Vigorosa y con la alegría y devoción de miles de feligreses resurge la Semana Santa en Taxco

Claudio Viveros Hernández

Taxco

La Semana Santa en Taxco resurgió este año vigorosa, con mayor alegría y la devoción manifiesta de miles de feligreses, luego de la intervención de los obispos y sacerdotes de la iglesia para pacificar Guerrero y lograrse una tregua en medio de la ola de inseguridad y violencia que mantenían los grupos delincuenciales.
Desde el Domingo de Ramos –la primera procesión multitudinaria–, la procesión de Las Vírgenes del lunes y de Las Ánimas ayer por la noche, distintas organizaciones religiosas, integrantes de hermandades y miles de habitantes y turistas volvieron a dar vida a esta antigua tradición con prácticas de diferentes penitencias que se convirtieron en disciplinas públicas, como actos de fe entre lo pagano y religioso que tienen lugar al interior de cada capilla de los barrios y las comunidades, pero en su mayor parte se funden en las calles de la ciudad colonial.
La procesión de Las Ánimas de ayer por la noche congregó a decenas de mujeres vestidas con una indumentaria negra, desde la cabeza a los pies, quienes guardan su identidad con un capuchón del mismo color, lazos atados como cinturón y cadenas atadas a sus tobillos, de manera individual o en grupo, con las cuales se desplazaron descalzas durante la procesión entre las calles empedradas y portaron en sus manos cirios encendidos o crucifijos abrazados a su cuerpo, todas ellas encorvadas.
Muchas son mujeres adultas mayores, otras de menor edad y otras más son jóvenes que las acompañaron sólo con vestido y un velo negro, atentas al recorrido de las penitentes que hicieron varias paradas de descanso en el trayecto y con las filas de feligreses acompañantes y la luz de las velas rodeadas de cientos y cientos de espectadores desde su partida cerca de la capilla de San Nicolás.
A los diferentes grupos de mujeres penitentes se sumaron intercaladas imágenes en escultura que representan a las Ánimas Benditas del Purgatorio, de la capilla de San Nicolás y otra propiedad de una familia que han continuado la tradición por varias generaciones, además de un cristo de San Miguel y la imagen de San Rafael.
La procesión comenzó alrededor de las 9 de la noche, en vía corta, que recorrió la calle Miguel Hidalgo hacia la vieja terminal de autobuses, luego la calle Becerra y Taxco, y continuó en la calle Juan Ruiz de Alarcón hacia el Zócalo, a su paso por la parroquia de Santa Prisca, la Plazuela de San Juan, y concluyó en el punto de salida.
El extinto investigador y cronista taxqueño, Jaime Castrejón Diez, afirma que las hermandades, como la de Las Ánimas y su variante en la que participan hombres, los Encruzados, Flagelantes y Encadenados, reproducen aquellas devociones que actúan como símbolos de identidad en sus lugares de origen, que suelen ser al mismo tiempo ligados a imágenes que en su concepción son santos patronos de la localidad.
Y es así, expresa en su libro Crónicas Taxqueñas que, las hermandades tienen una identificación importante con ellas, por ejemplo, el Padre Jesús que se encuentra en la Capilla de los Indios de Santa Prisca, el Señor de la Santa Veracruz en su Santuario, la Virgen de los Dolores o de la Soledad en el Exconvento, así como el Cristo del Santo Entierro y el Cristo de Chavarrieta en ese barrio.
Otros pueblos, indica, han seguido este ejemplo estableciendo sus propias imágenes y todas las hermandades buscan un símbolo propio en el proceso ceremonial para que tenga continuidad, lo que se ve muy claramente en la impresionante procesión de Los Cristos del Jueves Santo, donde aparecen no sólo imágenes de los barrios, sino de muchos pueblos y en ocasiones con sus hermandades y la peculiar música de la Chirimías, única en estas celebraciones religiosas.

Comienzan en Taxco festejos de Semana Santa con la procesión de Las Vírgenes

 Cientos se congregan para rendir tributo a 39 imágenes

La procesión de Las Vírgenes fue una de las primeras jornadas nocturnas durante la Semana Santa que se desarrolla en este destino turístico. La noche del lunes congregó a 39 imágenes en escultura y pintura de los diferentes barrios, delegaciones y algunas comunidades, según informó el coordinador Miguel Estrada Vieyra.

Minutos antes de las 10 de la noche, entre aroma de incienso de copal, sonidos de pequeñas campanas y la singular música de “chirimías” que sólo se interpreta en estos días, la procesión partió sobre la calle donde se encuentra la capilla de San Nicolás y siguió su ruta hacia un tramo de la carretera federal, por el barrio de La Veracruz, el Exconvento, Zócalo y por la calle principal hasta llegar al punto de partida poco después de las 12 de la noche.

Presidida por la imponente figura de San Miguel Arcángel, con vestuario de colores rojo y blanco y una larga espada en la mano, la procesión cerraba con las vírgenes de Guadalupe y La Natividad.

En compañía de cada imagen, los procesionistas se contaron por cientos, al igual que curiosos y espectadores. Al lado, como custodias fervorosas de la virgen de la comunidad de Xochula, se dejaron ver decenas de niñas, atractivas doncellas y mujeres adultas, todas descalzas sobre las pedregosas calles y vestidas con blusa, falda y velos blancos sobre su cabeza y velas las manos para iluminar el recorrido.

Junto a otras vírgenes, como la impresionante Dolorosa que se venera en el santuario de La Veracruz, otros jóvenes vestidos de traje negro y largos vestidos del mismo color, como símbolo de duelo, cargaban en grandes andas (estructuras de madera) a la imagen, seguidas de grupos de niñas-ángeles con alas de plumas, quienes varias de ellas no llegaron a la meta al ser vencidas por el sueño.

De los motivos que a muchas jóvenes les atrae participar en esta procesión –expresaron– es porque lo hacen por devoción, como agradecimiento a cambio de los favores recibidos; “porque me siento bien al hacerle compañía; venimos a apoyar a la Virgen María”, dijeron parcas en entrevista, cohibidas unas y sonrientes otras.

En el trayecto que avanzaba a veces lento, el ambiente era de guardar respeto, la música se imponía en variados ritmos fúnebres y pegajosos de los pequeños grupos de ejecutantes populares con su tamborcillo, una tambora y un violín, o instrumentos más cercanos a una orquesta como el saxofón y la trompeta, aunque –como siempre– no faltaron algunos jovenzuelos que externaron las palabras, “no mames, güey, cabrón”, para hacerse notar entre la multitud; o niñas bien y juniors acompañados del novio o novia, casi en pleno romance por las calles frente a un lado de la celebración religiosa.

Con leve amenaza de lluvia, las filas humanas prosiguieron su caminar e iluminaban las calles con cirios. En lo alto del cielo la luna se descubría sin dejarse atrapar por la sombra de las nubes. Allá en los barrios, una y otra vez, la música y el ambiente parecía no cesar. A pesar de algunos desajustes y desorden provocados por algunos directivos de capillas, los organizadores se mostraron satisfechos de haber cumplido. La impresionante travesía terminó después de las 12 de la noche. Así, finalizaba el duelo, tristeza y luto de las vírgenes concentradas para el segundo día de la Semana Mayor.