por los grandes autores: Proust, por ejemplo; pero en los últimos tiempos se ha escrito mucho más sobre ello. Es el caso del maravilloso libro Madres e hijos de Theodor Kallifatides (Molaoi, Grecia, 1938), quien nació en Grecia, pero emigró a Suecia en donde hasta hace muy poco había construido una prolífica carrera como escritor (en sueco); hasta que hace algunos años, decidió volver a la escritura a su lengua materna.

Todo comenzó con una crisis en la vida de Kallifatides: el momento en que supo que ya no podría escribir. Entró en una etapa de sequía, y en un viaje que hizo a su país, mientras presenciaba una obra de Esquilo en su pueblo natal, se dio cuenta que había recuperado su lengua, que ahora debía escribir en griego moderno y se puso manos a la obra.

Escribió Otra vida por vivir, que se transformó en un fenómeno, el cual, para nuestra gran fortuna –de quienes hablamos español–, cayó a las manos de la brillantísima traductora mexicana, del ruso y del griego moderno, Selma Ancira, quien vertió este bellísimo libro a un hermoso español.

La más reciente traducción de Ancira de Kallifatides, es Madres e hijos, una obra que me hace recordar las palabras del magnífico escritor francés Pierre Michon, quien dice que siempre que la literatura se aparece, sucede un milagro. Así, es este libro cargado de mucha autoficción, pues se trata del narrador viajando a ver a su madre de Suecia a Grecia. Hace un homenaje póstumo a su padre, y una apología divertida y sublime a su madre.

Mientras viaja, y durante su estadía en Atenas, el narrador lleva bajo el brazo un conjunto de recuerdos de la infancia de su padre. Leemos el manuscrito con él. Vamos al pasado, a la Grecia y Turquía de comienzos del siglo XX, y volvemos con el narrador, a la Atenas de 100 años después, en pleno siglo XXI, en donde lo recibe su madre de noventa y dos años, “Bienvenido sea el orgullo de mi vida”. A lo que reflexiona el narrador, “me sentí ligeramente desconcertado”. “En Suecia nadie me había llamado jamás ‘Orgullo de mi vida’”.

El relato se va desgranando en cada vez más y más momentos de belleza. Como si se le cayeran perlas de las manos “La vida no es un sueño. A veces es incluso más bella”.

El narrador reflexiona sobre el hecho de tener una madre y haber tenido un padre, dice: “Hubo una época en que tenía una buena amiga, ya no vive, que afirmaba que Dostoievski había hecho de ella un ser humano, Y Chéjov, una mujer. Algo así me gustaría decir a mí también. Mi padre hizo de mi un ser humano, y mi madre, un escritor”.

Madres e hijos, es un homenaje a ese hecho tan extraño de provenir de alguien más. Eso que tanto nos ha confundido siempre, aquello nacionalista, “Madre patria” –Mamá-Padre-, que quizá sea al revés, “Padre matria”, o como queramos.

El libro es un conjunto de prodigios, dejo algunos como muestra: “De vez en cuando tengo la impresión de que no somos nosotros quienes elegimos nuestros recuerdos, sino que son ellos los que nos eligen”. U otro más adelante: “Quiero recordar sin recordar, quiero ser mis recuerdos”. O este último, “Mamá, ¿cómo aguantas tanto amor sin hacerte añicos?”.

Theodor Kallifatides, Madres e hijos, (traducción de griego moderno de Selma Ancira), Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2020. 173 páginas.