En su 20 aniversario, pide Cecop al presidente que decrete la cancelación de La Parota

Miembros del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la Presa la Parota acompañados de organizaciones sociales y magisteriales y representantes del gobierno municipal en el poblado de Cacahuatepec en la zona rural de Acapulco, en la celebración de su 20 aniversario Foto: Jesús Trigo

Ramón Gracida Gómez

El Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la presa La Parota (Cecop) conmemoró su 20 aniversario con la demanda al presidente, Andrés Manuel López Obrador, de la cancelación definitiva mediante decreto del proyecto hidroeléctrico que originó el movimiento. “Las tierras no se venden, se aman y se defienden” clamaron los más de 100 campesinos que asistieron al acto de este domingo.
El vocero de la organización, Marco Antonio Suástegui Muñoz, dijo que son dos décadas “de resistencia” contra la presa que ha dejado asesinatos y encarcelamientos y aún hay personas “que siguen promoviendo la desunión, la división” en los Bienes Comunales de Cacahuatepec. Dijo que serán 20 años más si es necesario del Cecop que también está en contra de las gravilleras.
Rodolfo Chávez Galindo destacó que el Cecop es un movimiento “emblemático” para el país y Latinoamérica por la combatividad de los comuneros y pidió la liberación de los presos políticos Maximino Solís Valeriano, Rodrigo León Jacinto y Modesto León Jacinto, y la aparición con vida de Vicente Iván Suástegui Muñoz.
El ex secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural de Guerrero (Sagadegro), Jorge Peto Calderón, dijo que hace 20 años estaba la “borrachera” del saqueo, pero todavía no se puede hablar de la Cuarta Transformación porque siguen casos como la desaparición de Vicente Suástegui.
El acto del Cecop empezó a las 11:20 de la mañana en la cancha de la comunidad de Cacahuatepec, donde unas 130 personas, principalmente de las comunidades de El Pericón, Parotillas, El Rincón, Rancho las Marías, Los Hilamos, Cruces de Cacahuatepec, La Concepción y Amatillo, entre otras, se congregaron para conmemorar el aniversario número 20 del movimiento contra la presa La Parota.
El asesor del movimiento, Rodolfo Chávez Galindo, leyó el posicionamiento de este año, con el que destacó que el “Cecop llegó a ser reconocido como un movimiento emblemático a nivel nacional y también en Centro y Sudamérica por la combatividad de las comuneras y comuneros”, y recordó la participación en foros internacionales como el Tribunal Permanente de los Pueblos y el encuentro sobre una Nueva Cultura del Agua en Fortaleza, Brasil.
Dijo que el proyecto hidroeléctrico La Parota está suspendido por el presidente López Obrador, “pero seguimos pugnando por un decreto de cancelación definitiva”, al igual que por la liberación de los “presos políticos” Maximino Solís Valeriano, Rodrigo León Jacinto, Modesto León Jacinto y la aparición con vida de Vicente Iván Suástegui Muñoz.
Chávez Galindo anunció que el Cecop “habrá de emprender una lucha en contra de la depredación del río que los empresarios gavilleros están haciendo al extraer la grava y la arena”. Afirmó que “la disminución del agua del río afecta no sólo a Cacahuatepec sino a todo Acapulco”.

Historia de alegría y de dolor

Luego participó el comunero Mario Estrada Bailón, quien dijo que el Cecop “tiene historia de alegría, pero también tiene historia que nos conmueve y que es dolorosa” y recordó que de su comunidad de Huamuchitos fue asesinado Tomás Cruz Zamora.
Martha Hernández, de El Cantón, contó el caso de su padre, que fue herido en los enfrentamientos en La Concepción del 7 de enero de 2018 y desde entonces no ha podido recuperar su salud, “por lo mismo nunca nos vamos a rendir, porque ya nos han pasado muchas cosas”. Terminó con las consignas replicadas por los campesinos: “Zapata y Villa viven, la lucha sigue” y “las tierras no se venden, se aman y se defienden”.
El director de Gobernación del Ayuntamiento de Acapulco, Ramón Montiel Mejía, reconoció la lucha del Cecop y recordó la visita de la presidenta Abelina López Rodríguez a los Bienes Comunales de Cacahuatepec en octubre del año pasado, cuando anunció la introducción de agua potable en las comunidades de Apanhuac, Cacahuatepec, El Cantón, Espinalillo y Huamuchitos, con una inversión de más de 15 millones de pesos en 2022.
Otros 11 millones de pesos se invertirán este año porque “no es justo que estas comunidades que están en los márgenes del río Papagayo carezcan de este vital líquido”, dijo Montiel Mejía y agregó que ya la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) ha licitado la construcción del puente de El Carrizo a Parotillas, que “no representa la reactivación de este proyecto de la presa hidroeléctrica La Parota”.
El abogado de Tlachinollan, organización que asesora jurídicamente al Cecop, Rogelio Téliz García, señaló que las autoridades andan en campañas electorales: “les vale queso el Cecop y lamentablemente de los Bienes Comunales se lleva el agua al Acapulco Diamante. Hay dos Acapulcos, compañeros, el Acapulco de los ricos y el Acapulco de los pobres, que son ustedes”.
Retomó la denuncia de las gravilleras y dijo que hace 20 años el río Papagayo “no estaba así, ¿ahorita cómo está? Va a quedar un canal, compañeros, si es que queda, y va a quedar sin agua. ¿Dónde está Semarnat? ¿Dónde está Conagua? ¿Dónde están estos elefantes blancos?” Preguntó cuántas veces han venido a verificar que esas gravilleras reúnan “los requisitos legales que marcan”. Ninguna, contestaron los asistentes.
Volteando a ver a Marco Antonio, afligido cada vez que le mencionaron a Vicente, el representante del Colectivo de Desaparecidos Lupita Rodríguez Narciso, David Molina, le dijo que “yo te entiendo perfectamente, yo también tengo a mi hermano desaparecido”. Propuso que los integrantes del Cecop sean reconocidos como víctimas y tengan derecho a la reparación integral de daño de todos los delitos que han sufrido.
Jorge Peto Calderón dijo que hace 20 años estaba la “borrachera de quienes se sentían amos y señores del pueblo de México y de su territorio y en esa borrachera pretendieron y siguen pretendiendo desalojar a los pueblos, apoderarse de sus tierras y aguas, pero no pensaron nunca que enfrentarían la resistencia, el heroísmo del pueblo y de los pueblos que pretendieron ellos sepultar con su megaproyecto de la presa La Parota”.
El extitular de la Sagadegro advirtió que “no habrá Cuarta Transformación si no hay pan, si no hay tortilla, no hay carne, huevo, en la mesa de los habitantes de los territorios. No hay Cuarta Transformación si no podemos caminar libremente por las calles con el temor de ser acribillados, ser encarcelados o ser desaparecidos”. Pidió la presentación con vida de Vicente Suástegui, “por eso no podemos hablar aún de la Cuarta Transformación en pleno”.

Persecución, menosprecio, humillación, cárcel y asesinatos

Para concluir el acto que duró unas dos horas, Marco Antonio Suástegui Muñoz dijo que el 28 de julio de 2003 “inició este peregrinar y hoy el Cecop cumple dos décadas, 20 años de resistencia contra este monstruo de mil cabezas llamado presa hidroeléctrica La Parota”. Agregó que no ha sido fácil, sobre todo para las mujeres que han perdido hijos, esposos, hermanos.
Con machete en mano, dijo que le da escalofríos recordar aquel 28 de julio “porque el gobierno nos quería enfrentar a nosotros mismos. ¿Se acuerdan ustedes? Aquellos 500 trabajadores, campesinas y campesinos que contrató la CFE y que embriagaba y que nos echaba encima ahí en El Fraile”.
Con miras a la reunión que se hacía en la comisaría, a 50 metros del festejo del Cecop, dijo que estaban envenenados y “hasta la fecha allá siguen, en sus mazmorras, en sus guaridas como chacales, engañando a la gente. Todavía existen esos caciquitos, porque ni siquiera son caciques, en cada uno de los pueblos”. Señaló que hay personas “que siguen promoviendo la desunión, la división”.
Exaltado, dijo que todos los integrantes del Cecop han sido “víctimas del gobierno, de persecución, de menosprecio, humillación, de encarcelamiento, han sido víctimas de que los hayan mancillado hasta la familia”.
Con voz entrecortada, dijo que “este 20 aniversario vengo muy dolido, profundamente dolido, no saben cuánto”, por lo que recibió aplausos de apoyo. Además de los asesinatos y encarcelamientos, “han tocado mi familia, a lo que más me duele”, exclamó con lágrimas en los ojos.
El vocero del Cecop dijo que “apenas iniciamos 20 años, vendrán 20 años más si es necesario”, y pidió unidad a los pobladores y las organizaciones sociales y expuso que la lucha del Cecop es contra la presa La Parota, las gravilleras y los políticos “corruptos y mañosos”.
Dijo que se sienten traicionados por los gobiernos pasados y actuales, pero agradeció la presencia del director de Gobernación, Ramón Montiel Mejía, a quien le dijo que no ven que se estén “aplicando los recursos correctamente” para la introducción del drenaje en algunas comunidades. Reiteró su apoyo a la construcción de un puente, pero no de El Carrizo a Parotillas, sino en la comunidad de Cacahuatepec. Advirtió que no dejarán que lo construyan así como está el proyecto, porque “le falta la aprobación de los pueblos”.
Aseguró que invitaron a la gobernadora, Evelyn Salgado Pineda, y ante su ausencia, le pidió atención a los Bienes Comunales de Cacahuatepec, en particular en los caminos porque ahora son de terracería. También pidió al presidente Andrés Manuel López Obrador la suspensión definitiva del proyecto La Presa y también la presentación con vida de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Participaron los dirigentes de la Coordinadora Estatal de los Trabajadores de la Educación (CETEG)en la región, Walter Añorve y Mario Alberto Uriós-tegui, quienes llamaron a la unidad de los movimientos sociales.
También acompañaron al Cecoplas organizaciones Turiste-ros Unidos en Defensa y Rescate de Playa Icacos (Tuderpi), el Sindicato de Trabajadores de Organismos Operadores de Agua del Estado de Guerrero (Stooaeg), el representante de la Unión de Indígenas Radicados en Acapulco, Marcos Guevara, y el rector de la Universidad de los Pueblos Indígenas y Afromexicanos de Guerrero, Enrique Porras. Asimis-mo, asistieron ejidatarios de Puerto Marqués y los policías comunitarios de Cacahuatepec afines al Cecop.

Tras 18 años en el Cecop, reivindica una experiencia de democracia desde abajo

El 6 de abril de 2014, el asesor del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la Presa La Parota, Rodolfo Chávez habla en una asamblea en el poblado de La Concepción, en Acapulco, en la que está al frente el vocero de esa organización, Marco Antonio Suástegui Foto: Jesús Trigo

Ramón Gracida Gómez

Los pueblos deben tomar la palabra “porque es la única forma de que haya democracia” y el Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la Presa La Parota (Cecop) la tomó, declara uno de sus integrantes prominentes, Rodolfo Chávez Galindo, en medio de una disputa electoral que ha encendido debates sobre qué es la democracia.
En entrevista con El Sur, el luchador social relata su participación en varios movimientos desde los 60 hasta su llegada a los Bienes Comunales de Cacahuatepec, en la zona rural de Acapulco, donde se evitaron consecuencias sociales y ambientales, “con la naturaleza y el equilibrio ecológico no se juega”.
Es miércoles 12 de mayo. Unas siete personas se cubren del sol de la una de la tarde bajo los árboles de la Rotonda de las Mujeres y Hombres Ilustres de Guerrero, ubicada a un lado de la playa Tlacopanocha. Rodolfo Chávez Galindo prefiere contar parte de su vida aquí, al aire libre, lo que lo ha ayudado a evitar el coronavirus, dice, además de tener cuidados, por ejemplo, “no tener a alguien frente gritando, no agarro el tubo del Acabús”.
Tiene 79 años, es oriundo de Tulancingo, Hidalgo, recuerda su juventud, cuando estudió Filosofía en la UNAM en los 60 con los maestros Luis Villoro, Adolfo Sánchez Vázquez, Ricardo Guerra, Leopoldo Zea Aguilar, y cine en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), con Julio Alejandro, guionista de Luis Buñuel, Luis Alcoriza, Jorge Ayala Blanco.
El movimiento estudiantil del 68 fue “un momento de definiciones” y Rodolfo ya traía “una política muy de izquierda”. Cuenta que el 2 de octubre iba rumbo a Tlatelolco con sus hermanas y su madre, quien al final evitó que fueran porque “no se sentía muy a gusto de ir, sin saber ni mucho menos que fuera a pasar eso, pues entonces decidimos mejor acompañarla a ella a donde ella quería ir. Entonces esto pues fue una salvación”.
Relata el silencio y el temor que hubo después de la masacre, la derrota del movimiento, pero “al final de cuentas pues no fue tal la derrota, al contrario, ahí se definió también la vida del país porque ahí empezó a decaer lo que ahorita ya es un hecho definitivo que es la decadencia del mismo partido en el poder, que era el PRI”.
El 2 de octubre radicalizó a los jóvenes de aquella época, “éramos jóvenes, pero jóvenes en el pensamiento, en las ideas, en una visión totalmente distinta”.
Después del 68, Rodolfo se fue a estudiar Televisión a Japón durante un año con una beca y “luego otro año me la pasé conociendo el mundo, caminando por el Oriente, fueron 40 países que visité en ese momento, un año de vago, pero un vago con ideas”. Tenía 31 años en ese viaje del que recuerda los templos de India, la “ciudad de poca madre” de Katmandú, capital de Nepal, el trato especial que tuvo en China porque pensaron era oficial de gobierno mexicano que iba a entablar relaciones con el gobierno comunista.
Al regresar a México, Rodolfo entra a trabajar al área de Televisión de la Secretaría de Educación Pública (SEP), donde “ya había mucha efervescencia en cuanto a que se estaba pidiendo democracia en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), y hasta la fecha, y ahí lo primero que se pedía fue la democracia y la independencia sindical”.
Se creó la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que “tiene, a veces se les olvida o casi siempre se les olvida, que el objetivo principal de la CNTE es democratizar el sindicato. Y allí también tuvimos complicaciones, había muchos grupos, había grupos que venían de distintos partidos, los que venían del Partido Comunista, los que venían de grupos trotskistas, los que venían del maoísmo”.
–¿Usted de dónde venía?
–Fundamentalmente de los grupos trotskistas donde participábamos en una idea que considerábamos, y que seguimos considerando, que es la idea correcta de cómo hacer el cambio. Porque las ideas que venían, como del partido comunista, venían del stalinismo, pues ya se vio lo que sucedió con la Unión Soviética, que se destruye desde adentro, ni siquiera la tuvieron que destruir desde afuera. Porque tuvieron ideas erróneas de lo que debería de ser, o lo que debió haber sido en ese tiempo, una visión socialista del mundo, porque no era socialismo, era una deformación la que se hizo a partir de la muerte de Lenin.
En 1988 Rodolfo apoya a Rosario Ibarra de Piedra como candidata a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), “Cárdenas y Efigenia y Muñoz Ledo eran del PRI, y pues como tales no era exactamente una visión, lo que más que pudiera ser era una visión del Cárdenas antiguo, del Cárdenas papá, pero eso no llenaba nuestras expectativas”.
El movimiento cardenista “hizo que algunos de nuestros movimientos fueran de hecho delimitándose y ya dejaron de ser nacionales y dejaron de tener presencia”. Es así que se vincula al movimiento campesino, lo que lo llevó a acercarse a Guerrero, “uno de los últimos bastiones de nuestro grupo político, teníamos incluso partido político, el PRT”.
Al inicio de siglo, Vicente Fox impulsa el Plan Puebla-Panamá que tenía la “visión de querer hacer de toda Centroamérica un emporio para la iniciativa privada, en donde hubiera megaproyectos gigantescos, como las presas, los cuales la presa La Parota iba a ser de las presas más importantes y que formaba parte de las más de 300 presas que iban a hacer de aquí a Panamá. Muchas de ellas las hicieron, sobre todo en Centroamérica”.
La relación con la Alianza Mexicana por la Autodeterminación de los Pueblos (AMAP) lleva a Rodolfo a formar parte del Foro Latinoamericano de los Pueblos, donde ya se hablaba de las consecuencias de las presas, sobre todo, el desplazamiento de los pueblos. Luego de asistir en 2003 al Foro en La Esperanza, Honduras, donde conoció a la oriunda de ese lugar, la famosa ambientalista Berta Cáceres, asesinada en 2016, Rodolfo se une al incipiente movimiento del Cecop.
La CFE empezaba a incursionar en El Fraile y a ofrecer trabajo, lo que no decían es que la chamba dura hasta que se construye la presa y es de “rompe piedras”. También presumían la casa muestra en La Concepción que les iban a dar a los desplazados, la cual fue tomada años después como comandancia de la Policía Comunitaria, “pero estaba claro que jamás iban a hacer casas de ese tamaño y la gente se iba a quedar sin nada”.
–Y 18 años de lucha.
–Con una lucha incansable, pero además una lucha ejemplar. El movimiento del Cecop fue un movimiento emblemático a nivel de toda Centroamérica y de toda América, incluso en Brasil, teniendo un movimiento nacional que ha llegado a hacer movilizaciones de casi de un millón de personas, sin embargo, no pudieron detener las presas en la Amazonia.
Atribuye el éxito del movimiento a que la gente de Guerrero ha sido históricamente “aguerrida”, además de que hay una conciencia de la posesión de tierra, “cuestión característica de México porque en otros países de Centroamérica la gente no ha hecho su revolución agraria”.

La democracia viene de abajo

Sin embargo, el coronavirus también llegó al Cecop y se ha llevado a algunos integrantes como don Facundo Hernández de Salsipuedes, “se les ocurrió hacer un festejo de los cinco años de la muerte de su hijo mayor, Margarito, compañero nuestro, y pues llegó la familia, los bomberos porque tiene un hijo que era jefe de bomberos, y se murió. Pues claro, ¿cómo se les ocurre llevar gente a su casa?”.
Aun así, en los Bienes Comunales de Cacahuatepec no ha cundido ni la desesperación ni el sobresalto por la pandemia, “la gente está tranquila, en general no ha llegado. Sí, algunos se han enfermado y han salido de la bronca. Ahí el problema fue decirles que sí existía la enfermedad”.
Pero sobre todo el movimiento continúa porque todavía hay un preso, Maximino Solís Valeriano, y “todavía no hay un decreto en el cual diga que La Parota no va porque puede llegar otro presidente y decide que López Obrador dijo una tontería porque La Parota sí va, y entonces empieza el problema otra vez”.
Rodolfo dice que es un avance las declaraciones del presidente de México de que si el pueblo dice que no va la Parota, no va, pero esto es producto de la lucha, de “hacer entender, no sólo a él, sino a todos los movimientos de acá que los pueblos necesitamos tener voz. López Obrador dice, sí, la última palabra la tiene el pueblo, pero no nos das la palabra. Y si no nos la da, la tomamos porque es la única forma que haya democracia en un país, o sea, la democracia viene de abajo”.
Recuerda a gobernadores que quisieron la presa, un proyecto federal, desde René Juárez, y luego Ángel Aguirre, que querían levantarse el cuello, querían que fuera trampolín para su vida política, y reprimieron, sobre todo Zeferino Toreblanca.
Además, La Parota era un proyecto que, “eso lo calló la CFE”, dejaría sin agua a todo Acapulco cuando menos los años en que hubiera tardado en llenarse el vaso, “con la naturaleza y el equilibrio ecológico no se juega, y esta frase viene de Brasil: las presas son la muerte de los ríos”.
Recuerda el caso de Tailandia, que visitó en 2004 para asistir al II Encuentro Mundial de Afectados por las Represas, con el ambientalista Gustavo Castro, testigo y sobreviviente del asesinato de Berta Cáceres. La gente obligó al gobierno a abrir las compuertas durante un año de la represa de Rasi Salai porque se les acabó el turismo y los salmones, “los ecosistemas si los destruyes son ecocidios”.
Además, dijo que Félix Salgado “fue el único gobernante, en ese caso de presidente municipal, que apoyó al Cecop, porque Félix se enfrentó a Zeferino cuando quiso mandarnos a la Policía Estatal”.