27 noviembre,2018 6:37 am

En Zapotitlán la vida no vale nada

Vidulfo Rosales Sierra
Los árboles de ocote y encino soplan un aire frío que pega en el rostro. El aroma a pino se impregna en el ambiente. Vas subiendo la pendiente y de cuando en cuando se ven unas vacas y chivos pastando. Empiezas a descender y aparecen los árboles de durazno, tejocote, capulín y uno que otro cultivo de maíz, frijol y garbanzo. En una joya amplia aparece un caserío más o menos grande. Es el pueblo de Huixtlatzala, municipio de Zapotitlán Tablas, enclavado en el corazón de la Montaña.
A pesar de ser jueves no se ve a nadie en la calle, todas las casas están cerradas, al igual que las escuelas, las tiendas y el centro de salud. A la entrada del pueblo, los perros ladran, se pelean y se arrebatan el bocado. Tienen un festín macabro y escalofriante. Es el cadáver del señor Antonio García Sánchez que yace en la calle a la entrada del pueblo en estado de descomposición. Las casas cerradas en su mayoría y los árboles de la región son los únicos testigos de la aterradora escena.
Cuatro días antes, el domingo 18 de noviembre, hubo un enfrentamiento entre dos familias con el saldo de varios muertos y heridos. Los familiares llegaron a levantar el cuerpo de Antonio, pero los contrarios no lo permitieron.  Dicen en voz baja algunos que tienen la osadía de hablar que los militares y policías estatales llegaron por la tarde noche del domingo, pero luego se regresaron.
Algunos pobladores han llegado a Tlachinollan para pedir ayuda. Hemos dado a conocer a las autoridades lo sucedido, pero parece no haber respuesta. Mientras tanto, decenas de vecinos han abandonado el lugar dejando cosechas y sus animales sin saber cuándo podrán regresar. El prescolar, la primaria, la telesecundaria, el centro de salud y las tiendas del lugar están cerradas.
La violencia en Huixtlatzala y en todo el municipio de Zapotitlán Tablas no es nueva, data de varias décadas. Disputas políticas partidistas, rencillas familiares y la siembra y venta de enervantes han desembocado en decenas de asesinatos violentos sin que hayan merecido una investigación por parte de las autoridades.
En Huitlatzala, de 2002 a la fecha se cuentan más de 60 asesinatos. Destacan entre estos el de los síndicos procuradores en funciones, Juan Ramírez Flores y Abundio Pérez Ojendiz. El primero fue asesinado en agosto de 2007. Le dispararon cerca de su casa perdiendo la vida al instante. Al segundo un grupo de hombres armados le salió al paso y lo interceptaron a balazos cuando iba en su camioneta entrando al pueblo, en mayo de 2009.
Dramático ejemplo de esta violencia sórdida e irracional es lo que sucedió con la comuna del Ayuntamiento de Zapotitlán entre 2008 y 2010. Prácticamente todos sus miembros fueron asesinados. En 2009 fueron ultimados el suplente del presidente municipal, Alfonso Rivera de la Cruz, posteriormente el síndico procurador Abundio Pérez Ojendiz. En 2010 en el mercado Benito Juárez de Chilpancingo fue ultimado a tiros el presidente municipal José Santiago Agustino cuando salía de comer, y finalmente sería ejecutado el regidor de Desarrollo Rural Crispín Ortega Dircio, oriundo del poblado de Escalerilla. Al término del trienio del gobierno municipal todos sus miembros habían perecido. No se supo qué investigaciones siguieron a estas pérdidas de vidas.
En el aspecto socioeconómico la mayoría de las comunidades de Zapotitlán Tablas viven en la pobreza. Según los informes y censos oficiales aparece entre los diez municipios de Guerrero más pobres (Medición de la Pobreza, Coneval 2010). Particularmente el poblado de Huixtlatzala tiene cerca de 2 mil habitantes, todos hablantes de la lengua me’phaá. Existen 188 viviendas, de éstas 174 tiene piso de tierra, 31 cuentan con una sola habitación, ningún hogar cuenta con lavadora y computadora.
Entre los años 2002 a 2004 decenas de personas fueron asesinadas por una disputa entre familias. En ese tiempo los asesinatos eran constantes entre una y otra familia tratando de ajustarse cuentas. La violencia no paró hasta que prácticamente las familias se terminaron de matar, y los que sobrevivieron huyeron del pueblo para salvar su vida.
En junio de este año, causó conmoción en el pueblo la muerte de la señora Magdalena Vargas Pérez. Ella viajaba en su camioneta rumbo a Zapotitlán Tablas con sus dos niños, la más grande terminaría la primaria y el niño tenía 8 años. En el camino los interceptaron y privaron de la vida. Ni personal del municipio ni nadie acudió a levantar los cuerpos que yacían sin vida por horas, hasta que algunos pobladores de localidades vecinas prestaron auxilio.
Del 2006 a la fecha han sido asesinados los presidentes municipales Lorenzo Parra García, José Santiago Agustin (éste cuando estaba en funciones) y en agosto de este año fue ultimado en el poblado de Tres Lagunas el ex presidente municipal Pedro Vargas Ramírez. Iba rumbo a Tlapa, ya que se desempeñaba como Delegado Regional de la Secretaría de Asuntos Indígenas del gobierno del estado. Un grupo de hombres armados le salió al paso y le disparó, muriendo al instante.
En un contexto nacional de violencia desbordada, lo que pasa en esta comunidad puede no ser relevante. Seguramente otros pueblos viven la misma o peores situaciones. Sin embargo, lo que ocurre aquí es sumamente grave dado que la violencia prevalece desde hace varios años, incluso antes de que operaran los grupos de la delincuencia organizada que se disputan las plazas a punta de bala. En el contexto de esta vorágine de violencia que promueven los grupos delictivos con el negocio de la droga, la situación se agrava en el pueblo porque Zapotitlán forma parte del corredor de compra de goma de amapola que sale rumbo a Tlapa y Chilapa.
Huixtlatzala es el ejemplo de las comunidades de Guerrero que viven en el olvido. Aquí es evidente la indolencia gubernamental. La gente vive en la pobreza, asesinatos cada semana, cadáveres de seres humanos tirados en las calles comidos por los perros, más de 300 niños sin clases y muchos sin acceso a los servicios de salud y otros más desplazados viviendo en Tlapa y otros lugares en espera de que la suerte de su pueblo mejore, mientras tanto políticos y gobiernos se pasean en plazas públicas dando informes y cuentas alegres de un Guerrero que no existe.