7 abril,2020 6:16 am

Unidad

Arturo Martínez Núñez

El pasado domingo el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador presentó su primer informe trimestral de 2020, en él dio cuenta del avance de muchos de los programas que son la columna vertebral del proyecto alternativo de nación. Ante la emergencia mundial por la pandemia del Covid-19 muchos esperaban que en ese mismo evento se hicieran anuncios espectaculares, golpes de timón, cambios de las titularidades en algunas secretarías Estado, en fin, que López Obrador fuera otro tipo de Presidente. Pero no fue así.

El presidente López Obrador no solo no cambió el rumbo como muchos intelectuales, escritores, líderes de opinión y políticos se lo pedían o se lo exigían, sino que se mantuvo en la ruta trazada desde un principio, esto es, apoyar con mayor contundencia a los que menos tienen, en la idea de que la única forma de lograr la justicia y el desarrollo plenos en México es disminuyendo la tremenda brecha de desigualdad que existe, entre los que todo tienen y los que todo les falta.

Aún es pronto para saber el alcance del daño, tanto en vidas humanas como en empleos, negocios e industrias perdidas, a causa de la pandemia que estamos sufriendo. Esto está lejos de terminar. Más bien, esto apenas comienza; si sistemas de salud de países mucho más desarrollados, como Italia, como España y como la primera economía del mundo, Estados Unidos de Norteamérica y la capital del mundo, la ciudad de Nueva York, han quedado absolutamente rebasados por la magnitud de la enfermedad, es realmente preocupante pensar lo que pueda llegar a pasar, si la curva de contagio no se aplana con la estrategia que ha trazado la Secretaría de Salud del gobierno de la República.

Si la pandemia, nos llegara a pegar de frente, como en el caso de Nueva York, de Madrid o del norte de Italia, estaremos ante un panorama sumamente aterrador, complicado e incierto. La única herramienta con la que contamos en estos momentos es con la obediencia a las medidas que ha impuesto el gobierno, sobre la sana distancia y sobre quedarse en casa, si nuestro trabajo no es esencial para la economía, para la seguridad o para los servicios de salud. Sin embargo, son miles de personas las que todos los días tienen que salir a buscar el sustento o de lo contrario, simplemente no tienen que llevarse a la boca ni que dar a sus familias. Es a esos grupos de los más desprotegidos entre los desprotegidos a los que debemos poner mayor atención.

Necesitamos un programa nacional, programas estatales e incluso programas locales, para atender los casos que ya se dan en lugares como Acapulco, como Zihuatanejo, y como todos los destinos turísticos de la costa grande, de la costa chica y de Taxco, en donde los prestadores de servicios simplemente tienen al menos 15 días sin tener un solo peso de ingreso.

Reiteramos nuestro llamado a la unidad en torno al presidente de la República, al gobernador del estado y a los presidentes municipales. Esta no es una batalla política. Esta no es una batalla que vayan a ganar algunos en detrimento de otros. Esta batalla o la ganamos todos juntos o la vamos a perder todos juntos.

Sin protagonismos, con generosidad, con desprendimiento, con altura de miras, con visión de estadistas, hacemos un llamado a todos los actores de la vida pública, económica, social y política del estado de Guerrero, a que nos mantengamos unidos y a que nos podamos sentar a la brevedad a desarrollar un plan para sacar a nuestra entidad de la inminente crisis en la que ya nos metió, aún sin que lleguen los muertos, el maldito enemigo invisible.

Esto no es un juego. Esto no es un simulacro. Esto es real, es grande, es fuerte y puede ser devastador.

Por ti, por tu familia, por Guerrero, y por México, por favor quédate en casa.