19 octubre,2018 6:45 am

Tiendas, barcos y contenedores: estudiantes sin vivienda en Países Bajos 

En Groninga ya se han instalado alojamientos provisionales con camas plegables en tiendas de campaña para los estudiantes. Por mil 300 euros al mes también se puede dormir en una litera en un hotel barco.
Paul está sentado en un banco frente a un hostal en Groninga. Va muy abrigado porque está resfriado. “Realmente es un asco”, dice este estudiante de 23 años. “Es verdad que no se encuentran habitaciones”, añade.
Paul empezó sus estudios hace cuatro semanas, el mismo tiempo que lleva viviendo en un hostal a las afueras de Groninga, en el noreste de los Países Bajos. Se trataba de algo temporal porque no resulta cómodo dormir en un contenedor reformado con cinco literas y compartir espacio con otras nueve personas. Guarda su ropa en una estrecha taquilla y ni siquiera hay una mesa. Vivir aquí cuesta 100 euros (116 dólares) a la semana, desayuno incluido.
Con sus contenedores reformados, muchas plantas verdes y un pequeño café, el hostal Rebel Rebel parece un lugar encantador construido sobre el terreno de una antigua azucarera. En torno a este complejo industrial se han instalado empresas jóvenes e iniciativas culturales. Los fines de semana se organizan conciertos y festivales.
Una caravana aparcada frente al hostal Rebel Rebel. Foto: Mohssen Assanimoghaddam, DPA

“Este sitio es genial pero si estás de vacaciones”, dice Camillo. Este joven de 24 años, que ha llegado a la ciudad para estudiar un máster en Economía, también vive en el hostal hasta que su futura casa esté terminada. “Está ahí al fondo”, dice mientras señala una obra al final del terreno.
La enorme escasez de viviendas que sufren los estudiantes ha obligado a la ciudad a construir 250 alojamientos provisionales. Sin embargo, para cuando comenzó el curso el 1 de septiembre, todavía no estaban terminados. Los contenedores siguen apilados en grandes bloques en medio de un desierto de barro. Justo detrás está la autovía. “El alquiler son 500 euros al mes y 10 euros adicionales para internet”, se queja Camillo.
La escasez de viviendas para estudiantes es un problema en los Países Bajos. “En Groninga la situación de los estudiantes internacionales es bastante precaria”, explica Jolien Bruinewoud, presidente de la asociación de estudiantes. “La ciudad está completamente sobrepoblada.”
Groninga tiene 55 mil estudiantes y la mitad vive en la ciudad. De ellos 9 mil proceden del extranjero. La universidad calcula que varios centenares siguen buscando una habitación.
La ciudad es víctima de su propio éxito, lamenta Bruinewoud. “La universidad apuesta mucho por la internacionalización y se promociona en el extranjero”.
La expansión también es una consecuencia del sistema financiero en los Países Bajos, ya que cuantos más estudiantes tenga una universidad más ayudas estatales recibe. Por eso casi todas las universidades del país apuestan por los alumnos internacionales. La Universidad de Groninga, por ejemplo, recibió este año 2 mil solicitudes más de las esperadas.
La asociación de estudiantes acusa a la universidad de no invertir lo suficiente en calidad y de desatender la situación que sufren muchos estudiantes. “Las universidades no están en absoluto preparadas para una gran afluencia”, dice Bruinewoud.
En Groninga este año se renunció al numerus clausus en la carrera de psicología. La consecuencia de no limitar las plazas fue que llegaron miles de solicitudes, más de la mitad desde Alemania. Pero al contrario que sus compañeros holandeses, los alumnos alemanes no podían quedarse en casa de sus padres en caso de necesidad. “Hay que construir más”, exige el presidente de la asociación estudiantil.
En los últimos años los precios de los alquileres para estudiantes han experimentado un notable aumento en los Países Bajos, cuyo mercado inmobiliario ya vive una situación límite. Según un estudio de la asociación de estudiantes, los alumnos pagan una media de 100 euros de más en alquiler. Una habitación en Ámsterdam cuesta de media 462 euros (535 dólares) y en Groninga 336 (389 dólares). Con estos precios, no extraña que los estudiantes holandeses retrasen el momento de marcharse de casa de sus padres: sólo el 25 por ciento se independiza cuando empieza la carrera.
Además, al alquiler hay que añadir los costes de la matrícula (200 euros mensuales), así como gastos en internet, libros, seguros y manutención. Cuando terminan la carrera, muchos holandeses han acumulado deudas de miles de euros.
En Groninga ya se han instalado alojamientos provisionales con camas plegables en tiendas de campaña. Por mil 300 euros al mes también se puede dormir en una litera en un hotel barco. El poblado de contenedores en el terreno de la antigua azucarera pretende aliviar las situaciones más graves.
Hendrik Meyer, de 21 años, tuvo suerte porque encontró una habitación por 350 euros (405 dólares). “Hay que empezar a buscar con mucho tiempo”, cuenta. Él comenzó en marzo y en junio encontró la habitación que alquiló inmediatamente, meses antes de empezar la carrera de psicología.
Muchos otros, sin embargo, no han tenido tanta suerte. Algunos siguen durmiendo en campings, en sofás en casa de conocidos o en el hostal. “Es insostenible”, denuncia Jolien Bruinewoud. “Algunos estudiantes extranjeros tiran la toalla y regresan a casa”.
Los contenedores reformados del hostal Rebel Rebel. Foto: Mohssen Assanimoghaddam, DPA.

Texto: Annette Birschel, DPA / Foto: DPA. En la portada, dos estudiantes leen junto a los contenedores reformados del hostal Rebel Rebel. Foto: Mohssen Assanimoghaddam, DPA.