Otis, el huracán más fuerte del Pacífico en la era satelital: NOAA

aLa Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), señaló que Otis es el huracán más fuerte en la historia del Pacífico oriental en tocar tierra en la era satelital.
El sábado, en un comunicado de prensa, el gobierno estatal detalló que el organismo de meteorología de Estados Unidos destaca en su informe la rapidez que se intensificó el huracán, que impactó con categoría 5, la máxima en la escala Saffir-Simpson, el miércoles 25 de octubre a las 00:25 horas.
Detalló que el huracán Otis es el primer huracán con esa categoria que tocó las costas del Pacífico mexicano.
“No se tiene constancia de ningún huracán de esta intensidad en esta parte de México”, explicó la NOAA, según el comunicado del gobierno estatal y abundó que Otis desconcertó a los expertos, pues pasó de ser categoría 1 a la 5 en menos de 24 horas.
“Fue la tormenta tropical de más rápido fortalecimiento registrada en el noreste del Pacífico”, detalló y agregó que una estación del clima registró vientos de hasta 205 mph (unos 329 km/h) con el huracán Otis. “Los expertos en EEUU señalan que fueron de las ráfagas más intensas jamás registradas en el planeta”, informó el gobierno en su comunicado.
De acuerdo con las cifras oficiales “hay al menos 46 fallecidos, entre los cuales se encuentran tres extranjeros, y 58 personas no localizadas y que existe un programa de búsqueda de personas, el cual ha permitido la localización de 799 personas, hasta el reporte del sábado”. (Redacción).

 

Luchó tres horas para vivir hasta que una ola de Otis lo escupió, relata El Capitán Rudo

El capitán de El Molacha, embarcación usada para pesca deportiva, Lorenzo Esteban Hernández Chavarría conocido como El Rudo, sobreviviente del huracán Otis se recupera de las heridas en un cuarto de la casa de su yerno en la calle Mazatlán de la colonia Progreso Foto: Jesús Eduardo Guerrero

Zacarías Cervantes

Chilpancingo

La noche del 24 de octubre, Lorenzo Esteban Hernández Chavarría sabía que venía un huracán de categoría 4, y entre siete y ocho de la noche abordó El Molacha, un yate pequeño de su propiedad para pesca deportiva. A las 11 de la noche, cuando le avisaron que Otis se convertía en categoría 5, ya no pudo descender y se quedó a bordo.
Durante las siguientes casi tres horas luchó para sobrevivir, hasta que una ola lo “escupió” cerca de La Marina. Ahora, El Capitán Rudo, como se le conoce entre sus compañeros de la pesca deportiva, es uno de los sobrevivientes del huracán más destructivo del que se tenga memoria en Acapulco.
Lorenzo Hernández contó su historia el viernes pasado, a un grupo de periodistas en la casa de su nuera en Acapulco, donde se recupera de las múltiples escoriaciones que tiene en todo el cuerpo.
Contó que el 24 de octubre, alrededor de las 7 u 8 de la noche subió a su barco, para checar todo de última hora y protegerlo del huracán, del que aún no sabía cuál sería su magnitud.
“Siempre hemos pasado temporales de categoría 4 a bordo de los yates, y esta vez no esperamos que se fuera a elevar al 5, y la verdad, no se los recomiendo nada. Categoría 5 es destrucción total, aunque uno diga no destruye tierra, árboles y todo eso, es pura mentira, a todos los barcos los hunde. No puedes hacer nada contra la naturaleza”, dijo.
El barco de El Capitán Rudo era de pesca deportiva, para recorridos por la bahía, lunadas y despedida de solteros, “era un yatecito muy bueno, capacidad para 15 personas, dos niveles. Música por bluetooth para el cliente, lo que ellos quisieran ponían de música, y equipado con sus dos hielerotas”, contó el sobreviviente.
El Capitán Rudo tenía, además, los barcos Bluefin y Blactuna, que también se hundieron la noche del 24 de octubre, cuando Otis azotó con fuerza Acapulco.
“Gracias a Dios a mí me escupió una ola en La Marina Acapulco, y gracias a eso estoy vivo. Si no, estuviera sepultado con mis amigos entre los escombros y los yates hundidos. Gracias a Dios estoy con vida, todo golpeado, todo molido, ya con un 60 por ciento de las heridas secas y me siento a gusto”, dijo, mostrando su torso y piernas con múltiples escoriaciones.
Contó que después de que lo “escupió” la ola, se fue “como un garrobo herido, arrastrándome hasta las instalaciones de La Marina, donde ellos tienen un gimnasio y ahí me puse a gritar ‘¡auxilio!, ¡auxilio!’, y yo pensaba que gritaba, pero no gritaba en sí absolutamente nada, por las rachas de viento muy fuerte que no dejaban oir nada”.
Al final, los marinos lo encontraron, “me vieron y me echaron la luz, y ya que me auxiliaron me desmayé, como unos 15 minutos, y cuando reaccioné ya me tenían tendido dentro de las instalaciones, quejándome y todo raleado del cuerpo”.
Según contó, en el local había otros compañeros suyos que estaban muertos, pero a él lo colocaron aparte, “porque yo estaba con vida”, aclaró, pero no dijo a cuantos cuerpos vio.
La noche del huracán, El Capitán Rudo estaba a bordo de su barco adelante del barco Acarey, otro de los barcos que se hundió con toda su tripulación a bordo.
Recordó: “Como a la 1:40 (de la madrugada) yo voltee a ver para atrás y ya no estaba el barco flotando. Ya se había hundido en su totalidad el barco Acarey. Estábamos en nuestro refugio, que es en nuestras bollas y el anclaje para protegernos de las mareas altas, chubascos y del mal tiempo”.
Explicó que siempre que hay huracanes se van a ese refugio, que es de bloc de cemento de seis toneladas y con cadenas “muy buenas, galvanizadas, pero la naturaleza no respeta nada. Las reventó, tronaron y arrastró con todo y barco esos bloc de cemento”.
El sitio, contó, está cerca de La Marina, pegado al Club de Yates. “Toda esa área, hasta La Marina Santa Lucía, tenemos como área de fondeo para protegernos del mal tiempo, de los huracanes y de todo eso”.
Dijo que ahí, en esa zona, han aguantado huracanes hasta de categoría 4, “pero huracanes categoría 5, que es destrucción total, nunca”.
Según el marinero, la noche del 24 de octubre Otis les pegó “bien, bien”, casi a la 1:40 “fue cuando comenzó la destrucción total, fue cuando el huracán dijo: ‘no quiero ver a nadie de pie’, a todos nos hundió, nos dio vueltas”.
Lorenzo Esteban tiene 56 años de edad y según él, desde los ocho años ha trabajado en el mar, “soy descendiente de familias navieras, he tenido barcos turísticos, he sido prestador de servicios turísticos náuticos y me crie en Tlacopanocha. Ahí tenía la flota mi tío Jorge Bello, en paz descanse, ahí fue donde yo empecé a trabajar con ellos, en aquellos ayeres cuando había mucho turismo internacional”.
Sin embargo, aseguró que nunca le había pasado esto “y he andado en todas partes navegando, pero éste (el huracán) si nos cayó de sorpresa, muy, muy pesado. Ahí están las consecuencias, vean como quedó Acapulco, despedazado”.
Indicó que se dio cuenta de la magnitud cuando vio que se hundió el Acarey, “ya de ahí no pude ver nada, porque las gotas de agua son proyectiles que te lanzan a 360 kilómetros por hora. Esas gotas de agua me reventaron dos venitas, una del ojo derecho y la otra del ojo izquierdo y ya no podía ver”.
Informó que después de que lo encontraron los marinos en el lugar, hasta donde llegó arrastrándose por la playa, se durmió un rato hasta a las 6 de la mañana, “iba muy cansado, destrozado, y por la mañana me pasaron el reporte mis amigos, de que se hundieron todos los barcos, ya no hay un barco. La Marina desapareció, no hay ni un muelle, no hay ni un yate de renta o yate de recreo”, lamentó.
Reconoció que después de las 1:40 de la madrugada, hasta cuando se dio cuenta, no supo en qué momento lo “escupió” la ola, porque ya estaba desmayado, pero cuando se sintió ya en la playa “me fui como una iguana herida, arrastrándome entre los escombros que había”.
Sin embargo, explicó que en algún momento, recuerda que gritaba: “‘¡auxilio!, ¡auxilio!’, pero tú no puedes voltear para ningún lado por el viento y el impacto de la ola, que te lastima tu vista. Yo por eso tengo los ojos así, mira, pero ya voy saliendo”, celebró.
Aseguró que estuvo cuatro días “llorando sangre, los tengo completamente rojos. Ya me checó un oculista y me dijo que se me reventaron dos venitas en el derecho y el izquierdo. Me recetó gotas y una pastilla para deshacer el derrame de sangre que tengo dentro de los ojos”.
Contó que apenas se dio cuenta de que para no ahogarse dentro del barco, tuvo que nadar para a un lado. “Tú no puedes nadar para donde tú quieres ir, vas para donde el huracán te lleve, y a mí me fue a tirar a La Marina Acapulco, por donde ellos tienen su rampa, por ahí me trajo para arriaba y para abajo”.
“Gracias a Dios el gerente de La Marina Acapulco me brindó buena estancia ahí. Me sentó, me dio una toalla y una cabecera para reposar los golpes que me había dado. Estoy todo molido por dentro, pero ahorita ya estoy de salida, gracias a Dios”.
Para ejemplificar la fuerza del meteoro, dijo que un barco que pesa de 12 a 15 toneladas fue arrastrado hasta arriba de las oficinas de La Marina, “¿cómo lo subieron las olas hasta allá arriba? A mí porque me escupió, si no, estuviera frito”.
El Capitán Rudo declaró que sabe que la mayoría de sus amigos de otras embarcaciones están muertos, “hay un amigo que se quebró su pie, no tengo contacto con él, no tengo comunicación, pero espero que cuando nos veamos esté bien”.
–Después de esto ¿qué va a pasar con El Rudo? –preguntó uno de los periodistas.
–Nomás me quiero recuperar de la infección que tengo aquí en mi pie, y voy a bajar a buscar mis barcos. Uno está con el pico para arriba, voy a tratar de sacar lo que pueda. Si lo puedo sacar a flote, bien. Voy a echar a andar sus máquinas, porque esto va para largo, no creo que vayamos a tener recuperación pronto”.
También dijo que buscará a sus amigos que sobrevivieron, para que manden a hacer una misa por sus compañeros muertos y desaparecidos, pero también por los que sobrevivieron.
A las autoridades les pidió que los pongan “en vista” en el sector turístico naviero, “porque no contamos con nada ahorita. Todos lo perdimos todo. Si podemos, vamos a rescatar a lo mejor una marcha, una flecha de acero, cosas de bronce que se doblan, pero se enderezan, ¿pero el barco, cuando?”.
Siguió: “Ahorita nos conformamos con el apoyo que nos puedan mandar. Todo es bienvenido aquí, pero sí le vamos a echar ganas para poner en pie lo poco que nos quedó”.
Reprochó que después de que sobrevivió no encontró ni medicinas, “ni un servicio. Me atendieron como al cuarto día, me dieron antibióticos. Conseguí por fuera (de la ciudad) medicamentos inyectables, porque no había ni en el (hospital) de El Quemado, en ningún lado me querían atender”.
A sus compañeros les recomendó: “Tómenlo (al huracán Otis) como un gran ejemplo para que el día de mañana que llegue un huracán categoría 5, dejen todo amarrado y vámonos a nuestras casas, a cuidar a nuestras familias y a nuestra integridad física, que es lo más importante”.
Concluyó: “Esas son mis mejores recomendaciones, hay que tenerle respeto a los huracanes categoría 5”.

No se les atiende pese a los severos daños, reclaman vecinos de Gran Vía Tropical

Casas afectadas en la avenida Gran Vía Tropical en el fraccionamiento Las Playas por el huracán Otis Foto. Carlos Carbajal

Aurora Harrison

Vecinos de la avenida Gran Vía Tropical, del fraccionamiento Las Playas, perdieron sus casas por los fuertes vientos del huracán Otis, categoria 5, que impactó hace nueve días en Acapulco, y piden al gobierno que los apoye, porque no han sido censados.
El panorama en esa zona es devastador, como se vive en varias colonias de Acapulco, en donde hay casas sin techo, se ven láminas, árboles y postes de luz tirados sobre las calles, y en esa zona todavía no se restablece el servicio de energía eléctrica. Aunque este jueves había camiones de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) trabajando para restablecer el servicio.
Mientras que vecinos se juntaban, en espera de que se abriera un comedor para poder tener un plato de comida.
Guadalupe Morales, es una de las vecinas que resultó afectada, pues a su casa construida de madera, techo de tejas, algunas partes de block y otras de madera, toda se la llevó el viento. Ella logró refugiarse junto a su esposo dentro del baño.
“La verdad fue algo terrible, que en mis 50 años no había vivido. Fue una especie de torbellino que voló mis paredes, el techo y se llevó absolutamente todo, que nada más me quedé con vida, que es lo más valioso”, contó a este medio.
Agregó: “Estaba con mi esposo, mi hijo se encontraba laborando y nada más eramos mi esposo y yo. Yo percibí que lo más fuerte fue de 12 a 1 de la madrugada”.
“No pude dormir, como dieron aviso, estábamos al pendiente, además se fue la luz, estaba lloviendo. No podíamos dormir, porque sentí que mi casa tembló, estuvo muy feo, ni con Paulina o Manuel fue así de feo, el viento era muy fuerte”, contó mientras pedía que las autoridades acudieran a ese lugar para que la censaran.
Otro caso similar, en que el techo de su casa se voló y le cayeron pedazos de madera en el cuerpo, fue el de Jesús Galván Miranda, cuya casa ya no tiene techo, nada más quedaron las paredes.
“No fue huracán esto, porque el huracán entra con agua y sale con agua. Esto fue un tornado lo que nos cayó, por el aire que hacía, que era muy fuerte y como licuadora”, dijo el señor, que en los 44 años que lleva viviendo en esa zona, no había vivido un huracán tan “devastador”.
“Lo que me costó construir en 44 años en cinco horas se acabó y para empezar a hacer mi casa va a estar en chino. Los vientos eran muy fuertes”, contó.
A Luis Martín Ávila le cayó un árbol en su casa. Antes de que eso ocurriera pudo salir con su esposa y se refugió en el hotel Nápoles, el cual también resultó con daños, pues las puertas de madera las voló y los vidrios de las ventanas se quebraron.
“Nos tumbo la casa, el carro, los colchones volaron. La casita quedo completamente dañada, como muchas que se las llevó el aire, a nosotros no. Todo se nos cayó encima y nos alcanzamos a refugiar”, dijo el vecino, quien también pidió a las autoridades que regresen a ver esa zona, en donde varios vecinos resultaron afectados.
Él es encargado de un comedor comunitario, y este jueves junto con su esposa y otros vecinos preparan comida, para compartirla con otras personas que resultaron afectadas.