El huracán en dos testimonios: el daño al taller de El Sur, y un penar solitario

En pleno golpe del huracán Otis, las llamadas al 911 en demanda de auxilio quedaron sin respuesta. Fue el caso del auxilio que demandaron trabajadores del taller donde se edita el periódico El Sur, y el de una trabajadora, editora, desde el departamento que habita.
Los acapulqueños, en todos los sectores de la ciudad, se dieron cuenta cómo los grupos de auxilio quedaron superados por el fenómeno que azótó el puerto, pasada la medianoche de este martes.
Esa madrugada del miércoles 25 de octubre, la entrada a tierra del huracán Otis tomó por sorpresa a los trabajadores de talleres donde se edita nuestro periódico. Sus gritos en los últimos mensajes tambien por Whatsapp… aterrados narrraban como las ráfagas de viento desprendían la estructura metálica del techo, dejándolos a la intemperie, y la lluvía azotándolos con fuerza.
“En pleno huracán aquí en el taller. Se nos fue la luz y el techo se va a volar, todo el techo. Está volando el techo y se están cayendo todas las lámparas. Los compañeros estamos debajo de la rotativa porque tenemos mucho miedo”.
Ese mensaje fue a las 02:10 de la madrugada.
Luego silencio y se perdió la señal de celular. Ya no se supo de la tripulación del taller. El resultado fueron daños severos al equipo y ya no se pudo imprimir El Sur. Sólo se ha logrado sacar la edición digital.
La brigada de Protección Civil no llegaría al auxilio al equipo de la rotativa del periódico, que alistaba la edición impresa que saldría el muércoles.
Otro caso lo narra una trabajadora.
A las 12:42 horas de la madrugada del miércoles todos los vidrios del edificio Oviedo en el Centro de Acapulco, empezaron a romperse, el viento, implacable.
“Tengo miedo. Huele a gas”, escribió Neli Jaimes en su mensaje por Whatsapp pidiendo auxilio.
“El tanque está un piso arriba de mi, la manguera está expulsando el gas aquí en mi depa, no tiene llave de paso aquí. No puedo salir el aire es muy fuerte”, fue el segundo mensaje de alarma.
La instrucción fue que saliera a buscar auxilio con los vecinos que aterrados nunca abrieron sus puertas. “Nadie abre. Me siento mal”.
Y no, nadie le abrió, ni tampoco llegaron al auxilio la brigada de Protección Civil que el secretario de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil del gobierno de Guerrero, Roberto Arroyo Matus, se comprometio a enviar.
Tampoco los del 911 que deben estar atentos a estas llamadas de auxilio. Nunca contestaron durante toda la madrugada del miércoles.
Este jueves a las 2 de la tarde reapareció Neli, describiendo su odisea del amanecer y su recorrido por la tarde del miércoles en la zona céntrica de la ciudad.
“¡Hola! Ya mejor, necesito retirar todo el escombro que cayó en mi terraza y aún no tengo luz, agua, línea ni internet.
“Los de protección nunca llegaron, esa noche me desmayé un rato hasta que mis vecinos me auxiliaron. Luego estuve horas sacando el agua de mi casa, más tarde salí a buscar comida y vi que todo estaba destruido y mucha rapiña, me tocaron un par de galletas que pude comprar en un Circle K, pero no tengo casi nada de comer”.
También mandó la crónica y fotos de su recorrido en la tarde por el centro de Acapulco.: “Al hombre muerto lo sacaron del malecón. Me contaron que varios pescadores se quedaron a cuidar embarcaciones, las mismas que se voltearon y algunas fueron a dar contra el malecón.
“Hay muchos militares en las calles y personal de bomberos. Ayudan a la gente a llevarlos a refugios, he visto familias enteras en sus camionetas, con bebés. No he visto a ninguna figura del Ayuntamiento de este lado del centro. En el zócalo todos los árboles se quedaron sin hojas, muchos otros cayeron. Todos los vidrios están rotos, mismos que botaron hacia la calle e interiores de casas”.
La historia de Neli, trágica y descriptiva : “El paisaje es desolador, no le teman a poner encabezados catastróficos (en las notas), porque eso es lo que pasó y está pasando en Acapulco” (Hugo Pacheco León / Chilpancingo).