9 mayo,2018 1:58 pm

Juran “morenos” cuidar los votos en Edomex

Texto: Agencia Reforma / Foto: Cuartoscuro
Tenancingo, Estado de México, 9 de mayo de 2018. “¿Se comprometen a cuidar las casillas el próximo primero de julio?”, pregunta la maestra Delfina Gómez Álvarez a una multitud que vitorea a su candidata presidencial Andrés Manuel López Obrador en el Parque de la Cruz de este municipio mexiquense.
-¡Sí! -gritan, al unísono, mujeres, hombres y hasta niños que llenan la plaza.
“Es desde las siete de la mañana hasta las 12 de la noche, ¿se comprometen?”, advierte la maestra y ex candidata de Morena a la gubernatura del Estado de México.
En la entidad en la que el PRI y el gobierno llevaron a Alfredo del Mazo a la Gubernatura, Morena reforzó ayer el adiestramiento de sus simpatizantes, para contrarrestar cualquier intento de fraude.
En cada uno de los tres mítines que encabezó este martes López Obrador en Tenancingo, Huixquilucan y Cuautitlán, los brigadistas de Morena pululaban entre la muchedumbre pidiendo credenciales, tomando datos, recabando firmas… reclutando representantes de casilla.
Por la mañana, en Tenancingo, el propio López Obrador les tomó protesta, en un acto con todo y juramento.
“¿Juran cuidar las casillas y defender el voto en la jornada del 1 de julio? Si no es así, que la nación se los demande”, les advierte el candidato, como si aquellos ciudadanos estuvieran asumiendo un escaño o una curul.
“Es hasta que se cuente el último voto”, insiste Delfina, “pero es para lograr un cambio que va a durar toda la vida”.
Si alguien sabe de perder elecciones el día de los comicios, ésa es la maestra y ex alcaldesa de Texcoco.
En 2017, se quedó a menos de 3 puntos del priista Alfredo del Mazo Maza. Una diferencia de 170 mil votos que, según los operadores de Morena, fueron “comprados” por el gobierno federal y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) usando programas sociales, repartiendo tarjetas rosas y presionando a las comunidades.
Quizás por eso, mientras sus brigadistas reclutan representantes de casilla, López Obrador pronuncia un discurso que fluctúa entre el triunfalismo y la cautela.
“No hay que confiarnos”, advierte ante la gente que atiborra la explanada de Huixquilucan, municipio gobernado por el Partido Acción Nacinal (PAN).
“Son muy mañosos. Aquí ya nos robaron la Gubernatura”, recuerda AMLO, curtido en dos elecciones a gobernador de Tabasco en las que alegó fraude, una campaña victoriosa en la Ciudad de México y dos presidenciales en las que acusó a la “mafia en el poder” de robarle la victoria.
Pero, con todos esos kilómetros recorridos, en 2018, a 53 días de los comicios, López Obrador se da el lujo de cantar victoria.
“Estamos a menos de dos meses de lograr la transformación de México. No van a poder hacer el fraude, porque es mucha la ventaja”, presume. “No quisiera estar en los zapatos de los candidatos de la mafia en el poder, pero allá ellos”.
Comprometidos a defender el voto, los asistentes se desviven en aplausos y ovaciones. Celebran cada ocurrencia de su líder, cada frase de los spots pronunciada en vivo y en directo. “No lo tiene ni Trump”, “frijol con gorgojo”, “sólo el pueblo puede salvar al pueblo”, figuran entre las favoritas del público.