8 junio,2019 4:37 am

Poder agroalimentario

Héctor Manuel Popoca Boone
 
La amenaza del presidente Trump de imponerle a México aranceles progresivos desde el 5 hasta el 25 por ciento a las exportaciones que realizamos a su país, a partir del próximo lunes, por resistirnos a reprimir a nuestros hermanos centroamericanos, migrantes, que vienen huyendo de la hambruna y violencia que asola a sus países de origen, es por demás inaudita y el intento de extorsión es insólito, repudiable y deleznable a todas luces.
Nuestra balanza comercial de bienes y servicios agroalimentarios con el mundo es favorable; esto es que de 32 mil 444 millones de dólares que arrojaron las exportaciones de México al resto de mundo, nuestras importaciones fueron de 27 mil 172 millones de dólares; resultando positivo el saldo a nuestro favor en 5 268 millones de dólares en 2018.
De las exportaciones que México realizó en ese año de productos agroalimentarios para Estados Unidos, estas tuvieron un valor de 26 598 millones de dólares; o sea representaron el ¡82 por ciento! del total de nuestras exportaciones; por lo que México entrará en un estado delicado, económicamente hablando, de establecerse los aranceles. Considérese también que el no tener mayores divisas, por el encarecimiento de las importaciones de gasolinas, indefectiblemente la capacidad de compra en el exterior de granos básicos que hacemos de Estados Unidos también se encarecerá a causa de la depreciación de nuestra moneda frente al dólar, cosa que por lo demás ya se ha iniciado. Analistas auguran severos efectos en nuestro crecimiento económico anual que iría de 0.3 por ciento a -1.5 por ciento; es decir entraríamos en recesión de llegar al 25  por ciento de carga arancelaria.
De esta forma, en lo económico, las medidas arancelarias se le revertirán a su promotor en virtud que generarán desempleo en el campo mexicano y por consecuencia los jóvenes ingresaran y engrosaran el ejército de migrantes de reserva.
Con la amenaza del presidente Trump, ahora más que nunca, resalta la importancia de ser menos dependiente en materia de alimentos con Estados Unidos y diversificar aún más nuestras exportaciones e importaciones con el resto del mundo. De cumplirse el ominoso amago, el poder adquisitivo de nuestra moneda se verá afectado. México dejará de recibir buen monto de divisas y se depreciaría el peso mexicano volviendo inútil la firma del tratado de libre comercio con nuestros dos vecinos del norte.
El que les respondamos con la misma moneda, con la imposición de aranceles a las importaciones agropecuarias que realizamos de Estados Unidos causaran poca mella, puesto que no tenemos una agricultura fuerte comparada a la del vecino del norte. Si ellos importan hortalizas y frutas (alimentos no esenciales, pero de alta rentabilidad económica) de México, las importaciones de productos del campo de esa nación a México sí son vitales debido a que se trata de granos básicos, (principalmente maíz amarillo y blanco) de los que somos deficitarios en un 45 por ciento de nuestro consumo. En otras palabras, dependeríamos alimenticiamente en forma más cara de nuestros vecinos norteamericanos y perderíamos soberanía alimentaria y libertad en nuestro propio territorio (“tercer país seguro”) más de la que ya perdimos con el régimen presidencial de Peña Nieto.
Este desafío nada menor debe hacernos reflexionar para estar mejor preparados para los embates del comercio mundial, así como de las presiones del gobierno de Estados Unidos en los intentos de doblegarnos y acatar comportamientos inadmisibles y perjudiciales ya que vulneran nuestra soberanía nacional; la alimentaria en lo particular.
Para el caso de Guerrero, se deben empezar a visualizar programas compensatorios de tipo comercial hacia el mercado interno para los productores cuyos productos tradicionalmente se dirigen al mercado estadunidense como lo son: el mango, el melón, la miel y el café. (No incluyo la mariguana, la heroína y el trasiego de cocaína por razones obvias).

  1. En política como en la música, hay que saber bien combinar los sonidos con los silencios.