23 octubre,2023 5:13 am

Tres errores imperdonables de AMLO

 

Héctor Manuel Popoca Boone

 

“La vida será menos inhumana en la medida en que la capacidad individual de pensar y de actuar sea mayor”. Simone Weil

I.- En declaraciones publicadas en los medios el 3 de octubre del presente año, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con gran infortunio y garrafal error, descalificó la actuación de los abogados representantes del Comité de madres y padres de los 43 normalistas desaparecidos forzadamente en Iguala en septiembre del 2014. Los tildó de “conservadores” y deslindó al Ejército de tal hecho de lesa humanidad. Dijo que eran “conjeturas” las acusaciones contra las Fuerzas Amadas y todo lo que se tiene de información sobre el tema ya lo ha proporcionado la Secretaría de la Defensa Nacional. “Ya no hay nada oculto”, enfatizó. “Que los militares de la región se hayan enterado y no hayan evitado que desaparecieran a los jóvenes y hayan cometido el delito de omisión, es otra cosa”. (Jesús Saavedra /
El Sol de Chilpancingo). Se le olvida que no sólo los abogados del Comité mencionado sino también miembros del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, propuesto por la Corte Internacional de los Derechos Humanos para la investigación del caso, afirma que el Ejército mexicano oculta información de esa tragedia y se resiste a proporcionarla. Por tanto, la omisión se convierte en comisión. La renuncia del subsecretario de gobernación para Derechos Humanos, Alejandro Encinas, presentada con antelación a las falsas declaraciones presidenciales fue más que oportuna. AMLO afirma que él personalmente tomará la investigación en sus manos, cuando constitucionalmente no es de su competencia. ¡Uf!
II.- Un día antes (2/10/2023) prácticamente AMLO exoneró al Ejército de la masacre estudiantil, ocurrida en Tlatelolco hace 55 años; culpando exclusivamente al ex presidente, Gustavo Diaz Ordaz (GDO), y al general Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado Mayor Presidencial (EMP), institución militar que era la élite del Ejército. Como ayuda de memoria transcribo parte de mi artículo de opinión de El Sur (8/octubre/2022).
En 1968, “…el presidente GDO instruyó al secretario de la Defensa Nacional, al secretario de Gobernación y al general, Corona del Rosal, jefe de gobierno del Departamento del Distrito Federal, a parar en seco… la existencia dinámica del movimiento estudiantil y encarcelar a toda su dirigencia colectiva, personificada en el Consejo Nacional de Huelga (CNH). Ese 2 de octubre fatídico, a temprana hora de la mañana, sostuvieron una reunión en Lomas de Sotelo, en las oficinas centrales de la Secretaría de la Defensa (Sedena), los dos secretarios y el jefe del EMP, para ultimar detalles tácticos de la “Operación Galeana”; destinada a reprimir el mitin en la plaza de Tlatelolco, convocado por el CNH, para la tarde de ese día y proceder a la captura de los dirigentes estudiantiles.
La masacre de los jóvenes y pueblo en general, se dio en el marco de pugnas internas en el gobierno federal. Entre “las corcholatas” a la candidatura del PRI para la presidencia de la República: Luis Echeverría Álvarez, Alfonso Corona del Rosal, Emilio Martínez Manatou y Alfonso Martínez Domínguez. También por la rivalidad dentro del poder militar, detentado por los generales: Marcelino García Barragán, titular de la Sedena y el jefe del EMP. El “Batallón Olimpia” (integrado por militares del EMP y agentes civiles de la Dirección Federal de Seguridad) se distinguió en Tlatelolco por dos cosas: el camuflaje de su vestimenta civil (oscura llevando un pañuelo o guante blanco en la mano izquierda) y por el desempeño letal, perverso y siniestro de francotiradores, apostados previamente en las azoteas y pisos de los edificios aledaños a la “plaza de las tres culturas”.
Con tres luces de bengala lanzadas desde dos helicópteros y con los primeros disparos de los francotiradores, comenzó la provocación planeada para desatar la continua balacera que duró toda la noche del 2 de octubre. Eran balas de grueso calibre y con una trayectoria de arriba hacia abajo, dirigidas indiscriminadamente a los estudiantes, maestros y ciudadanía en general que se encontraba ya reunida en la plazoleta de Tlatelolco. Un grupo pequeño de estudiantes radicalizados, ajenos al CNH, dieron respuesta con el uso de pistolas. También los tiros de los francotiradores fueron dirigidos hacia ¡soldados! pertenecientes al cuerpo regular del Ejército, quienes iban entrando al lugar bajo las órdenes del general Hernández Toledo quien cae herido por una bala de guerra, una vez que fueron lanzadas las luces de bengala que cruzaron el atardecer de Tlatelolco. Así lo hace del conocimiento público, el general, Marcelino García Barragán, en sus memorias auto biográficas, publicadas 10 años después de acaecida su muerte. La presencia y conducta del Ejército y fuerzas policiacas federales en Tlatelolco, para realizar todo un crimen de Estado, estuvo planeada y configurada a detalle por militares de muy alta jerarquía y no por soldados rasos.
III.- La defensa a ultranza del general Salvador Cienfuegos Zepeda por parte de AMLO ha dejado mucho que desear. Se niega a investigarlo. Es más, lo condecora. No obstante que fue el secretario de la Defensa Nacional en los tiempos que sucedió el crimen de Estado y la desaparición forzada de los 43 normalistas en Iguala, además de ser, jerárquicamente, el superior de los dos generales comandantes de las zonas militares de Guerrero, con pleno conocimiento de lo que hacían sus subordinados inmediatos; ambos están actualmente bajo arresto por el caso de los 43 jóvenes desaparecidos, amén de otros oficiales militares que laboraban acantonados en tierras igualtecas.
No olvidemos que el general Cienfuegos fue arrestado, ya siendo ex secretario, en el aeropuerto internacional de los Ángeles por la Administración Federal de Control de Drogas (DEA) del gobierno de Estados Unidos, por grave expediente sobre narcotráfico y que solamente negociaciones del más alto nivel entre los presidentes Trump y AMLO dispusieron su traslado a México y su posterior exoneración. Por tanto, AMLO defiende a los altos oficiales y a la superior jerarquía del Ejército; pero el pueblo le da sus simpatías a los soldados rasos y a sus clases. Cosas que son muy diferentes.

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