Siguen sin moverse embarcaciones hundidas de la zona desastre del Club de Yates

Panorámica del aún devastado Club de Yates desde la avenida Gran Vía Tropical Foto: Ramón Gracida

Ramón Gracida Gómez

El Club de Yates sigue siendo una zona de desastre luego de 80 días del paso del huracán Otis, por las múltiples embarcaciones de grandes dimensiones que ahí siguen hundidas o varadas.
En un recorrido realizado este viernes, por esta parte de Acapulco, se observaron también los yates arrumbados en playa Honda y ningún movimiento de grúas con la capacidad para mover este tipo de embarcaciones.
Familiares de marineros desaparecidos han insistido a las autoridades en que busquen los restos humanos en las embarcaciones encalladas en el Club de Yates y la Marina Acapulco, que se ubica en la misma zona y también resultó afectada por los vientos de 300 kilómetros por hora y la lluvia intensa de la madrugada del 25 de octubre.
Durante la conferencia de este miércoles, el titular de la Secretaría de Marina (Semar), José Rafael Ojeda, expuso que hasta esa fecha se recuperaron 95 embarcaciones, 74 dentro de la bahía y 21 en Puerto Marqués.
Estas cifras se suman al total de 458 embarcaciones extraviadas tras el paso del huracán Otis, de acuerdo con el secretario Ojeda, de las cuales 15 están documentadas con personas desaparecidas y 11 ya han sido localizadas.
Indicó que son 24 las personas desaparecidas en el mar, una cifra diferente a la que proporcionó el vicefiscal de Investigación de la Fiscalía General del Estado (FGE), Gabriel Alejandro Hernández Mendoza, quien mencionó 27 en una entrevista que concedió a El Sur el 28 de diciembre.
Este viernes se cumplieron 80 días del impacto del huracán Otis y el Club de Yates aún da la imagen de una devastación importante, por los yates que quedaron hundidos y que no han sido rescatados.
Desde un punto de la avenida Gran Vía Tropical, se pudo constatar que embarcaciones de grandes dimensiones y que cuestan millones de pesos están sumergidas. Algunas de ellas no tan abajo, por lo que se pueden distinguir en el agua.
Otros yates afectados sólo son identificados porque la proa, la parte delantera de la embarcación, que es un pico, flota en el mar y el resto del yate está debajo, lo que aumenta la percepción de catástrofe.
Al recorrer la vista hacia la playa Manzanillo se pueden ver las múltiples embarcaciones de grandes proporciones que siguen varadas, algunas entre piedras, otras en las pequeñas playas de la zona y unas más afuera de la Marina Acapulco, donde nunca han permitido la entrada a reporteros, para tener una postura de los encargados y cuya puerta que da a la avenida Costera estaba cerrada en la tarde.
De la misma forma, playa Honda también es un cementerio de yates de lujo, varados en la arena, algunos encima de otros. No parece que haya un avance en el remolcado de éstos, porque en recorridos anteriores se ha constatado la misma falta de actividad.
Además de la urgencia para descartar si los cuerpos de marineros desaparecidos están ahí, ambientalistas de Acapulco también han apremiado a las autoridades a remover las embarcaciones, por la contaminación de los motores, y en general, por la presencia de los restos de estos barcos hundidos en el mar.

 

En la playa Honda, uno de los yates encallados tras Carlos es parte del paisaje para turistas

En la playa Honda, a un costado de la playa Manzanillo, los bañistas que llegan ven con asombro un yate encallado, el Pleamar.
La embarcación, que mide 10 metros y que desde el 14 de junio encalló por el alto oleaje que causó el huracán Carlos, está ahora recargada en un muro para permitir el paso por una estrecha franja de arena que conecta a la zona restaurantera.
Para llegar a ese punto se rodea el embarcadero de la playa Manzanillo, donde en la franja de arena hay embarcaciones viejas o semidestruidas; en ese lugar no hay bañistas por la basura que flota en el mar, además de la cercanía de las lanchas y yates sin mantenimiento.
Para la familia Buendía Ríos, de la Ciudad de México, la playa Honda es un espacio “casi virgen”.
Acompañado de su esposa y dos hijos, Carlos Buendía dijo que cada tres años vienen a Acapulco y un punto de visita obligado es la playa Honda.
Los Buendía llegaron a las 11 de la mañana con sus niños de 7 y 10 años, quienes jugaban entre el ligero oleaje.
Carlos indicó que este año fue diferente porque al llegar les impresionó que el yate Pleamar estuviera en el estrecho camino entre los restaurantes y la playa Honda; “cuando llegamos nos quisimos retirar, pero los restauranteros nos dijeron que no se iba a mover el yate y confiamos pues había otras dos familias bañándose”.
Los padres, que comían ceviche y llevaban una hielera como segunda mesa para los niños, aceptaron que les daba temor el yate encallado, pero consideraron que ésta es una de las playas más seguras del puerto porque el único acceso de salida es por la zona de restaurantes y tanto meseros como los dueños de los negocios los vigilan. “Aquí no vemos que entren los marinos o policías, pero de años conocemos a los meseros y nada nos ha pasado”.
Después de que el huracán Carlos causara daños a dos yates y tres lanchas en esa playa, el Pleamar quedó como vestigio del siniestro que dejó más de 15 embarcaciones hundidas en esa zona.
Un mes después del huracán, el derrame de combustible en esa playa dejó muertos más de un centenar de peces, según pescadores y restauranteros.
Después de ese incidente, Capitanía de Puerto, en coordinación con autoridades federales, estatales y municipales, hizo la limpieza del área.
En agosto del año pasado estaban encallados allí dos yates: el Pleamar y el Mi Vida. Un mes después se retiró el segundo, quedando hasta ayer el primero que ya forma parte de las fotografías familiares.