11 marzo,2021 5:32 am

Mujeres: se avanza, pero…

Humberto Musacchio

 

Para Marcela Lagarde, que ha luchado por reeducarnos.

Las mujeres tienen razones abundantes para protestar. En el presente sexenio continúan los feminicidios, las violaciones, los abusos, la discriminación, las desigualdades y otras muestras de la perversión masculina y de la estupidez humana, pues abundan los hombres y aun las mujeres que ven lo anterior como natural y creen que el sexo femenino debe soportarlo todo.

El feminismo ha decidido rechazar esa visión misógina y reivindicar para las mujeres los mismos derechos que los hombres. De este modo, lo que fueron voces aisladas y hasta objeto de burlas, hoy conforman un poderoso movimiento mundial que avanza en todas partes, no en forma incontenible, porque subsisten muchos y muy diversos obstáculos, pero aun así van adelante en busca de la emancipación de ellas, que a fin de cuentas será también la de los hombres, que liberados de la presunta búsqueda de superioridad entenderán, esperemos, que hay mayor riqueza en la igualdad que en las relaciones de dominación.

En los últimos 70 años ha habido conquistas innegables, como el voto femenino y la presencia cada vez mayor del sexo femenino en la ciencia, el arte, la política, los negocios y el deporte. Pero lo cierto es que estamos lejos de arribar a la igualdad y lamentablemente, bajo el presente gobierno federal, las mujeres han sufrido por decisiones que sólo pueden interpretarse como antifeministas. Tal es el caso de la pérdida de guarderías, de la escasez de medicamentos para el cáncer infantil o la grosera imposición de un presunto violador y seguro abusador como candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero.

Las mujeres no han encontrado en el gobierno federal el apoyo que se esperaría de un candidato que triunfó con amplio respaldo de la ciudadanía. Es vergonzoso que la Presidencia de la República busque siempre posponer los derechos de las mujeres y que, fuera de la ciudad de México, la interrupción del embarazo sea penada con cárcel, en lugar de garantizar el aborto libre y seguro a quienes así lo decidan, porque más allá de mojigaterías, se trata de algo que sólo a la mujer corresponde decidir.

Las manifestaciones por el Día Internacional de la Mujer son la más contundente respuesta a la incomprensión gubernamental y, en general, al machismo que se niega a despedirse. Por desgracia, otra vez la gran nota periodística no fue el despliegue civilizado de la inmensa mayoría de manifestantes, sino el vandalismo de las llamadas “feminazis”.

Las pandillas de embozadas dañan a su paso propiedad pública y privada, agreden criminalmente a los hombres que se asoman a la manifestación (incluidos los periodistas como el fotógrafo Pascual Borzelli), a las propias manifestantes que no están de acuerdo con la violencia y a las mujeres policías, indefensas por la orden de no responder a quienes las atacan con varillas, piedras, palos, aerosoles y fuego.

Esa violencia es el resultado de la impunidad que de manera expresa ofrecieron a las delincuentes el gobierno federal y el de la ciudad de México (¡Claudia Sheinbaum!), pues llamaron a manifestarse pacíficamente, pero anunciaron que no iban a reprimir a las pandillas depredadoras.

Para proteger Palacio Nacional, la Catedral, Bellas Artes y otros inmuebles, el gobierno dispuso colocar vallas metálicas, lo que ha sido insistentemente criticado por la oposición y hasta por algunos seguidores de la 4T. Si los monumentos no se hubieran protegido, la crítica hubiera sido todavía peor.

Por eso resulta absurdo y sospechoso que la señora Tania Reneaum Panszi, directora ejecutiva de Amnistía Internacional México, acuse a las “diversas autoridades” de haber dado una respuesta violenta a las manifestaciones de mujeres durante 2020, lo que –dice la buena señora– vulneró sus derechos a la libertad de expresión y de reunión pacífica.

Por supuesto, puede haber funcionarios que hayan reprimido las manifestaciones feministas y a sus organizadoras, pero en ese saco no se puede meter a las autoridades federales ni a las capitalinas, que pecan precisamente por lo contrario, lo que permite suponer que la señora Reneaum, al hacer generalizaciones mentirosas, desprestigia a Amnistía Internacioanal y le hace un gran favor al PRIANRD. ¿De eso se trata?