La presencia de aves en Acapulco luego de Otis indica que el ecosistema se recupera: biólogos

El fundador del grupo Pajareros de Guerrero, André Sebastián Fuentes Vega, enseña sus fotos del monitoreo que realiza de la vida silvestre en Acapulco Foto: Ramón Gracida Gómez

Ramón Gracida Gómez

La presencia de las aves en Acapulco, después de los estragos que ocasionó el huracán Otis, es un indicio de que el ecosistema se está recuperando, observó un grupo de biólogos que llamó a la sociedad a no perturbar la vida silvestre, para que también renazcan los árboles.
En el municipio hay 321 especies de aves, más de la mitad de las 537 de Guerrero, algunas de ellas emblemáticas, porque su primer avistamiento en el mundo fue aquí y otras sólo existen en estas costas del Pacífico, por lo que son poblaciones en riesgo, advirtió el fundador del grupo Pajareros de Guerrero, André Sebastián Fuentes Vega.
El colectivo de especialistas realiza trabajos de campo realizando un monitoreo en siete lugares prioritarios en Acapulco para las aves, entre ellos, Barra de Coyuca, laguna de Tres Palos, Jardín Botánico, cuenca baja del río Papagayo y la isla de La Roqueta.
Hasta el momento, han registrado el desplazamiento de loros de la franja costera hacia zonas suburbanas, lo que podría ser parte de las adaptaciones de estos animales para sobrevivir en las condiciones que dejó Otis, expuso el también coordinador del programa de Aves Urbanas de Acapulco, de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
Pajareros de Guerrero es un grupo de la sociedad civil que nació en 2021, que realiza diferentes acciones para concientizar a la población sobre la importancia y el alto valor que tienen las diferentes especies de aves que viven en el entorno de Acapulco y Guerrero.
Una de sus principales actividades es observar aves en diferentes lugares públicos y áreas naturales, pero los integrantes fueron afectados, como el fundador del grupo, André Sebastián Fuentes Vega, quien vive por el Paso Limonero y tardó una semana en acercarse “a estas zonas que fueron más afectadas”, dijo en entrevista con El Sur en el restaurante El Jaguar.
Las instalaciones de este popular restaurante ubicado a un lado del hotel Malibú, de la avenida Costera, fungen como comedor comunitario después del meteoro. El jueves pasado sirvieron pozole a decenas de personas formadas en la avenida Costera, y ese día se encontraba Fuentes Vega con sus compañeros del grupo Reverdeser, como el biólogo marino Juan Barnard Ávila, el profesor de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), Maximino Reyes Umaña, y la coordinadora en Acapulco del proyecto Hagamos Composta, Sara Vázquez.
Fuentes Vega, biólogo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), registró que un poco antes del primer mes del paso de Otis, algunos pájaros, como los loros silvestres se trasladaron de la zona costera a la zona suburbana, donde viven para buscar alimento.
Los árboles fueron afectados por el huracán Otis y las aves tuvieron que recurrir a “adaptaciones especiales, algunos individuos probablemente perecieron. Es parte también de la fuerza de la naturaleza, de lo difícil que es adaptarse y sobrevivir”, explicó el especialista.
En una iniciativa personal, Fuentes Venga instaló alimentadores para loros y bebederos para colibríes, para “que algunos individuos de algunas zonas afectadas, pudieran tener el suplemento adecuado para poder sobrevivir, para poder enfrentar el momento de escasez”.
La instalación de estos dispositivos está a debate entre los especialistas, porque si los descuidan puede tener repercusiones en las aves. “La moral del biólogo, en general, es no interferir en la naturaleza. Esto sólo fue una cuestión completamente extraordinaria y fue muy reducida y temporal”, expuso.
Es más, destacó que la recomendación a la sociedad en general es que no intervenga en nada con la vida silvestre, porque la interacción “puede llegar a cambiar los hábitos naturales de las diferentes especies y generar una dependencia del humano, ocasionando conflicto”.
La mayoría de las aves desplazadas ha regresado a sus zonas habituales. “La naturaleza, en este caso, es muy resiliente. Entonces se va recuperando, y ellas, las diferentes especies, tienen un parámetro alimenticio muy amplio”, apuntó y adelantó que en el futuro proceso de arborización, se deben sembrar especies nativas que provean beneficios a las aves.
Incluso han observado especies depredadoras, como águilas, aguilillas y halcones, que son la cima de la cadena alimenticia. “Si está el depredador tope, todo de lo que se alimenta y lo que sigue, va a estar presente”, mencionó.
Pajareros de Guerrero está organizando salidas a campo en siete lugares prioritarios de Acapulco para las aves: Barra de Coyuca, “donde podemos tener monitoreo de aves de cuerpos lagunares”; Tres Palos, por la misma razón, y el Jardín Botánico, “parte de Las Brisas porque tenía un manchón de vegetación perennifolio, que nunca perdía el follaje, se mantenía verde todo el tiempo. Entonces, por diferentes condiciones climáticas, ahí se presentaba otro tipo de variante ecosistémica”.
Otras zonas importantes son el parque Papagayo y el Club de Golf, donde hay “muy buenos registros de aves”; la cuenca baja del río Papagayo y la isla de La Roqueta, indicó Fuentes Vega, también promotor del Príncipe de la Roqueta, un proyecto de rescate de identidad de la isla.
Las aves son bioindicadores, es decir, “especies naturales que te van a permitir, generar una interpretación de cómo se está comportando el ecosistema. Si ves algunas especies más que otras, a lo mejor podría ser que haya algunas condiciones”, explicó el biólogo.
Dijo que “en los ecosistemas, todo está relacionado con todo lo demás, entonces, en este caso las aves, todas sus adaptaciones, sus especialidades, sirven para que el ecosistema se mantenga en ese equilibrio ahorita. Se alimentan de las especies de otros animales que comen plantas, se alimentan de algunas plantas que pueden llegar a esparcirse y tener un descontrol en el sistema, dispersan las semillas de los nuevos árboles que ahorita van a empezar”.
Al igual que la expectativa de la recuperación de los árboles, indicó, “es importante que las especies de las aves, en este caso, también se deje que hagan su ciclo natural, porque si no, los árboles tampoco se van a recuperar. O sea, es algo conectado entre todo. Eso nada más porque estamos hablando de aves, pero todas las demás especies también”.
Se le preguntó qué acciones se pudieran realizar en este momento para la preservación de las aves y el biólogo insistió en que todavía se están recabando datos, pero lo urgente “es la información y la difusión de la importancia que tienen estas especies, el no interferir en sus hábitos naturales, no depredarlas, no molestarlas. Entonces, que se resalte ese valor que tienen, porque es importante”.
Comentó que Acapulco no cuenta con un estudio “serio y actualizado” de las especies que existen en el municipio, pero algunas plataformas de ciencia ciudadana suman 321 especies de aves, de un total de 537 en Guerrero, o sea, más de la mitad del estado, por lo que el municipio se convierte en un lugar muy importante.
Fuentes Vega explicó que esto se debe a que hay una gran variedad de ecosistemas, como en La Providencia, donde hay pino, la parte alta de Acapulco tiene encinares, las lagunas tienen manglares y también hay selva mediana.

Aves endémicas de Acapulco

Destacó dos especies de aves, cuyo primer avistamiento en el mundo fue en Acapulco. Es el caso del pájaro tirano pico grueso, cuyo nombre científico es Tyrannus Crassirostris. La otra especie es un colibrí color azul turquesa, el colibrí doubleday, Cynanthus Doubleday es su nombre científico.
Agregó que ese colibrí “es micro endémico, sólo se encuentra en una región específica del mundo, y es en México, no en otro país”. Y dentro del país, sólo en las costas de Guerrero y Oaxaca. “Entonces eso amplía la posibilidad de su población en riesgo por la poca distribución que tiene y la implicación, la influencia humana en sus hábitats naturales”, advirtió.
Resaltó otras especies exclusivas de México que se encuentran en Acapulco, como el carpintero enmascarado, que en la costa los llaman Tico-tico, y el mirlo primavera, además de las aves migratorias que vienen principalmente del norte, en cierta temporalidad del año, “a pasar parte de su ciclo vida anual aquí, a recargarse, a alimentarse, descansar, reproducirse”.