Respalda el Ejército a Guerreros Unidos en la comunidad minera de Carrizalillo, denuncian


Aquí la vida ya no ha sido igual desde hace dos años, de pronto comenzaron las ejecuciones, levantones, secuestros, detenciones y extorsiones. Según los habitantes los responsables son los criminales del grupo delincuencial Guerreros Unidos que, aseguran, cuenta con el respaldo del 27 Batallón de Infantería.
Uno de los vecinos del lugar, Ricardo López García, actual presidente del comisariado ejidal, cuenta que todo comenzó hace dos años cuando su conocido Onofre Peña Celso, se involucró con el crimen organizado y formó un grupo dentro del pueblo que cometía delitos con el apoyo del 27 Batallón de Infantería de Iguala, la Policía Federal y Guerreros Unidos.
Peña Celso fue asesinado pero se quedaron a cargo del grupo, según el representante de los ejidatarios, Mario Peña Celso, El Chato, e Israel Peña, El Cinsel, ambos originarios de la comunidad pero radicados en Iguala.
El grupo criminal ha mantenido a ralla a los habitantes a quienes les cobra cuota por los recursos que reciben por sus tierras que le rentan a la empresa minera Gold Corp, que explota la mina Los Filos-El Bermejal. “El que se niega lo matan, lo levantan o lo entregan a la Policía Federal o al Ejército acusados de diversos delitos”.

Vieron a jóvenes retenidos en camionetas tras las agresiones a los normalistas en Iguala, relatan

La autoridad comunitaria dijo que el grupo que opera en la zona es el mismo que la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre del 2014 atacó a los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa en Iguala, con un resultado de seis muertos, tres de ellos estudiantes normalistas, más de 25 heridos y 43 estudiantes detenidos-desaparecidos.
La gente del lugar cuenta que en octubre del año pasado, días después del ataque en Iguala, el grupo criminal refugió en esta comunidad al destituido presidente municipal de Iguala, el perredista José Luis Abarca Velázquez y a su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa, a quienes la Procuraduría General de la República (PGR) responsabiliza de la autoría intelectual del ataque y la desaparición de los estudiantes, y que se encuentran detenidos.
Hay pruebas de eso, aseguran, y una de ellas son las casas deshabitadas en la entrada del pueblo en donde los tuvieron escondidos una semana. Después, una noche antes de que policías federales, el Ejército y la Marina llegaran al pueblo, incluso en helicópteros a buscar a los estudiantes, huyeron hacia el cerro por el rumbo de Xochipala.
La operación policiaca y militar que tuvo cobertura en los medios de comunicación, no fue fortuito. Según vecinos, una noche de ese mes llegaron al pueblo cinco camionetas del rumbo de Mezcala, atravesaron el pueblo y subieron al cerro.
“Allí, -en las camionetas- llevaban a varios jóvenes, muchos los vimos, eran de 18 a 20 años de edad, aproximadamente”, cuenta Manuel García, otro vecino, quien asegura que el grupo de hombres armados a la salida del pueblo bajaron de las camionetas a los muchachos y los subieron al cerro caminando, “ya no los volvimos a ver”, dijo.
Relató que la gente dice que cerca del pueblo, al lado poniente, hay fosas clandestinas que no encontró la policía ni el Ejército cuando en octubre del año pasado vinieron a buscar a los estudiantes, “es posible que antes los de Guerreros Unidos vinieran a limpiar”.
Afirmó que uno de los que están al mando del grupo Guerreros Unidos en la zona es Israel Peña, El Cincel y Mario Peña, quienes tienen bajo su control las plazas de Coacoyula, municipio de Iguala y El Balsas, municipio de Cocula. Ambos son hermanos de Modesto Peña, quien el 22 de octubre fue asesinado en Iguala, “lo mataron sus contras”.
Dijo que a diferencia de hace dos años cuando comenzaron a delinquir aquí, ahora la gente ya no se deja y se ha organizado, fue la causa de que abandonaron el pueblo, “no porque sean extorsionados, como dicen ellos”, asegura, y agrega que se fueron porque el pueblo los comenzó a responsabilizar de los asesinatos, levantones, secuestros y extorsiones.
Dijo que algunos de esa familia se fueron a Iguala, otros a Mezcala o a Xochipala, en donde siguen cometiendo delitos, “pero aquí ya no porque la gente ya no se deja”. Dijo que la prueba fue lo que ocurrió ayer, cuando uno de ellos, Modesto Onofre llegó acompañado de policías federales a bordo de dos patrullas y quisieron detener al comisariado ejidal, Ricardo López García, y fue detenido con los agentes.
Modesto, vestido con una camisola con el logotipo de las Fuerzas Especiales de la Policía Federal seguía en la noche rodeado por cientos de vecinos afuera de la comisaría, junto con cinco de los policías federales a quienes acompañaba.
“Eso es lo que vinieron a buscar aquí, porque un atropello más ya no se los vamos a permitir, por muy que cuenten con el respaldo del 27 Batallón de Iguala y de la Marina”, dijo en tono satisfecho, mientras observaba a los detenidos afuera de la comisaría.
El pueblo en plena autodefensa, sin embargo, ayer estaba rodeado de militares, policías federales y ministeriales en espera del desenlace de la retención.