12 agosto,2020 8:54 am

Reabren los museos en la Cdmx con medidas sanitarias, pero muy poca o nula asistencia

En el Soumaya entraron unos cuantos, a pesar de que puede recibir a más de 200 ya con la restricción de 30% de aforo. En el Antiguo Palacio del Ayuntamiento no hubo público

Ciudad de México, 12 de agosto de 2020. El Antiguo Palacio del Ayuntamiento, en la Ciudad de México, el primero de los museos institucionales que reabre sus puertas, se quedó ayer a la espera de visitantes.

A pesar de la gran afluencia en los comercios alrededor del Zócalo, en las primeras horas de la jornada de puerta abiertas el recinto gratuito no recibió público, cuando antes de la epidemia de Covid-19 registraba unos 100 visitantes diarios y hasta 300 en fin de semana.

Los protocolos se activaron: toma de temperatura y aplicación de gel antibacterial a la entrada del edificio y en los accesos a las salas del primer y segundo niveles, además de marcas en los pisos para mantener la sana distancia.

Sólo se permiten 12 personas distribuidas en las seis salas del recinto: Galería de Cronistas Urbanos, el Ágora, Galería del Pueblo, Salón de Cabildos y los Salones de los Virreyes; esto es, dos personas en una sala al mismo tiempo, en un recorrido que debe cubrirse en unos 20 minutos.

El horario de visita arrancó pasadas las 10:00 horas, con una interrupción de poco más de hora y media por un acto oficial en el inmueble, también sede del Gobierno de la Ciudad de México, en el que el IMSS y la autoridad capitalina anunciaron la afiliación de choferes del transporte publico concesionado al Seguro Social.

“Hoy no se han animado (los visitantes), pero estamos muy entusiasmados de que los espacios estén abriendo”, contaba en uno de los salones Jenny de Jesús Díaz, a cargo del espacio museístico.

El aforo está restringido al 30 por ciento de su capacidad y el horario de visita va de las 10:00 a las 17:00 horas.

Aun no está permitido tomar fotografías en la escalinata principal del Antiguo Ayuntamiento, una locación muy socorrida por las quinceañeras desde que abrió al público a inicio de este sexenio.

El recinto alberga las exposiciones temporales Guillermo Prieto, cronista del México popular, Los mil y un Monsiváis y la galería fotográfica 10 Años sin Monsiváis, estas dos últimas en memoria del escritor fallecido el 19 de junio de 2010.

Obras sin quien las vea

Abraham Méndez, artista autodidacta, sube la rampa que conduce a la Sala 6 del Museo Soumaya de Plaza Carso y trata de dilucidar de un vistazo si todo sigue igual que como lo dejó en su última visita, hace casi cinco meses.

Con el cuaderno de dibujo bajo el brazo y cargando un estuche en el que guarda lápices y carboncillo, y un poco nervioso, se acerca a una de las vigilantes del lugar: “No cambiaron las esculturas de lugar, ¿verdad?”.

Por fortuna, según confirma la empleada del museo –a quien conoce ya desde hace mucho–, la sala del recinto dedicada a los bronces de Auguste Rodin permaneció igual desde el pasado 17 de marzo, cuando el Soumaya cerró sus puertas por la pandemia de Covid-19.

“Sí tenía, aunque no lo creas, aunque suene exagerado, hasta medio pesadillas de que todo lo que ya había hecho fuera a estar alterado”, cuenta Abraham, quien solía acudir hasta tres veces por semana antes de la emergencia sanitaria para dibujar las esculturas, con la posición y condiciones de luz precisas del lugar.

En el primer día de reapertura oficial de los museos de la Ciudad de México, el retorno a las salas conocidas, con las piezas en la disposición en la que estaban antes del cierre, obliga a pensar de qué sirve una obra de arte si no hay nadie ahí para verla.

Un piso abajo, por ejemplo, una banca que en cada uno de sus extremos tiene pegada una estampa marcando la sana distancia todavía espera, vacante, a que alguien vuelva a sentarse en ella a contemplar el mural La tierra como el agua, la industria nos pertenece, de David Alfaro Siqueiros.

Lo mismo con los personajes retratados por Pierre-Auguste Renoir, René Magritte, Camille Pisarro, Paul Gauguin y Amedeo Modigliani, entre tantos otros del acervo del museo, que llevan meses sin “posar los ojos” en un visitante.

Poco a poco, los asiduos a los museos, como Abraham, comienzan a llegar de nuevo a estos recintos, aunque a cuentagotas, y cada uno atraído por una motivación propia.

Para Brenda Tabal, estudiante de Mercadotecnia, la idea de realizar su primera visita al Soumaya le llegó, sencillamente, porque ya quería huir del confinamiento.

“Después de tanto tiempo encerrada en casa, ya era necesario venir de nuevo a visitar los museos; eso fue, más que nada: el estar encerrada tanto tiempo”, explica.

En un grupo de tres, Brenda fue una de las primeras visitantes, de un número todavía muy escaso, que cumplió con el nuevo ritual obligatorio para entrar a un museo: cubrebocas, tapete sanitizador para los zapatos, medición de temperatura y gel antibacterial.

Al menos ayer, la iniciativa de regresar a un museo le fue correspondida con un recinto prácticamente para ella sola y sus acompañantes, que apenas y ocupaban espacio en el enorme vestíbulo del Soumaya.

Ante una de las obras maestras del museo, el mural Río Juchitán, de Diego Rivera, Brenda sabe que, entre todo lo que ocurre en el país, eligió un buen día para salir de su encierro.

“(Hay) muy poca gente, la verdad. Me imaginé que iba a haber un poquito más, pero creo que así está bien”, celebra. “No había venido y creo que aproveché un buen momento para venir”.

De acuerdo con el personal del museo, el aforo del 30 por ciento permitido para el Soumaya resultaría en alrededor de 240 visitantes al mismo tiempo, con un control de tránsito dependiendo del tamaño de cada sala.

Y aunque, por ahora, alcanzar de nuevo esa cifra de visitantes se ve como algo muy distante, tras casi cinco meses cerrado, los museos como el Soumaya han vuelto a recuperar el contacto con su público, lo mismo que su sede de Plaza Loreto o espacios como el Museo del Juguete en la colonia Doctores o la Casa Guillermo Tovar de Teresa en la Roma, recintos, todos privados, que también reabrieron de manera oficial sus puertas ayer, a diferencia de los espacios institucionales, que aún aguardan su regreso.

Con una apertura escalonada que apenas comienza a esbozarse, los museos de la Ciudad de México encaran la “nueva normalidad”, y los acervos, como ante Abraham y Brenda, recuperan su función esencial de ser vistos, una vez más, por el público que les da sentido.

Texto y foto: Agencia Reforma