16 octubre,2020 4:52 am

Lara Prescott: los secretos de una novela

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Adán Ramírez Serret

 

El escritor inglés Ian McEwan cuenta que hasta que no publicó su primera novela no supo que la censura era algo real. Pensaba que la prohibición se había quedado años atrás con El amante de Lady Chatterley, de D. H. Lawrence. Por eso se sorprendió cuando no pudo publicar su obra, porque asustaba las conciencias de una sociedad.

La historia de la censura en la literatura es larga, y aunque me cueste decirlo, fascinante; los juicios en contra de Charles Baudelaire por Las flores del mal y también sobre Madame Bovary, de Gustave Flaubert, han sido publicados recientemente por una editorial como una especie de manifiesto literario, como una poética. Sobre qué sí se puede escribir y sobre las cosas prohibidas, es fascinante de leer a la distancia, pero imagino terrible en carne propia. ¿Qué tipo de palabras son las que no soporta una ideología?

Pienso en esto al leer la novela de Lara Prescott (Estados Unidos, ¿?) Los secretos que guardamos, pues cuenta la apasionante, dura y terrible historia de la publicación de la novela El doctor Zhivago, del autor ruso Boris Pasternak.

Siempre que se leen novelas sobre la Rusia estalinista, sucede aquello que dice Martin Amis, que todo sillón se vuelve más suave, todo cuarto más cálido y cada copa de vino más reconfortante.

La novela está contada desde dos personajes, una de ascendencia rusa, que vive en Estados Unidos, y la otra, una mujer rusa, editora y amante de Boris Pasternak, quien sufre las torturas del régimen estalinista, tan sólo por saber de qué se trata El doctor Zhivago, pues la inteligencia de la KGB está obsesionada por saber si atenta o no contra los valores del partido.

Prescott goza de la habilidad suficiente como narradora, de un talento tan contundente, de poder cobrar una cifra de seis ceros antes de escribir una novela. Mostró apenas el primer capítulo de esta novela, y fue premiada. ¿Por qué?

La razón: es profunda y ágil y desde las primeras páginas supe que me encontraba dentro de una novela de esas que cuesta trabajo dejar y en las que uno se zambulle en cuanto las mira.

Las primeras páginas cuentan la historia de una mujer que es secretaria durante los años 50 en Estados Unidos, recuerda, por supuesto la famosísima serie Mad Men, por la forma en la que relacionaban de manera profesional hombres y mujeres, pues los primeros siempre iban a ser los jefes y las segundas nunca pasarían de ser las secretarias, esposas y objetos sexuales.

Sin embargo, es una historia llena de vida y sobre todo de grandes aventuras. Una especie de novela de conspiraciones internacionales con el delicioso antídoto de la literatura, pues la forma en que se conectan las dos historias, la de Estados Unidos y Rusia, es por medio de la filtración de El doctor Zhivago para que pueda ver la luz y se aleje su país de origen y del estado dominante que incluso obligó a Boris Pasternak a declinar el Premio Nobel cuando se lo otorgaron en 1958.

Los secretos que guardamos es un elegante cuadro de época de Estados Unidos de los años 50, de la Guerra Fría y un homenaje a la creación de una novela paradigmática que fue publicada de una manera absolutamente majestuosa. Primero filtrada por un célebre editor italiano y luego traducida y transcrita de manera humilde y heroica.

Esta novela es la prueba de que, a veces, la espantosa censura despierta la parte más deslumbrante del ingenio humano. Que aquellas palabras que no soporta una sociedad están tan llenas de vida que son capaces de vivir por sí mismas y buscar la luz.

Lara Prescott, Los secretos que guardamos, Ciudad de México, Seix Barral, 2020. 459 páginas.