Daniel Velázquez
Vecinos de la unidad habitacional El Coloso contaron que la noche del huracán, los edificios “se movían” como si fuera un sismo, los vidrios se inflaron hasta que reventaron, las puertas también se inflaron y parecía que las reventaría, pero resistieron.
Los departamentos en los pisos 4 y 5 fueron los más afectados, por estar en la parte alta, donde los fuertes vientos de Otis derribaron las ventanas. En los departamentos de los pisos 1, 2 y 3 tambien hay vidrios rotos, pero fueron menos.
La unidad habitacional El Coloso es la más grande de América Latina, hay miles de departamentos en edificios de 5 niveles y cada edificio tiene 10 departamentos. Los departamentos son pequeños, de 70 u 80 metros cuadrados, algunos tienen tres recamaras y otros sólo dos, tienen tres ventanas al frente, dos al costado y tres atrás, así como una pared de celosía, que es donde está el cuarto de servicio.
Vecinos de la unidad contaron que en cada edificio el viento entró de forma diferente, a algunos los azotó de frente y dañó los muebles de la sala y se refugiaron en una recámara: a otros los azotó por la parte trasera y entró por las ventanas de las recamáras. En otros edificios, el viento entró por el costado y fueron las ventanas que están en esa parte las afectadas.
Lo que se pudo observar es que los departamentos de los pisos 4 y 5 ya fueron abandonados o de plano están deshabitados.
Las ventanas originales de los departamentos son persianas con cancleria de aluminio y vidrio, algunos vecinos cambiaron esas ventanas por otras, de dos hojas de vidrio corredizas y esas fueron las que quebró el huracán. En algunos departamentos donde había persianas se votó todo el material.
Los vecinos relataron que cuando empezaron los vientos y se dieron cuenta de que las cortinas no serían suficientes para contener la fuerza del aire, colocaron muebles en las ventanas y en las puertas sillones. Al final, buscaron un refugio y toda la familia se reunió en una habitación y así pasaron la noche, “al otro día, hasta que salió el sol, vimos el desastre”.
Los vecinos se quejaron de que no tiene agua desde hace 15 días, que las pipas ahora cuestan mil 500 pesos, cuando antes costaban 500 o 550 pesos, tienen que salir a buscar las pipas y los tinacos para comprar.
La vecina Erika le expresó a la alcaldesa Abelina López Rodríguez “que no diga chismes”, porque no hay agua en el Coloso desde antes del huracán y en las dos semanas que han transcurrido, no ha llegado la energía eléctrica.
También se quejaron de que el pasaje del transporte público está muy caro, que los colectivos cuestan 50 pesos para llevar al centro, que en trayectos locales dentro de la unidad cobran 15 pesos, cuando antes costaba 10 pesos. Una vecina contó que al tercer día después del huracán fue a su trabajo en Caleta, que gasto 500 pesos porque fue transbordando y prefirió ya no ir a su trabajo, que ahora no sabe si tiene trabajo o no.
La vecina Betzabé de la Etapa 61 pidio al gobierno estatal que ponga orden en el precio de transporte, “no hacen nada, ya hay caminos, gasolina. No puede uno salir a buscar de comer porque el pasaje está caro”.
Denuncia uso de camionetas oficiales para el saqueo
La vecina de la Etapa 43, Ángeles Hernández Orbe, denunció que el subdelegado de programas federales, Carlos Eduardo Bello, quien vive en el edificio 24, en el quinto piso, junto con su papá y su hermano y dos vecinos, utilizaron dos camionetas de Bienestar para ir a saquear a las tiendas de autoservicio.
La vecina dijo que dieron varias vueltas y que como su celular no tenía pila no les pudo tomar fotos ni video, pero señaló que por ser servidor público no tiene necesidad de saquear las tiendas y que debía poner el ejemplo.
La vecina, que es parte del equipo del diputado local priista Ricardo Astudillo Calvo, dijo que por los saqueos, Acapulco está en carencia y se han encarecido los precios.
Dijo que el viernes, el ex gobernador Héctor Astudillo, su esposa Mercedes Calvo y el diputado local, fueron a entregar 230 despensas a la Etapa 43.