El coronavirus le trajo estrés y los clientes de la peluquería México 70 disminuyeron pero los gastos no

Los peluqueros Marcelo Carrasquedo y Jorge Ramírez Rodríguez en entrevista en la famosa peluquería México 70 en el centro de Acapulco Foto: Carlos Alberto Carbajal

Jacob Morales Antonio

En la Peluquería México 70 quedaron los recuerdos de los días en que cada uno de los peluqueros realizaba hasta 15 cortes de cabello; ahí iban empresarios y gobernadores antes de ocupar los cargos y antes de que fueran millonarios, recuerda don Marcelo Carrasquedo.
La pandemia de Covid-19 provocó que tres trabajadores optaran por renunciar de manera voluntaria luego de años de miles de tijerazos para que sus clientes quedaran satisfechos.
Don Marcelo de 64 años y don Jorge Ramírez Rodríguez de 50 años son los únicos que se niegan a bajar las cortinas del local, ubicado atrás del Palacio Federal, en el centro de Acapulco.
El local donde se encuentra la peluquería es antiguo, tiene un techo que se siente inalcanzable, con dos grandes ventiladores arriba se refresca el ambiente caluroso, que entra desde la calle. Desde afuera se puede observar las cuatro sillas de corte colocadas a distancia y las sillas de espera separadas una de la otra por las restricciones sanitarias.
Don Marcelo, un hombre desconfiado, habla de manera golpeada. Recuerda que llegó a trabajar a Acapulco proveniente de Veracruz en 1976, al local que en 1970 su hermano mayor abrió y que por el mundial de futbol que se celebró en el país lo nombró Peluquería México 70.
Desde entonces es el encargado de abrir el negocio a las 9 de la mañana y cerrarlo a las 6 de la tarde.
El coronavirus sólo le trajo estrés y preocupación porque los servicios y la renta del local no disminuyeron, pero los clientes sí, y casi no le alcanza para pagar.
Antes de la pandemia, en el local cada uno de los cinco trabajadores que había atendían a 15 personas, ayer hasta la una de la tarde habían llegado tres en total. Don Marcelo dice que cuida que se cumplan los protocolos, por principios porque junto a Jorge son personas mayores.
Recordó que antes de ser políticos y ocupar cargos como alcaldes y ser gobernadores, al local acudían varios personajes conocidos. Cuenta que él atendió en 1979 al empresario y ex alcalde de Acapulco Luis Walton Aburto, en 1982 iba el ex alcalde de Acapulco, Alberto López Rosas.
En 1984 el ex gobernador priista René Juarez Cisneros con Miguel Mayren Dominguez, desde 1989 y por ocho años continuos fue Zeferino Torreblanca, quien dejó de ir luego de que don Marcelo se fue durante un mes a Veracruz de visita. Ahora lo han olvidado por completo y el señor cree que es porque “ahora son millonarios”.
El único que aún continúa visitándolo y para cortarle el cabello es el ex gobernador interino Rogelio Ortega a quien durante su gobierno en una ocasión lo mandó a traer y en un hotel le cortó el cabello, recuerda que le pagó mil 500 pesos, hace un mes el catedrático de la Universidad Autónoma de Guerrero fue al local, “vino solo y abandonado”.
Hace 20 años el señor también atendió al actor y cineasta Mel Gibson en el hotel Las Brisas, un guía de turistas fue por él al local, le prometió un pago de 300 pesos por el corte para una persona importante, pero jamás le dijo que sería el actor, hasta que lo vio en persona, el actor le pagó con un billete de cien dólares.
Otros reconocidos personajes que lo frecuentaban fueron líderes de comerciantes y conocidos políticos del puerto, como Celerino Peláez Ramos, Eloy Polanco Salinas, Roger Catalán, el ex comandante de la extinta Policía Judicial Gustavo Olea Godoy, quien le regaló un arma y una placa, “él me hizo judicial y me pagaba”.
Dijo que en una ocasión acudió a la casa del jefe policiaco donde se encontró con una reunión de varios políticos, él sin saber nada, estuvo sentado y se quedó pero no habló, “ellos platicaban de sus asuntos, y yo ahí como tonto”.
“En ese tiempo no existían los celulares, si no tendríamos repleto de fotos las paredes”, se lamentó. Pero de esos personajes que aún viven nadie ha regresado, desde que la pandemia llegó, otros van con miedo.
Jorge tiene 22 años trabajando en el local y 32 años como peluquero, su oficio es de familia, su papá trabajó ahí. Su hijo ahora estudia la preparatoria, quiere ser ingeniero en sistemas, y no le llama la atención cortar cabello.
En marzo de 2020 cuando llegó el virus el negocio no cerró porque es un espacio abierto, “me espanté porque se empezó a morir mucha gente. Me puse triste, tratábamos de sacar aunque sea para comer.
El hombre dice que hasta febrero de 2020 cada día se llevaba a casa 300 pesos, ayer estaba esperanzado en poder llegar con 150 pesos. Cada corte de cabello o de barba cuesta 60 pesos, pero la competencia de las estéticas donde el corte tiene un precio de hasta 25 pesos, hace que el costo parezca elevado, sin embargo sus clientes, los viejos como ellos, los prefieren, pero por miedo al virus no van y otros han fallecido.