Luchó tres horas para vivir hasta que una ola de Otis lo escupió, relata El Capitán Rudo

El capitán de El Molacha, embarcación usada para pesca deportiva, Lorenzo Esteban Hernández Chavarría conocido como El Rudo, sobreviviente del huracán Otis se recupera de las heridas en un cuarto de la casa de su yerno en la calle Mazatlán de la colonia Progreso Foto: Jesús Eduardo Guerrero

Zacarías Cervantes

Chilpancingo

La noche del 24 de octubre, Lorenzo Esteban Hernández Chavarría sabía que venía un huracán de categoría 4, y entre siete y ocho de la noche abordó El Molacha, un yate pequeño de su propiedad para pesca deportiva. A las 11 de la noche, cuando le avisaron que Otis se convertía en categoría 5, ya no pudo descender y se quedó a bordo.
Durante las siguientes casi tres horas luchó para sobrevivir, hasta que una ola lo “escupió” cerca de La Marina. Ahora, El Capitán Rudo, como se le conoce entre sus compañeros de la pesca deportiva, es uno de los sobrevivientes del huracán más destructivo del que se tenga memoria en Acapulco.
Lorenzo Hernández contó su historia el viernes pasado, a un grupo de periodistas en la casa de su nuera en Acapulco, donde se recupera de las múltiples escoriaciones que tiene en todo el cuerpo.
Contó que el 24 de octubre, alrededor de las 7 u 8 de la noche subió a su barco, para checar todo de última hora y protegerlo del huracán, del que aún no sabía cuál sería su magnitud.
“Siempre hemos pasado temporales de categoría 4 a bordo de los yates, y esta vez no esperamos que se fuera a elevar al 5, y la verdad, no se los recomiendo nada. Categoría 5 es destrucción total, aunque uno diga no destruye tierra, árboles y todo eso, es pura mentira, a todos los barcos los hunde. No puedes hacer nada contra la naturaleza”, dijo.
El barco de El Capitán Rudo era de pesca deportiva, para recorridos por la bahía, lunadas y despedida de solteros, “era un yatecito muy bueno, capacidad para 15 personas, dos niveles. Música por bluetooth para el cliente, lo que ellos quisieran ponían de música, y equipado con sus dos hielerotas”, contó el sobreviviente.
El Capitán Rudo tenía, además, los barcos Bluefin y Blactuna, que también se hundieron la noche del 24 de octubre, cuando Otis azotó con fuerza Acapulco.
“Gracias a Dios a mí me escupió una ola en La Marina Acapulco, y gracias a eso estoy vivo. Si no, estuviera sepultado con mis amigos entre los escombros y los yates hundidos. Gracias a Dios estoy con vida, todo golpeado, todo molido, ya con un 60 por ciento de las heridas secas y me siento a gusto”, dijo, mostrando su torso y piernas con múltiples escoriaciones.
Contó que después de que lo “escupió” la ola, se fue “como un garrobo herido, arrastrándome hasta las instalaciones de La Marina, donde ellos tienen un gimnasio y ahí me puse a gritar ‘¡auxilio!, ¡auxilio!’, y yo pensaba que gritaba, pero no gritaba en sí absolutamente nada, por las rachas de viento muy fuerte que no dejaban oir nada”.
Al final, los marinos lo encontraron, “me vieron y me echaron la luz, y ya que me auxiliaron me desmayé, como unos 15 minutos, y cuando reaccioné ya me tenían tendido dentro de las instalaciones, quejándome y todo raleado del cuerpo”.
Según contó, en el local había otros compañeros suyos que estaban muertos, pero a él lo colocaron aparte, “porque yo estaba con vida”, aclaró, pero no dijo a cuantos cuerpos vio.
La noche del huracán, El Capitán Rudo estaba a bordo de su barco adelante del barco Acarey, otro de los barcos que se hundió con toda su tripulación a bordo.
Recordó: “Como a la 1:40 (de la madrugada) yo voltee a ver para atrás y ya no estaba el barco flotando. Ya se había hundido en su totalidad el barco Acarey. Estábamos en nuestro refugio, que es en nuestras bollas y el anclaje para protegernos de las mareas altas, chubascos y del mal tiempo”.
Explicó que siempre que hay huracanes se van a ese refugio, que es de bloc de cemento de seis toneladas y con cadenas “muy buenas, galvanizadas, pero la naturaleza no respeta nada. Las reventó, tronaron y arrastró con todo y barco esos bloc de cemento”.
El sitio, contó, está cerca de La Marina, pegado al Club de Yates. “Toda esa área, hasta La Marina Santa Lucía, tenemos como área de fondeo para protegernos del mal tiempo, de los huracanes y de todo eso”.
Dijo que ahí, en esa zona, han aguantado huracanes hasta de categoría 4, “pero huracanes categoría 5, que es destrucción total, nunca”.
Según el marinero, la noche del 24 de octubre Otis les pegó “bien, bien”, casi a la 1:40 “fue cuando comenzó la destrucción total, fue cuando el huracán dijo: ‘no quiero ver a nadie de pie’, a todos nos hundió, nos dio vueltas”.
Lorenzo Esteban tiene 56 años de edad y según él, desde los ocho años ha trabajado en el mar, “soy descendiente de familias navieras, he tenido barcos turísticos, he sido prestador de servicios turísticos náuticos y me crie en Tlacopanocha. Ahí tenía la flota mi tío Jorge Bello, en paz descanse, ahí fue donde yo empecé a trabajar con ellos, en aquellos ayeres cuando había mucho turismo internacional”.
Sin embargo, aseguró que nunca le había pasado esto “y he andado en todas partes navegando, pero éste (el huracán) si nos cayó de sorpresa, muy, muy pesado. Ahí están las consecuencias, vean como quedó Acapulco, despedazado”.
Indicó que se dio cuenta de la magnitud cuando vio que se hundió el Acarey, “ya de ahí no pude ver nada, porque las gotas de agua son proyectiles que te lanzan a 360 kilómetros por hora. Esas gotas de agua me reventaron dos venitas, una del ojo derecho y la otra del ojo izquierdo y ya no podía ver”.
Informó que después de que lo encontraron los marinos en el lugar, hasta donde llegó arrastrándose por la playa, se durmió un rato hasta a las 6 de la mañana, “iba muy cansado, destrozado, y por la mañana me pasaron el reporte mis amigos, de que se hundieron todos los barcos, ya no hay un barco. La Marina desapareció, no hay ni un muelle, no hay ni un yate de renta o yate de recreo”, lamentó.
Reconoció que después de las 1:40 de la madrugada, hasta cuando se dio cuenta, no supo en qué momento lo “escupió” la ola, porque ya estaba desmayado, pero cuando se sintió ya en la playa “me fui como una iguana herida, arrastrándome entre los escombros que había”.
Sin embargo, explicó que en algún momento, recuerda que gritaba: “‘¡auxilio!, ¡auxilio!’, pero tú no puedes voltear para ningún lado por el viento y el impacto de la ola, que te lastima tu vista. Yo por eso tengo los ojos así, mira, pero ya voy saliendo”, celebró.
Aseguró que estuvo cuatro días “llorando sangre, los tengo completamente rojos. Ya me checó un oculista y me dijo que se me reventaron dos venitas en el derecho y el izquierdo. Me recetó gotas y una pastilla para deshacer el derrame de sangre que tengo dentro de los ojos”.
Contó que apenas se dio cuenta de que para no ahogarse dentro del barco, tuvo que nadar para a un lado. “Tú no puedes nadar para donde tú quieres ir, vas para donde el huracán te lleve, y a mí me fue a tirar a La Marina Acapulco, por donde ellos tienen su rampa, por ahí me trajo para arriaba y para abajo”.
“Gracias a Dios el gerente de La Marina Acapulco me brindó buena estancia ahí. Me sentó, me dio una toalla y una cabecera para reposar los golpes que me había dado. Estoy todo molido por dentro, pero ahorita ya estoy de salida, gracias a Dios”.
Para ejemplificar la fuerza del meteoro, dijo que un barco que pesa de 12 a 15 toneladas fue arrastrado hasta arriba de las oficinas de La Marina, “¿cómo lo subieron las olas hasta allá arriba? A mí porque me escupió, si no, estuviera frito”.
El Capitán Rudo declaró que sabe que la mayoría de sus amigos de otras embarcaciones están muertos, “hay un amigo que se quebró su pie, no tengo contacto con él, no tengo comunicación, pero espero que cuando nos veamos esté bien”.
–Después de esto ¿qué va a pasar con El Rudo? –preguntó uno de los periodistas.
–Nomás me quiero recuperar de la infección que tengo aquí en mi pie, y voy a bajar a buscar mis barcos. Uno está con el pico para arriba, voy a tratar de sacar lo que pueda. Si lo puedo sacar a flote, bien. Voy a echar a andar sus máquinas, porque esto va para largo, no creo que vayamos a tener recuperación pronto”.
También dijo que buscará a sus amigos que sobrevivieron, para que manden a hacer una misa por sus compañeros muertos y desaparecidos, pero también por los que sobrevivieron.
A las autoridades les pidió que los pongan “en vista” en el sector turístico naviero, “porque no contamos con nada ahorita. Todos lo perdimos todo. Si podemos, vamos a rescatar a lo mejor una marcha, una flecha de acero, cosas de bronce que se doblan, pero se enderezan, ¿pero el barco, cuando?”.
Siguió: “Ahorita nos conformamos con el apoyo que nos puedan mandar. Todo es bienvenido aquí, pero sí le vamos a echar ganas para poner en pie lo poco que nos quedó”.
Reprochó que después de que sobrevivió no encontró ni medicinas, “ni un servicio. Me atendieron como al cuarto día, me dieron antibióticos. Conseguí por fuera (de la ciudad) medicamentos inyectables, porque no había ni en el (hospital) de El Quemado, en ningún lado me querían atender”.
A sus compañeros les recomendó: “Tómenlo (al huracán Otis) como un gran ejemplo para que el día de mañana que llegue un huracán categoría 5, dejen todo amarrado y vámonos a nuestras casas, a cuidar a nuestras familias y a nuestra integridad física, que es lo más importante”.
Concluyó: “Esas son mis mejores recomendaciones, hay que tenerle respeto a los huracanes categoría 5”.

No se vierten aguas negras a la laguna de Las Salinas, responde la CAPAZ a organizaciones

La directora de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Zihuatanejo (CAPAZ), Elizabeth Cruz López, negó que la planta tratadora La Marina sea la causante de la contaminación de la laguna Las Salinas, como lo señalaron en una manifestación los integrantes del Consejo Empresarial de Zihuatanejo-Ixtapa, (Cezi), además lamentó que los empresarios hagan señalamientos de esa naturaleza “sin conocer cómo es que actualmente funciona la planta tratadora de aguas negras”.
El sábado 10 de septiembre, integrantes del Cezi encabezados por su dirigente, Ricardo Sotelo Luna, así como representantes de organizaciones ambientalistas y alumnos del Instituto Tecnológico de la Costa Grande protestaron con pancartas en la laguna Las Salinas en La Rampa y demandaron el saneamiento de la laguna además de que tomaron muestras de agua para ser analizadas en un laboratorio.
Ayer, Cruz López convocó a los reporteros para hacer un recorrido por la planta tratadora La Marina, que hace apenas un par de meses la Comisión de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento del Estado de Guerrero  (CAPASEG) entregó a la CAPAZ, luego de una reconstrucción total en la que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) invirtió 184 millones de pesos y es considerada una de las mejores plantas tratadoras de aguas negras en el país.
Después de la polémica que generó la manifestación de empresarios, ambientalistas y estudiantes, Elizabeth Cruz acompañada del subdirector técnico de la CAPAZ, Eduardo Valencia Martínez, y del jefe de Saneamiento de las Plantas de Tratamiento. Dearin Melquiades Martínez explicaron que el funcionamiento de la planta cumple con las normas oficiales y rechazaron que haya descargas directas de aguas negras.
Valencia Martínez aseguró que hay otros factores que contaminan la laguna como el arrastre pluvial de basura orgánica e inorgánica, así como también es utilizada como defecadero de los pescadores y lancheros que fondean ahí sus embarcaciones, además de que en las inmediaciones hay talleres de reparación de lanchas que utilizan fibra de vidrio y otros contaminantes que van a dar directamente a la laguna.