8 diciembre,2020 4:46 am

Se ve la delincuencia empoderada y la autoridad sometida, dice Tlachinollan en su 26 informe

Alerta del peligro para defensores de derechos humanos y periodistas como los casos de Arnulfo Cerón y Ezequiel Flores. En la pandemia se agravaron los problemas de los jornaleros y los migrantes en EU. El organismo ha dado acompañamiento a 19 muertes violentas de mujeres, seis desaparecidas, cinco niñas asesinadas y 14 agresiones a niñas. También reaparecen añejos conflictos agrarios

 Chilpancingo, Guerrero, 8 de diciembre de 2020. En el informe Como una noche sin estrellas, del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan que se presentó ayer de manera virtual, el director, Abel Barrera Hernández, planteó que en Guerrero se ve una delincuencia “empoderada” y una autoridad sometida, donde están en riesgo defensores y periodistas.

Al presentar el 26 informe de 396 páginas, desde la biblioteca de Tlachinollan, agregó que “caminamos en la oscuridad ante la ausencia de las autoridades”.

En el documento se cuentan historias que van desde los migrantes que regresaron en cenizas y en urnas de Estados Unidos con poca ayuda del gobierno, víctimas del Covid-19; la desaparición y asesinato del activista social Arnulfo Cerón Soriano que sigue impune; la violencia por conflictos agrarios que ha dejado muertos y desaparecidos en las zonas indígenas, por la desatención de las autoridades, y la violencia de género que se agravó con el confinamiento de la pandemia.

El informe fue comentado por Tania Reneaum, de Amnistía Internacional (AI); Jesús Peña Palacios, de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, y Luis Hernández Navarro, periodista de La Jornada, y coordinó el abogado Vidulfo Rosales Sierra.

Tania Reneaum opinó que el informe es una “radiografía amplia de lo que pasa en algunos territorio de México, en los que ante la falta de autoridad uno se pregunta: ¿y dónde está el Estado, que no investiga adecuadamente un feminicidio, que no busca a un desaparecido, que no investiga un asesinato?.

Por su parte, Jesús Peña Palacios planteó que el informe revela un Guerrero donde los asesinatos, como el de Cerón Soriano son apenas la punta más visible pero llevan aparejados otras formas de amenazas, represión e impunidad contra los defensores.

En tanto que Luis Hernández definió: “Lo que Tlachinollan nos recuerda en su informe es que cientos de campesinos, indígenas, colonos, familiares de desaparecidos, no cuentan con estrellas en el cielo que les ayuden a guiarlos”.

La presentación del documento duró más de una hora y Barrera Hernández explicó que este año transcurrió en condiciones difíciles porque el coronavirus vino a agravar la violencia por el vacío de autoridad.

Explicó que el informe se denominó Como una noche sin estrellas porque así se autodefinió una madre cuando se resquebrajó al recibir las cenizas de su hijo que se le murió en Nueva York, víctima del Covid-19.

Barrera Hernández informó que el organismo apoyó la gestión para la repatriación de 64 restos de indígenas y que sus familiares recibieron un fondo de mil dólares para pagar la cremación, ya que urgía de lo contrario irían a parar a la fosa común.

Contubernio delincuencia autoridades

Barrera Hernández sostuvo que con la desaparición y el asesinato del defensor Arnulfo Cerón en Tlapa, se descubrieron las redes de la delincuencia y el contubernio con las autoridades, y que derivado de ello los grupos de la delincuencia tienen más poder que las autoridades.

Dijo que con el asesinato del dirigente social se demostró que no hay manera de proteger a los defensores, “al contrario, se denostó contra Arnulfo, porque estaba pidiendo cuentas a las autoridades, pedía obras, y que el presupuesto fuera público”.

Denunció que quien operó su muerte fue un grupo de la delincuencia, en coordinación con las autoridades municipales.

Contó que situaciones como ésta han ocurrido con defensores en municipios como Zapotitlan Tablas y Ayutla.

Reprochó la negligencia de las autoridades en la búsqueda del dirigente social y que fueron los familiares y organismos civiles los que se movilizaron.

Recordó que derivado de ello se conformó el colectivo Luciérnaga para salir a buscar a otros desaparecidos y que su labor ha sido exitosa porque han encontrado siete cuerpos y más de 100 restos en parajes, barrancas, basureros, y en lugares donde tenía el control la delincuencia.

“La región está siendo mancillanda por la delincuencia con la siembra de cuerpos de forma clandestina”, lamentó el defensor.

Barrera explicó que es necesario hacer un trabajo de análisis para saber qué autoridades de otros niveles del Estado están en contubernio con la delincuencia.

En su recuento, el director de Tlachinollan expuso que por el confinamiento a raíz de la pandemia, se ha incrementado la violencia y los grupos armados están actuando impunemente.

Mencionó que en Chichihualco (cabecera municipal de Leonardo Bravo) se desbordó provocando el desplazamiento de familias.

Planteó que, en general, “vemos a una delincuencia empoderada y a una autoridad sometida”, y los defensores  y periodistas en riesgo.

Mencionó los casos de los directivos del Centro Morelos, Manuel Olivares y Teodomira Rosales, así como el periodista Ezequiel Flores que fueron amenazados y desplazados de Guerrero porque documentaron la violencia del crimen organizado en Chichihualco.

Dijo que en Guerrero se han documentado en este año tres periodistas asesinados.

“El poder de la delincuencia está enfrentando en lugar de los actores del estado, a los defensores sociales, periodistas y activistas”.

Agregó que lo que priva es la impunidad y que de acuerdo al organismo International Crisis Group en Guerrero operan más de 40 grupos armados.

Explicó que en este ambiente de violencia este año fueron asesinados 15 miembros de la Policía Ciudadana de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), entre ellos el comandante Ernesto Gallardo Grande.

En tanto que de la Policía Comunitaria de la CRAC fueron asesinados a ocho.

“La situación es grave, no hay forma de investigar en un contexto de mucha violencia. La Guardia Nacional no aparece y la gente pide la presencia de las fuerzas federales y estatales pero están ausentes”.

Explicó que fue la causa de que en regiones como Chilapa, hayan aparecido este año niños armados “por la descomposición que hay de las instituciones de seguridad y la colusión de las autoridades con el crimen organizado.

Dijo que sumada a la violencia criminal está la que generan los conflictos agrarios y mencionó el que enfrentan Malinaltepec y Alacatlatzala, que ha dejado a varios asesinados y tres desaparecidos por la desatención de las autoridades pues el gobierno del estado dice que le corresponde a la federación y cuando van a la federación no encuentran interlocutores.

Los feminicidios

Agregó que otro de los problemas que vive Guerrero son los feminicidios que se han incrementado con la pandemia, pues “son las mujeres las que pagan el confinamiento.

Informó que entre los casos a los que Tlachinollan ha dado acompañamiento hay 19 muertes violentas de mujeres, seis desaparecidas en el periodo de la pandemia, cinco niñas asesinadas y 14 casos documentados de agresiones a niñas.

Otra consecuencia de la pandemia es la pobreza y la falta de oportunidades en la Montaña y derivado de ello este año Tlachinoillan documento 12 mil 9 personas que salieron a campos agrícolas de otros estados del país “con sus niños, sus costales y bolsas como único patrimonio”.

Dijo que salen en condiciones de extrema vulnerabilidad y que de los 12 mil 9 jornaleros casi 5 mil son niños, obligados por la crisis y el desempleo.

Barrera explicó que ante esta situación Tlachinollan y la organización Fundar elaboran una propuesta para que se establezca un salario mínimo de 300 pesos diarios a los jornaleros.

Tania Reneaum de Amnistía Internacional, calificó el informe de Tlachinollan como una radiografía amplia de lo que pasa en algunos territorios de México, en los que se nota la ausencia de las autoridades.

“Lo lees y te preguntas dónde está el Estado, dónde están las autoridades que no investigan un feminicidio, no buscan a un desaparecido, no investigan los asesinatos”.

Añadió que por eso la sociedad suple lo que tiene que hacer el Estado, y que éste es el caso de Tlachinollan.

Dijo que el informe refleja la lucha de las personas defensoras. “Es un informe doloroso, profundamente humano, no sólo de cifras, sino de historias que muestra la profundidad y la importancia de Tlachinollan”.

Jesús Peña Palacios, de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, calificó el informe como excepcional, y ofreció que seguirán empujando al organismo en la medida de las posibilidades, “con la esperanza de que las autoridades de Guerrero esclarezcan perfectamente los hechos. No se puede atacar el derecho de defender los derechos Humanos”.

Explicó que los asesinatos son la punta más visible, pero que lleva a aparejadas otras formas de represión y amenazas.

“Hoy, en la presentación del informe, hay que gritar lo más fuerte posible que no están solos. Su labor es esencial porque donde no hay defensores de derechos humanos y hay personas vulnerables, ahí están ustedes”.

A su vez Luis Hernández, expuso que lo que Tlachinoillan nos recuerda en su informe es que cientos de campesinos, indígenas colonos, familiares de desaparecidos, no cuentan con estrellas en el cielo que les ayuden a guiarlos.

“Lo que nos dice Tlachinollan en ese informe es que para los guerreros de abajo no hay instrumentos para tener esperanza; se les cayó el cielo, se les oscureció la noche”.

“En el informe se documenta la etapa de la sorda oscuridad que se ha vivido en el ultima año, pero también el reto para salirle al frente a esta realidad”.

Texto: Zacarías Cervantes / Foto: El Sur